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martes, 23 abril, 2024
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Criminalidad, crisis y descomposición: la urgencia de un sujeto complejo

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

Hemos sufrido una evidente y acelerada descomposición de la sociedad mexicana. Y Zacatecas va en la punta. La penetración de los grupos delincuenciales es sorprendente, han ocupado el territorio hasta convertirlo en plaza de combate. En el 2007 se inicia el reporte periodístico sobre el grupo de los zetas en la entidad, en la revista Proceso se reportaba que Amalia como gobernadora anunciaba la presencia de este grupo en el estado. Este grupo, en esos años, desplazó en toda la región centro-occidente a los conocidos como los Arellano y el Cartel de Juárez. Para 2008 se hablaba de que los zetas controlaban 20 de los 58 municipios zacatecanos. En 2009 tiene lugar la liberación de los 53 presos en Cieneguillas, lo que habla de un control en centros penitenciarios.  De 2015 en adelante, Las divisiones reportadas al interior de los zetas, y la entrada del llamado Jalisco Nueva Generación y los llamados Templarios, hace más explosiva la situación. La estrategia de estos grupos, a diferencia de los narcos de la anterior generación, es métodos de violencia extrema, control territorial y formatos de organización militar. Lo cual ha sido ampliamente analizado en múltiples estudios.

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La debilidad institucional hace que igualmente penetren a las estructuras del Estado. Con lo cual, es imposible que se presente resistencia a su avance. No es gratuito que los números presenten frecuencias cercanas al infierno: el municipio de Zacatecas tiene 27 homicidios por cada 100 mil habitantes, y Fresnillo llega a los 48. Imparable. Veamos algunas comparaciones, de 1997 a 2017: las violaciones pasaron de 85 a 222; la incidencia delictiva da el brinco de 11 mil a 18 mil (números redondos).

Ahora la penetración la vemos en los centros escolares. Secundarias y bachilleratos. Los eventos delictivos y homicidios en estos lugares han terminado por borrar la significación del indicador de abandono escolar como indicio de actividades delictivas de los jóvenes, por la razón de que ahora no necesitan desertar de la escuela para delinquir; lo pueden hacer dentro. Así, las escuelas se han convertido en centros de consumo y distribución de drogas, al mismo tiempo que en lugares de reclutamiento de cuadros. La penetración ha sido tan intensa que las autoridades se han visto impotentes para operar medidas de contención. A parte de que las autoridades han reaccionado en forma por demás conservadora, se alejan y omiten actuar en lo más mínimo siquiera. Por lo mismo, los grupos de distribuidores ‘trabajan la plaza’ sin obstáculos, libremente. En el caso de los bachilleratos, hay sincronía entre las causas que provocan el aumento de la drogadicción y las que generan bajo aprovechamiento escolar. Por ello, no es casual que los planteles con menores resultados de aprovechamiento académico sean justamente los que presenten también los fenómenos de consumo de drogas y contacto con personal delincuente. Recordemos que los niveles de reprobación y deserción son dos indicadores comunes de ambas problemáticas. Sin embargo, las autoridades educativas de ese nivel se presentan ajenas y sin visos de querer intervenir, ni en lo académico, ni en la integración de la personalidad de los jóvenes preparatorianos.

Como podemos observar, la sombra de la descomposición va tomado terreno. ¿Cómo podemos detenerlo? En los territorios, el ámbito de gobierno y hasta los centros escolares están manchados por el control de grupos del crimen. Con ello, la ética de la prepotencia, el miedo, la corrupción y el embrutecimiento gana localidades.

La única manera de hacer frente a este problema es con estrategias de Cohesión Social. Recuperando la confianza a través de capital social, inclusión generando sentido de pertenencia, e integración con estrategias de movilidad social con formas económicas que impacten a los deciles de ingresos bajos. La generación que ahora tiene entre 12 y 25 año apenas está enseñando los dientes, no ha dejado ver todo el potencial que es capaz de desplegar si no hay corrección de rumbo. El panorama es desolador. La pregunta más compleja es, ¿cuál es el sujeto social que emprenderá dichas tareas? ¿la clase política? ¿El Estado? ¿Organizaciones de la sociedad civil? No se ve con claridad. Tenemos más o menos claridad respecto a los análisis de las estructuras que generan los problemas, pero hay obscuridad en torno al sujeto que puede emprender la salida de ese laberinto. Existen hipótesis varias: la triple hélice compuesta por comunicadores libres, academia comprometida y actores sociales no cooptados. Y la hipótesis del ascenso populista. Sin embargo, son eso: hipótesis. Nada aun confirmado. La crisis no es sólo económica o política. Es todo eso y además valoral, de cohesión y generacional. Por ello, el sujeto no puede ser único, también debe ser un sujeto-complejo. Circunstancia inédita.

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