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martes, 16 abril, 2024
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Salvador Pintor Rodríguez y Armando Ovalle Marthel

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Por: La Jornada Zacatecas •

Autora: Margarita Estela Esparza Valdivia
Residencia: Guadalupe, Zacatecas, México

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De gira por Zacatecas,
la Muerte fue al Calderón,
donde Salvador Pintor
montó su exposición.

Cincuenta años de artista
y apolítico en razón,
se topó con un huelga
que ofendió a su creación.

Así le fue en medio siglo,
entre protestas y gritos.
Se le regresó el oficio
por no sé qué ciertos ritos.

Y pa’ colmo de sus males,
en pago de sus protestas,
como regalo de muertos
le escribieron calaveras.

Pintor de nombre y de oficio,
al igual que el gran Hermano,
justo se le hizo vicio
tener talento en la mano.

Restaurador de su hermano
y ya también muralista,
se lanzó incluso a editar
una singular revista.

Es La Gran Chichimeca
y la publica eventual.
Si la lees con cuidado,
no te parece tan mal.

“Lo que sí yo te reclamo,
como pudorosa Muerte,
son tus cuentos majaderos,
los niños no pueden leerte”.

“Ni ver tampoco las obras
de tus huevos de avestruz.
Debías poner oraciones
y sacarlas a la luz”.

“Podría ser como disculpa
para perdonar tu mal,
que en enmienda de la ofensa
nos pintarás Catedral”.

“Con tu estilo delicado,
con tu preciso pincel
imitando al de tu hermano
que a la estética fue fiel”.

“Te agradezco, sin embargo,
que también como escritor
me publiques calaveras
con particular fervor”.

Murió Antonio, el más grande,
más preciso y singular.
Salvador aún nos queda,
no lo dejen descansar.

Que dibuje, grabe y pinte,
aue cada año haga un mural.
Que nos lea las calaveras
al lado de Catedral.

Que publique sus revistas,
calaveras y demás.
Y que salve el patrimonio
del estado no es de más.

Que no descanse, si sigue
empeñado en mal hablar.
Que se confiese los viernes
al lado de algún altar.

Y que rece Aves Marías
con cilicio y de sayal,
y abandone el ateísmo
frente a algún santo mural.
-Como el pintado por Toño
en el Seminario ¡Guau!-

Vergüenza debía de darle
que hasta retablos pintó
su hermano como devoto,
y no él que de eso huyó.

“Ya conviértete, rebelde,
que en gracia debes morir;
aunque aspires al infierno,
es mejor al cielo ir”.

//

Armando Ovalle Marthel

De gira por Guadalupe,
la Muerte fue a la herrería,
donde estaba el maestro
reciclando oxidería.

Hermano de otro Antonio
el fundador del oficio,
también tiene en sus manos
el arte; se hizo un vicio.

Tan novedosas creaciones
no cuadran en los noventas,
pues lo del fierro era raro,
ni siquiera tenían ventas.

Creaba muchos Quijotes
de diferentes tamaños;
fabricaba más de diez
en casi todos los años.

Y le encantaban las planchas,
las llaves y los candados.
Se divertía haciendo arte
con los fierros oxidados.

Y aunque también le fascina
elaborar candelabros,
no abandona los Quijotes
y le gusta barnizarlos.

Ahora ha variado el trabajo
Y no le gusta a la Muerte.
Se involucró en el comercio,
que al parecer le da suerte.

Hasta de bazar se hizo
y le ha ido muy bien,
pero el oficio del fierro
debería seguir también.

Y no sólo como herrero,
sino como fiel artista,
y fundador del oficio,
no debía perder de vista.

“Mira a Salvador Pintor,
que sigue lo de su hermano.
Como artista es muy feliz
y hasta se conserva sano”.

“¿y qué dices del ingenio?
No te quiero en el infierno,
pero, maestro, mereces
una vuelta en el averno”.

Hasta premiadas tenías
ya algunas de tus piezas,
y al extranjero llegaron
varias ya de tus proezas.

Pasar de transformador
a comerciante y herrero,
creemos que es un error
de un amante del fierro.

Las cruces tan singulares
que has fabricado siempre
tienen ya elogio y premio
que has de merecerte siempre.

“En fin, tú elige si quieres
seguir sirviendo a Mercurio
y no imitar a Vulcano
casi como un espurio”

“Pues si dejas yunque y marro
y también las herraduras,
ya verás que en tu muerte
te las verás muy muy duras”.

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