La Gualdra 313 / Río de palabras
Un día,
o una noche
-quién sabe-
un meteorito hizo añicos
una península,
luego,
una nube de polvo y ceniza
se elevó cubriendo cielos
y tierra firme
la sal de los mares
fue una lágrima en reposo
la soledad perfecta
de millones de oscuridades
se posó en los ojos de
las bestias
y los hombres
se inventó
por fin, dirían luego
la nostalgia
la melancolía del mito antiguo de la luz
y del brillo de los ojos
de las mujeres
desde aquellos días,
nos seducen los crepúsculos
y la mirada quieta
de la mujer que ama:
vestigio inequívoco
de nuestra condición mortal
razón exacta
para creer
que dios,
el verdadero, el de ficción
y el de los niños
habita en tu mirada.