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jueves, 25 abril, 2024
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Migración forzada: tres capas de violencias

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Por: La Jornada Zacatecas •

La migración es un derecho cuando es libre el traslado de personas para realizar aquello que quieren o es su voluntad. Sin embargo, no toda migración es libre, porque hay aquella que es forzosa o hasta forzada. En la primera opción es cuando existen condiciones socioeconómicas que obligan a las personas a irse a otro lugar a fin de poder seguir reproduciendo su vida; ellos quisieran poder quedarse, pero tienen-que-irse para mantener a su familia. Y es forzada cuando reciben alguna amenaza directa a su integridad física al permanecer en su lugar de origen. Es forzosa por motivos (sobre todo) económicos, y es forzada por efecto de la violencia directa. En el fondo ambas son formas distintas de violencia, sólo que una es indirecta y otra es muy directa. La precarización de una parte importante de la población es también uno de los tipos de violencia, cosa que hace no-libres a dichas personas. Es interesante observar cómo define el “desarrollo” el llamado enfoque de Desarrollo Humano: como “alcanzar libertades”; y con ello se refieren a ser sujetos efectivos de derechos, como educación, trabajo o salud. Y estos derechos cuando se ejercen efectivamente son ‘libertades’ porque su negación hace que los individuos vean obstaculizada su realización. Por ejemplo, cuando un joven que quiera ser médico y no puede realizar ese deseo, por causas ajenas a él (como su condición de marginación), significa que la realidad económica le está quitando libertad. Así las cosas, cuando ‘puede’ ser médico (que tiene acceso a los derechos a la educación) está siendo efectivamente libre. Pues bien, toda condición que arrebata la libertad a las personas es necesariamente una forma de violencia. La injusticia lo es.

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La ausencia de bienestar es una violencia que se convierte en causa de otras violencias más directas. Jóvenes precarizados que, por esta razón, se vinculan a delincuencias como el robo; es un ejemplo de ello. Pero también, los que son obligados a marcharse de su lugar de origen, de su matria. La patria es todo el país, la matria es el lugar donde nacimos, y tiene una significación especial. Y los seres humanos somos plantas culturales, es decir, nuestra biografía depende de un suelo y un cielo específico. La migración forzosa es como arrancar una planta de su hábitat, y aventarla a sufrir el destierro. Porque, además, existe un agravante: el destierro ocurre en una circunstancia de incertidumbre o abierta amenaza jurídica. Si ya tenerse que ir es un problema, hacerlo en situación de ilegalidad empeora el nivel de violencia del que se es víctima. Hay libre circulación de capitales, pero no de personas. Por ello, los migrantes forzosos son triplemente violentados: (1) por la situación de injusta precarización, (2) por la necesidad de desterramiento y (3) por hacerlo en formato de ‘ilegal’. Y puede haber una cuarta: verse violentados por efecto de agresiones directas en el camino de su ruta migratoria. Muchas violencias sobre una misma persona. Los migrantes forzados son como un Job bíblico: se le amontonan las inequidades e iniquidades.

 

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