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jueves, 18 abril, 2024
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Nosferatu Pacheco

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Por: ALBERTO HUERTA* •

La Gualdra 312 / Río de palabras

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Escuche… escuche… los hijos de la noche interpretan su música…

Del filme Nosferatu. Phanton der nacht, de Werner Herzog

 

Para Alejandro Sandoval

 

Nosferatu Pacheco se desempeñaba en la vida como gis. Ataulfo Pacheco, pero sus alumnos le llaman Nosferatu. Su mamá, doña Leocadia, le dice entornando los ojos y dándole un pellizco en los cachetes bofos: ¡Mi amor! Mi muñeco de sololoy. Pacheco está convencido al cien de que tiene pacto con el Amigo. Pacto que ha de llevarlo de chingadazo a la fama, al power… A vivir a toda madre. El día del pacto, más bien la noche, Ataulfo se puso bien bizco. Se dio un atascón con hierba. Bien engrifado. Pacheco andaba bien pacheco en un cruce de caminos. Ahí mero se realizó el pacto. Bueno, eso es lo que cuenta Ataulfo. Pacheco evita comer camarones al ajillo, sopa de ajo y durante el día oculta sus ojos enrojecidos con unas gafas oscuras. Esa mañana, al entrar al salón de clase, en la verde superficie del pizarrón se lee: Satanás es un nombre de perro. El Diablo es una pinche mentirota kontada por los pinches curas para meter mello. Y tú… pinche puto, eres un murciélago de carnabal… Ataulfo Pacheco le temblaron las piernas chuecas, flacas. El almuerzo: tacos de moronga y una sangría Señorial (mamón) le dio un triple salto mortal en el montalayo. Un repentino cólico le recorrió todo el aparato digestivo. La saliva se tornó agria y amarga. Los ojos porcinos se agrandaron como platos. Se puso bien chapeteado. Gruesas gotas de sudor bajaron por sus cachetes aguados. La panza le tembló con ganas. Y dio una machincuepa espectacular. Bufó. El cabello engominado se le engrifó. Alrededor de los ojos se le formaron unas negras ojeras. Se le escapó un gas, de los chillones. De los que chiflan como buscapié… De fregadazo se desinfló. Sus alumnos de hicieron pendejos, pero se estaban meando de la risa, levantaron sus brazos extendidos hacia adelante, agitaron los dedos como si se estuvieran sacudiendo agua… ¡Puuuuuuuuuuuuuuto! Gritaron todos juntos. Luego, resonó en las cuatro paredes del salón una sonora carcajada y salieron en chinga arrastrando las mochilas.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_312

 

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