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viernes, 19 abril, 2024
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El favor que nos hacen

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 312 / Opinión

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Hacer arte y cultura no es fácil. No me refiero única y exclusivamente al proceso creador. La gestión de recursos, y más el tenerlos en mano, es un via crucis de quienes trabajamos para el gobierno en cualesquiera de sus órdenes. Los corajes, las preocupaciones, la impotencia son insumos del artista, promotor, gestor, mediador. Es como si al interior de la administración pública se diera la máxima: Si no se retrasan los recursos, el proyecto no sirve, o Retrasa la entrega de recurso para hacernos los importantes. De ese tamaño algunos egos.

Pienso seriamente en la posibilidad de capacitar, para sensibilizar, a los administradores (llámese como se llame su cargo). Pocos son quienes tienen la noción de la importancia de los proyectos artísticos y culturales. La mayoría percibe ese ámbito como un derroche financiero. La cultura no arroja dividendos monetarios ni cotiza en la bolsa. Por ello podemos prescindir de esos “gastos superfluos”, o en el mejor de los casos, los artistas, becarios, practicantes, pueden esperar. Diría el autor de Chin chin el teporocho: “Total, ¿qué tanto es tantito?”. Mientras más se extienda el tiempo, más réditos nos arrojará el dinero en el banco.

El desgastante proceso de cobrar (honorarios, apoyos, becas, ministraciones) pasa por un calvario de llamadas no contestadas, de mensajes de WhatsApp dejados “en visto” (igual que los inbox). Cuando no es así, las respuestas son limitadas, como seguramente es su habilidad para realizar las tareas que les son encomendadas: “no está en nuestras manos”, “tendremos que esperar una firma” (¿más de cuatro meses y no pueden obtener una simple firma?, ¿pues a quién se la solicitan?, ¿a Brad Pitt, a Salmán bin Abdulaziz, a Donald Trump? Señores tesoreros, ustedes son importantes por el cargo que representan no por sí mismos.

El solicitar a cuentagotas la documentación es una marrullería para, ya lo dije, que el dinero siga generando dinero. Hoy la situación fiscal, del proveedor y su familia; mañana el comprobante de domicilio, examen médico que no padece ninguna enfermedad venérea, evidencias del trabajo realizado (se haya hecho como se haya hecho), todo ello para “ayer”. Una semana después se percatan que la cartilla militar no está liberada y que el pasaporte jamás fue usado. Entonces se piden los mismos documentos pero actualizados. Mientras, van ideando cuáles serán los nuevos requisitos que el beneficiario de los recursos no ha cumplido. Algo debe haber.

Así es esto del arte, de la cultura, de la lectura. Este trajín –reitero-, desgastante. Uno siempre queda mal en sus compromisos porque ellos quedan mal (“lamento no poder hacer nada”, repiten como esa voz que nos notifica que el número que marcamos está fuera de servicio). Presentan, ufanos, ante los medios de comunicación los logros y la sensibilidad sociocultural de los gobiernos, cacarean el apoyo otorgado, su compromiso con el arte y la cultura (el recurso aún no “baja”), mejoran sus indicadores de desarrollo humano. Son felices porque nos hacen el favor de trabajar para ellos.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_312

 

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