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martes, 23 abril, 2024
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Un frente sin fondo

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Por: Carlos E. Torres Muñoz •

Hace algunos días se dio una entrevista conjunta con los dirigentes de los partidos de Acción Nacional, de la Revolución Democrática y del Movimiento Ciudadano, con Carlos Loret de Mola. Rescaté más dudas que respuestas, si se atiende al fondo, pues la forma, hay que decirlo, más o menos está resuelta, pues suena bien el discurso que atiende a la demanda ciudadana por un cambio en varios sentidos (de lo que no es ajeno el resto del mundo por cierto, pues hoy las democracias parecen atender, salvo contados casos, a cambios radicales hacia derecha e izquierda).

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Entristece bastante escuchar de la dirigente del PRD decir que la defensa de los derechos humanos es un falso debate. Sí, la líder del otrora partido progresista más importante en la historia de México ha renunciado a este legado para convertirse en una pobre caricatura electoral que se desdibuja a sí misma por complacer a su enemigo histórico-ideológico.

Planteo mis dudas. Primero, hay un uso reiterado del lugar común para alcanzar popularidad. El cambio se ha vuelto palabra cómoda, aunque esté vacía o sea un cambio que retrocede en contradicción con la interpretación que las mayorías buscan.

Uno de los argumentos que utilizaron para no abordar los “falsos debates” (que evidencia la absoluta ausencia de fondo en sus propuestas), es que hay problemas más importantes por delante: inseguridad, corrupción, impunidad. Vaya que gozan de una cara muy acostumbrada a su propio escupitajo, pues lanzan diarrea verbal hacia arriba en constante ¿mejorarán la seguridad pública cómo lo hizo el PAN con Felipe Calderón? ¿O cómo lo hace Javier Corral en Chihuahua, o Cabeza de Vaca en Tamaulipas? ¿Cómo lo hizo el PRD durante años en Michoacán? ¿O cómo lo hace Mancera en la Ciudad de México? Por cierto habrá que recordarle a Alejandra Barrales, que hay sendos estudios que abordan como no entrarle al “falso debate” de los derechos humanos, no solo suele ser causa de violencia e impunidad, sino que agrava la inseguridad.

En tanto a combatir la corrupción, mi duda es: ¿lo harán utilizando la fórmula Ángel Aguirre en Guerreo? ¿Padrés en Sonora? O mejor aún ¿Yunes en Veracruz, Dante? ¿A cuántos priistas –a los que culpan de los males del pasado, actuales y sí logran ganar, de los del porvenir- reclutarán para su causa? Porque en casi todas sus alianzas (si no es que en todas) han lanzado como propuesta desertores de ese partido para encabezar sus “cambios de régimen”.

No veo tampoco de dónde podría provenir el cambio de régimen, si los dos partidos mayoritarios de esta potencial coalición electoral, legitimaron y respaldaron el actual y además, han transitado por él con bastante comodidad. La reforma de Estado por la que pasamos en los sexenios del PAN, a la que por cierto el PRD se opuso consistentemente, fracasó. Luego de 1997 tuvieron la mayoría legislativa que hoy reclaman y, aunque hubo cambios, no pasaron la mayor de las veces por el consenso de sus integrantes actuales, sino comúnmente en alianza con el que hoy han declarado su adversario casi único: el PRI. Incluso, en la entrevista citada al principio, los tres acordaron que una de las reformas más significativas y emblemáticas del Gobierno actual, la energética, quedaría sin alteración ¿Cuál cambio?

¿Oposición? ¿Cuál oposición? ¿La de Ricardo Anaya cuándo votó el pase automático del Fiscal General? ¿La del PRD cuándo votó la reforma fiscal? ¿La de MC que ahora se alía a los que hace apenas unas semanas criticaba por su, justamente, falta de oposición?

El tema de la desigualdad no mereció mayor atención dicha entrevista. Ojalá los dirigentes entiendan que cualquier cambio sustancial en nuestro país pasa por dos fenómenos inherentes a nuestros problemas: la desigualdad y la corrupción y que ambos empeoran el estado de la cuestión de los derechos humanos.

Ese discurso ya tiene una larga historia en nuestra transición democrática. En 2000 fue bastante popular, logrando una decepción histórica en la alternancia que con ello se logró. Sacar al PRI de Los Pinos no solo no bastó, complicó en muchos sentidos la gobernabilidad y llevó al Estado a regiones de incapacidad e impotencia.

Hay que decirlo aunque se enojen mucho, esta propuesta de cambio es gatopardismo pleno. Tiene una forma, pero carece de fondo. Si el cambio propuesto es para volver al 2000 en temas de gobernabilidad, al 2010 en temas de seguridad o a los 70s en cuanto a lo económico: así estamos bien, gracias.

 

@CarlosETorres_

www.deliberemos.blogspot.mx

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