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martes, 19 marzo, 2024
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¿Hacia dónde vamos?

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Por: Óscar Gabriel Campos •

“El precio de desentenderse de la política
es el ser gobernado por los peores hombres”
Platón

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El Derecho Electoral es una rama del Derecho Público y como tal constituye una de las materias más delicadas y ricas del universo jurídico. No sólo abarca la organización de los comicios, también la conformación misma del Estado y el sistema político, entendiéndose como el resultado histórico y el objeto de transformación constante para el perfeccionamiento del propio Estado y de la organización social.

El estudio del Derecho Electoral nos lleva también a adentrarnos a un concepto por demás antiguo y ambiguo como lo es “el poder”, su estructura y su ejercicio; los medios para acceder a él y los medios jurídicos para permanecer en él.

La materia de estudio nos permite mantener una relación con las Instituciones Jurídicas y Políticas del Estado Mexicano, comprenderlas y criticarlas para dar paso a su transformación.

La legitimidad de los procesos electorales de un estado es un tema que debe ocupar al especialista en Derecho Electoral, quién debe dotarlos de transparencia, efectividad y eficacia.

El dominio de las doctrinas del Poder y del Estado va a constituir las bases de todos los elementos que le siguen al proceso electoral. El conocimiento, análisis e interpretación de la ley serán las herramientas fundamentales para el profesional de la materia, quien debe tener vasto sentido de todo ordenamiento político, lo que le va a permitir hacer estudios objetivos y útiles de ésta rama del Derecho.

La especialización de los juristas hoy en día, más que una cuestión de crecimiento personal, significa una necesidad de la sociedad para hacer frente a todos y cada uno de sus padecimientos de manera específica y completa.

Hoy se encuentran reguladas algunas figuras como el financiamiento público de partidos políticos, acceso a escaños por la vía plurinominal, coaliciones electorales, candidaturas independientes, voto de los mexicanos en el extranjero en el caso únicamente del Presidente de la República y gobernadores en algunos estados, formación de nuevos partidos políticos, la reelección de legisladores y ayuntamientos, sin embargo enfrentamos un problema: el hartazgo social específicamente sobre los políticos. Esta condición ha degenerado en una especie de anarquía, viviendo en mundos diferentes que son el real, el irreal y el ideal, convertidos en un círculo vicioso.

Necesitamos reivindicar la política y que quienes ejecutan las acciones de gobierno, la corrupción, la ineficacia en el quehacer gubernamental, la falta de oficio, de sensibilidad, es decir, los políticos, garanticen que las políticas públicas beneficien a la sociedad en su conjunto, a las mayorías y no sólo a unos cuantos.

La frase de Otto Von Bismarck “Un político piensa en la próxima elección y un estadista en la próxima generación”, nos obliga a la reflexión, es cierto que nuestro sistema requiere de cambios, bienvenida la crítica constructiva, propositiva  y con altura de miras ¿cuál es la reforma de Estado y Política que tenemos pendiente en México?.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) planteó, cero a los plurinominales o llamados senadores o diputados de partido, eliminación total del financiamiento público a partidos políticos, ¿de verdad estaremos preparados para esta medida? Cuando en su momento sirvió para el equilibrio y fortalecimiento del sistema de partidos y trajo como beneficio la transición democrática o al menos permitió la alternancia en la máxima magistratura federal, algunos estados y en diversos municipio del país, terminó con la hegemonía de un solo partido; ¿estaremos dispuestos a que lleguen los poderes facticos y tomen el Poder?, algo que debe permanecer en los ciudadanos; ¿estaremos dispuestos ceder esos espacios al  empresariado que su objetivo es netamente comercial y de negocio o al clero?, el resultado será vírgenes monumentales y ¿El Estado Laico?; a organizaciones no gratas, ¿estaremos en el camino correcto?.

Si la principal función del gobierno es generar el bien común, la prioridad debe ser garantizar el bienestar del mayor número de ciudadanos. Entonces el camino es reformar la política. Las instituciones deben atender a la gente y no servirse de ella.

El artículo 3 fracción II, inciso a) de la Carta Magna señala que adoptamos el sistema democrático como una forma de vida, sabemos que la democracia no es perfecta, sin embargo, es el mejor sistema posible que tenemos los mexicanos para lograr el control del gobierno dividido en sus tres poderes a saber Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que vengan las reformas necesarias que convengan al bien común y que empiece la discusión, toda vez que finalmente tiempo tenemos.

El 7 y 8 de septiembre pasados, iniciaron los procesos electorales, el local y el federal respectivamente y mientras no concluyan los mismos no podrá haber reformas electorales, los temas están planteados y más que se puedan sumar por las distintas fuerzas políticas, ahora a diseñar el qué, el cómo y el para qué.

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