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jueves, 25 abril, 2024
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El libro de Gloria Fuertes (Blackie Books)

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Primera advertencia: no le huyan. A mí me ocurre que cuando veo libros de poesía voluminosos termino por escapar de ellos. Estoy seguro. Así se trate de las obras completas de algún Premio Nobel de Literatura. No los voy a leer. Quizás los utilizaré para aplanar documentos importantes. Quizás y hasta me dé la oportunidad de llegar al prólogo. Pero no más. Un libro voluminoso, pongamos de más de 200 páginas, es en sí un insulto al lector y a la ecología. Así se de Octavio Paz. Así sea de Luis Cernuda. Los editores que tienen tan gran idea seguramente son ratones de biblioteca, divorciados, con cuatro hijos, sin ninguna amante y diez deudas con distintas instituciones financieras.

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De la poesía se debe leer poco y entre más poco leas es mucho mejor. Aquí cabe hacer una distinción de géneros literarios. La poesía exige más de un lector. Cada poema está estructurado de tal forma que cuando lo terminas de leer sabes si sigues con vida o si has quedado muerto en cualquier banqueta. Poesía hay que leer, pero buena poesía y poca. Esto es algo que aún no entienden los jóvenes poetas. ¿Resultado? A los treinta o cuarenta ya nos hablan de obra completa, de antologías. Y nos gana la risa. Nos escondemos detrás de un poste para orinar.

El caso de Gloria Fuertes es totalmente opuesto. Si he de confesarlo, diré que hasta antes de esta antología de poemas y vida no conocía nada de ella. Tampoco es que sea obligatorio conocer. Si va uno por el mundo cargado de conocimiento inútil corre el riesgo de convertirse en idiota. Y de idiotas está lleno el mundo no sólo de la crítica literaria sino de los que reseñan libros con tan sólo leer las cuartas de forros. Gloria Fuertes llegó a mí en el momento adecuado. Para quien sea entendido en la materia sabrá que los poetas llegan puntualmente, tienen un reloj con el cual nunca faltan a las citas. La pregunta de los 64 mil pesos: ¿quién carajos es Gloria Fuertes? Una mujer que aprendió a inventar antes que escribir. De niña comienza a escribir (atribuye a los poetas una particular tristeza) y se jacta de no contar con ningún tipo de técnica o influencia para hacerlo, es decir, escribe tal y como escucha que se habla. De aquí nuestra primera importante pista: el ritmo.

Vamos a doblar la pregunta: 128 mil pesos. Gloria Fuertes nace en Madrid, España y considera a la poesía un misterio y al poeta un elegido. Hasta aquí algunas de las referencias bibliográficas. Vamos directamente al libro.

De un tiempo a esta parte, la editorial Blackie Books ha sacado a autores que, a mi parecer, valen mucho la pena. Y si a eso le suman el bello trabajo que hacen con cada una de las ediciones podríamos tener el cóctel perfecto para emborracharnos. Algunos de mis amigos me han comentado que el precio de sus libros es muy elevado. No lo sé. Si he de ser sincero tiene más de dos o tres años que no entro a una librería. Sin embargo, sí sé que cuando un libro te gusta lo compras, cueste lo que cueste, vamos, es cultura, y si se nos hace caro no es porque no contemos con el dinero para adquirirlo sino porque no se nos hace sano gastar tanto en un libro, pero sí en una parranda con los amigos o en el salón de belleza. Hagan comparativos. Comprobarán que gastan más en otras cosas. Les sugeriría que hurtaran el libro, pero es voluminoso, dudo mucho que no los agarre el vigilante, no se busquen problemas.

Mi recomendación para leer a Gloria Fuertes es que abran el libro donde sea. En verdad. Y, sobre todo, que lean su poesía en voz alta. La voz alta es altamente indispensable cuando se quiere aprender el ritmo de algún poeta o de algún prosista. Por ejemplo, la prosa de Faulkner en inglés es altamente deliciosa. La poesía de Garcilaso de la Vega nos enseña que ya para entonces él era considerado el mejor sonidero de la época. Y la poesía de Gloria Fuertes nos enseña que aquella sentencia de Octavio Paz en El Arco y la Lira se cumple en su totalidad. Lo que ella hace es cantar y contar, tal y como señala  Octavio Paz de los mejores poetas.

Ante todo la musicalidad. Es decir, Gloria Fuertes parece no escribir poemas sino canciones, pero canciones que antes de serlo son poemas, tan bien estructurados están tanto en su métrica como en su ritmo. Se deja leer y se deja memorizar. Y uno se divierte. Porque hay que quitarle ese escudo de seriedad y solemnidad mamonas a la poesía. Sabemos que muchos jóvenes poetas lo son, ni modo, ya los perdimos, y son viejitos prematuros a la espera de la jubilación incluso antes de escribir algún verso decoroso. Con Gloria Fuertes no es el caso. Este libro es una aventura no sólo textual sino gráfica, y en mucho se agradece al editor y a todo el equipo de diseñadores de Blackie Books. Hace ya algunos años me tocó estar en la fiesta de presentación de la editorial. No le daba de vida más de unos cuantos meses, pues el catálogo que presentaban, y que presentan, es en su mayoría totalmente desconocido para los lectores mexicanos. Sin embargo, me taparon la boca con títulos que actualmente resultan imprescindibles en cualquier biblioteca que se precie de serlo.

Si Gloria Fuertes hubiese vivido en la Ciudad de México no habría sido poeta, de eso estoy seguro. Habría sido rumbera, cabaretera, como se les llame, tal es el ritmo que lleva impregnado en cada una de sus palabras. Hay poemas dentro de esta antología cuyo eje central es el ritmo a lo Nicolás Guillén. Ese repetir sonidos hasta dar con un significado preciso, contundente. Hay poemas que, insisto, merecerían ser canciones, eso en caso de que encontráramos a un cantante que diese los tonos.

Desde mis años de colegial me quedó claro que la poesía es el más exigente de los géneros literarios. Es como una operación a corazón abierto. Basta que te equivoques en una rima, en un conteo y se te muere el enfermo. Quizás por eso disfruto más el leerla que el escribirla. Y creo que Gloria Fuertes estaría de acuerdo conmigo. Sin más trabajo que el de la palabra y sus extraños mecanismos. Sin más solemnidad que la musicalidad de cada verso, como quien juega a componer canciones mientras pasa el recreo en la escuela.

Una poesía de corte anecdótico y conversacional. Lejos quedan de Gloria los experimentos de hacer y deshacer con la escritura. Ella se concreta a cantar y contar, ya lo he dicho, y sin tantos vericuetos nos deja el mejor sabor de boca que puede dejar una poeta de la talla de ella, quien acaso nos enseña que, antes que aleccionar, la poesía es la muestra más clara del ritmo entre los seres humanos.

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