La solidaridad es uno de los valores humanos más importantes y esenciales, es lo que hace una persona cuando otra necesita ayuda, es la colaboración que alguien puede brindar para que se pueda terminar una tarea en especial, es ese sentimiento de ganas de ayudar a los demás sin intención de recibir algo a cambio.
Los hechos que han sacudido a nuestro País desde el pasado 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas, y posteriormente el trágico 19 de septiembre en Ciudad de México, Puebla, Morelos y en Estado de México, entre otros, han sido de profundo dolor y de daños incalculables, pero dentro de este “apocalíptico” periodo también ha surgido un fenómeno de solidaridad que pareciera que habíamos perdido. Como parte de mi responsabilidad institucional he atestiguado directamente en Oaxaca, Ciudad de México, Morelos y Estado de México como la solidaridad de los mexicanos está vigente y más fuerte que nunca.
Jóvenes y otros no tanto, hombres y mujeres, nuestro ejército, la Policía Federal y la ciudadanía en general, por igual, se han volcado para ayudar a los que menos tienen, con acciones de rescatistas hasta donadores de víveres, el gesto solidario está a flor de piel.
Afortunadamente ya se ha escrito mucho sobre este gran fenómeno que está pasando en nuestro país y que bueno que sea así, por ello me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el tema de la solidaridad y las instituciones, y como pareciera que los mexicanos tenemos una gran oportunidad para empezar de nuevo una gran reconstrucción, no sólo de las viviendas, edificios o iglesias dañadas, sino también una gran reconstrucción de nuestras instituciones.
Varias de las instituciones públicas tuvieron su origen en la lucha revolucionaria y en el reclamo de los derechos de los que menos tienen, pero también su esencia y funcionamiento tiene que ver con el principio de la solidaridad, por ejemplo, la educación pública y la seguridad social no pudieran estar vigentes si los ciudadanos de manera solidaria no se comprometieran a pagar sus impuestos y lo hicieran de manera correcta, lo que se incrementa porque desgraciadamente el modelo económico predominante en la mayor parte del mundo (capitalismo-neoliberalismo) tiene en su esencia un funcionamiento que en ocasiones se contrapone con el principio de solidaridad.
En el modelo vigente, la competencia, el individualismo y la ganancia sobre el beneficio colectivo son elementos fundamentales para el éxito. Cuando estos elementos se enfrentan con las instituciones cuya esencia es la solidaridad, necesariamente se produce un conflicto y una lucha permanente donde gana el más fuerte. No es mi intención señalar que fuerza debe ganar en México, lo único que comentaré es que las instituciones que se alimentan de la solidaridad hoy más que nunca requieren fortalecerse.
Mi humilde propuesta es que este doloroso momento para nuestro País y para miles de ciudadanos se vea también como una oportunidad de reconstrucción, no sólo de los daños físicos, sino también de nuestras instituciones y de los principios que nos rigen como mexicanos, es momento de volver a poner en el centro, la solidaridad, honestidad, compromiso y la trasparencia. De igual forma debemos pensar en la reconstrucción no sólo en términos de vivienda, sino también como un todo integral que considere ciudades sustentables, resilientes y comunicadas, la tarea que viene para nuestro País es enorme y no puede quedar en manos de una sola parte, se requiere de un trabajo en equipo, un trabajo solidario que vaya más allá de ideologías e intereses particulares nuestro País lo vale y nuestro país puede hacerlo, estoy convencido de eso. ■
