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viernes, 19 abril, 2024
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Un gran barco de remos y al timón: los jóvenes

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 310 / #FuerzaMéxico

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La palabra solidaridad ha aparecido con recurrencia los últimos días no sólo en los medios de comunicación y en las redes sociales, la palabra está presente en las calles y en los hogares de este país que en los últimos años ha sido golpeado repetidamente por las crisis económicas y recientemente por una ola de violencia sin precedente a la que parecía nos estábamos acostumbrando por la normalización con la que recibíamos noticias diarias sobre asesinatos, secuestros, balaceras, desparecidos… La ciudadanía en general parecía que lejos de poder organizarse para levantar a un México caído se quedaría quieta, pero no. Nada nos hace más fuertes que sentirnos útiles para ayudar a quienes más lo necesitan.

La solidaridad sí es parte de nuestra cultura; porque las acciones sólidas y consistentes emergen cuando, como en eventos como los del terremoto, comprendemos que los “otros” somos todos; que todos somos vulnerables y que nos necesitamos. He visto durante los días pasados muchas escenas conmovedoras, pero quizá, la que hasta ahora me ha hecho reflexionar más es aquélla en la que un grupo de voluntarios jalan fuertemente y de manera coordinada, una losa de concreto. Como si de un gigante barco de remos se tratara, hombres y mujeres de todas las edades logran levantar ese gran muro derrumbado para que los rescatistas continúen con su labor. Son los mexicanos los que han despertado de un aparente letargo, los que han propiciado que los partidos políticos “renuncien” a un dinero que les había sido otorgado para sus campañas; y ojo, aquí hay que decir que renunciaron –presionados por el pueblo- a esos recursos que son producto de nuestros impuestos, no es que los hayan donado. La voluntad de los mexicanos entonces puede levantar losas y puede redirigir el rumbo de este barco. Al timón están los jóvenes y qué bueno.

Este barco de remos, movido por miles de manos hacia un rumbo fijo, la supervivencia y el redescubrimiento de la esperanza se manifiesta nuevamente cuando veo los esfuerzos que desde distintos puntos de la república se están realizando para instalar centros de acopio y para obtener recursos económicos que deberán ser depositados en las cuentas de la Cruz Roja, o de proyectos como el encabezado por el Mtro. Toledo en Oaxaca. Sí, es difícil confiar en que los recursos llegarán a donde deben, pero tenemos que hacerlo, tenemos que volver a confiar en que las cosas pueden hacerse con buena voluntad; no está de más, sin embargo, vigilar que así se haga. Un grupo de becarios del Conacyt, a través de las redes sociales ha implementado ya una estrategia para vigilar que así se haga, ésta consiste en formar distintos grupos de apoyo entre los que se encuentran abogados, gente que se encarga de cuestiones estadísticas, de contactos con redes internacionales, de personas dedicadas a la informática que pueden contribuir a que la información y la ayuda fluyan, etc., y esto es sólo un ejemplo de todo lo que se está haciendo.

No puedo dejar de mencionar a los artistas; no me he cansado de decir en días pasados que una vez más nos están poniendo el ejemplo. En las zonas devastadas hay creadores que de inmediato tomaron un pico y una pala para sumarse como voluntarios, no han descansado desde el primer día. En Zacatecas, las acciones implementadas por gestores culturales, fotógrafos, artistas plásticos, músicos, teatreros, bailarines y escritores quedarán grabadas en nuestra memoria por mucho tiempo: conciertos en el Teatro Calderón, en las calles; fotógrafos intercambiando imágenes por víveres; poetas intercambiando libros por medicamentos; pintores donando obras para subastas… Todos ellos también son parte de este barco en el que vamos todos, empujando; unos más otros menos, eso es cierto, pero por favor, no nos distraigamos.

Esta semana seguirán las acciones a favor de los damnificados, pero no olvidemos que también el 26 de septiembre conmemoramos el tercer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Así, con el puño levantado y haciendo un silencio por las víctimas, recordemos que hemos de seguirlos buscando, hasta encontrarlos.

 

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https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_310

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