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viernes, 19 abril, 2024
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Memoria, identidad y resistencia

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Alba de papel

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Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia
León Gieco

Lo que antes fue, ya no es. El idilio del pasado expresado en tiempos de aparente paz y trabajo, hoy ha sido desenmascarado con crudeza por una realidad inimaginable que por décadas se alimentó de la injusticia, la desigualdad y el odio, resultado de la incapacidad del gobierno para resolver  problemas estructurales  que se ignoraron y  que negativamente hoy se  han recrudecido, dando pie a una violencia imparable, una corrupción “normalizada” y una enajenación cultural de dimensiones alarmantes dentro de un laberinto que pareciera no tener salida.

La incertidumbre ha extendido sus potentes alas en una población perpleja por lo que cotidianamente ocurre y  lo tiene que padecer porque así son las cosas y aquí nos tocó vivir. Temiblemente la política formal se debilita, la educación se cierra al concepto ceros, la composición de la familia se agrieta bajo un modelo de cambios constantes y ausencia de autoridad; se incrementan la agresión y los crímenes contra las mujeres y los niños, los medios masivos de comunicación usurpan y peligrosamente llenan el vacío social, la  cultura se ha subordinado a un mercado capitalista y ha sellado sus labios con granito.

En Zacatecas esta problemática ha alcanzado niveles insólitos, donde en efecto, como mucho se ha dicho,  la celebración del Grito de Independencia no alcanza ningún principio axiológico, ni toca las fibras sensibles de la identidad, porque no hay una reflexión profunda acerca de sus componentes, de su historicidad y se ha convertido en un espacio festivo para desfogar tensiones,  aturdirse bajo el potente umbral institucional de que al pueblo pan y circo y le bastará para seguir resistiendo, una y otra vez.

Nada que celebrar en un Estado y quizá también un país, donde la pobreza ha dejado de ser un problema de estructura, para convertirse en un signo de identidad, un espacio en el que se reparten culpas y no se asumen a cabalidad por falta de compromiso, donde se visualiza a un gobernante rebasado por la complejidad de los problemas, identificado más como amigo de sus amigos, que está aprendiendo el oficio de la política, con una cualidad que ojalá no pierda –porque es el fin último de la vida-, la de ser un hombre bueno..

En fin,  hay una larga lista de pendientes que agravian a la sociedad,  por lo que es urgente analizar el tema de la cultura como el aspecto expresivo y simbólico que es de toda práctica social, con una propuesta que muchos han pensado ya y que incluso están actuando, para establecer en la entidad, un gran movimiento cultural que por un lado, revise su binacionalidad y las formas de relación con los inmigrantes y sus comunidades de origen, asimismo, buscar el  fortalecimiento genuino de las regiones que conforman el territorio zacatecano; por otra parte, dinamizar la comunicación con  los artistas, promotores culturales, consejos ciudadanos, grupos y asociaciones a favor de la cultura, que centren sus esfuerzos en los aspectos de internalización e identificación acerca de quiénes somos y lo que entendemos por “zacatecano” , con una proyección a futuro.

Bueno sería abrir con prontitud,  espacios de reflexión  que incentiven la participación y  la convivencia social, con el objetivo irrenunciable de promover la pertenencia y la inteligencia social, a través de la identificación de valores y su resignificación, con perspectiva de cambio positivo para enfrentar la realidad y proponer una redifinición de resistencia social frente a la problemática.

Muchas voces, muchos artistas, representantes de distintas disciplinas podrían formalizar una cruzada por lo que significa Zacatecas, que es mucho más que sus problemas, es fuerza y pálpito vital… es la esperanza prometida. Ahí está, la extraordinaria comunidad artística e intelectual de la Universidad Autónoma de Zacatecas que por un momento, deberá dejar de lado, la infame carga de su desasosiego presupuestario, escalafón de grados y su  – al parecer- inevitable ingreso a la Reforma Educativa, para comprometerse con más fuerza  para recomponer el tejido social.

Desde el campo de la cultura, propongamos una revisión exhaustiva de la modernidad, de los componentes negados del México y Zacatecas profundos, de lo blanco y lo negro, lo masculino, lo femenino y lo homosexual; escudriñemos en la transformación de la geografía que ha desdeñado los barrios para favorecer circuitos urbanos cerrados para vender un concepto de seguridad. Hagamos acuerdos sobre la diversidad y que el respeto sea la nota mayor.

Discutamos como el espacio público está adelgazando peligrosamente y como se ha incrementado la venta cultural a domicilio, transformando las atmósferas culturales en algo que no sabemos dónde parará

Desde la cultura y el arte, propiciemos una nueva mentalidad que nos permita entender la tensión aguda entre centro y periferia, entre lo público y lo privado, lo bueno y lo malo, pobreza y riqueza, centralización y descentralización, apatía y solidaridad, cobardía y valor,  para asumirnos como una colectividad comprometida que enfrenta sus desafíos.

Toda identidad es una relación social, hagamos posible que la crisis que vivimos, se convierta en una oportunidad para afirmarnos como zacatecanos. Ánimo y fortaleza para todos y una felicitación perenne a las Morismas de Bracho, por mantenernos viva la esperanza.

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