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jueves, 25 abril, 2024
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Turismo y cultura

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Hace dos semanas se tocó el tema del turismo cultural en esta columna como una forma de “vender” los encantos de la ciudad a través de múltiples acciones que pueden ser tomados en cuenta y que ya existen dentro del inventario cultural del estado y particularmente de la capital. Para empezar se cuenta con una infraestructura sobresaliente y de primera mano, por ejemplo, el montón de museos que cada día cobran más vida como tales y que pueden ser sedes de diferentes quehaceres que llevan implícito el hacer cultural; sin embargo, la mayoría de ellos se manejan desde esquemas muy tradicionalistas en su funcionamiento, puesto que sólo abren sus puertas para proporcionar el servicio museístico y no más. Debieran diseñarse mecanismos que permitieran el uso aunque sea moderado de sus espléndidos espacios físicos para promover alguna forma de cultura adicional como artes escénicas, exposiciones plásticas, recitales, conciertos, teatro, talleres y otras disciplinas nacidas del sentimiento popular y el sofisticadamente desarrollado que día a día tienen que luchar a brazo partido, partiendo de la iniciativa de los creadores.

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La situación anterior enfrenta a dos partes indispensables en el desarrollo cultural del estado y el afianzamiento de la cultura regional. El estado insiste en mantener un discurso a todas luces incongruente cuando afirma que su principal objetivo es el desarrollo de los procesos educativos y culturales, pero sin aportar un presupuesto sólido y una voluntad política respaldada en la económica para propagar lo que se hace por parte de la comunidad creativa. Los creadores tienen que estar tocando puertas públicas y privadas para ser promovidos en sus inquietudes, puesto que para ser artista, antes que nada hay que comer (los únicos que viven sin comer son los poetas, pero esta comunidad se cuece aparte) y, ni existe una promoción mínima para que esto suceda ni existe una visión cultural entre la población general. A un año de haber entrado en funciones el actual gobierno, debe considerar que el desarrollo cultural cuesta y hay que invertirle. Los modelos de enseñanza aprendizaje, el arte y la cultura deben ser apoyados espléndidamente contra viento y marea y hacerlo desde una perspectiva a ras de piso aspirando así a que algún día los ciudadanos de a pie muestren facetas de comportamiento y conocimiento a los que se les pueda llamar educación. Cuando se renuncia a la educación, se renuncia a todo, empezando por las probabilidades de sobrevivir.

Ahora bien, mientras que cada vez más se ven recortados todos los presupuestos que tienen que ver con salud, vivienda, educación, cultura, investigación científica y protección ambiental, en el entorno local se ha visto un incremento en la cantidad de hechos delincuenciales y tanto las instituciones como la ciudadanía se han enganchado en la creencia de que para mejorar la seguridad hay que invertir en la violencia de estado. Esto se ha venido haciendo desde hace mucho tiempo y los resultados son nefastos.

El eslogan de la ciudad de Zacatecas la exhibe como una Ciudad Educadora, la misma munícipe en su informe arengó emotivamente hacia una visión de este tipo y contrarrestar un poco los efectos de la mercadotecnia etílica que han hecho del Centro Histórico algo similar a todos los puntos de atracción nacional: una cantina gigantesca. ¿Por qué no permitir que deambulen en la ciudad los grupos de jóvenes que se dedican a hacer corridos, canciones o arreglos de buena calidad que compitan con las que hoy día proliferan en todas partes con temas nada edificantes que tratan con asuntos de depravación y actividades sin sentido, para decirlo de un modo amable. Hay que promover el arte, la cultura y la educación ahí donde hace falta y no concentrarla solamente en los centros culturales.

La universidad, por ejemplo, debe proyectar sus ya casi cincuenta años de historia saliendo de sus burbujas y hacer una auténtica difusión cultural e intercambio de todo tipo. Esto sería un gran ejemplo para todas las escuelas de enseñanza media superior y superior a lo largo y ancho del estado. Entonces podríamos hablar de ofertas culturales y educativas que servirían de punto de partida para hablar de la internacionalización de nuestra cultura desde una visión exógena y lo endógeno sería ir más allá de la promoción de espectáculos caros para agotar los presupuestos y dejar en la ignominia a los educadores, artistas y creadores locales.

En esta forma se pueden atraer, además de turistas, estudiosos de todo tipo, artistas, profesionistas, investigadores y gente que aporte al desarrollo del estado una visión del mundo que se contraponga a la violencia, la incivilidad, la incultura y que desarrollen formas productivas y fuentes de empleo que partan de la sostenibilidad y no se relacionen con la depredación y la devastación del territorio del estado.

Pero parece que esta hermosa ciudad y el resto del estado, están regidos por una burocracia, a la que le da flojera pensar con amplitud de miras, o no puede, o no quiere, o peor aún, no sabe. Pero no se tome como algo personal, como una crítica de mala leche, a fin de cuentas, el resto del país está igual…, o peor.

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