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martes, 16 abril, 2024
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Las políticas contra la inseguridad en Zacatecas: ¿qué otro camino?

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

En Zacatecas se ha desatado el infierno. Con tanto homicidio doloso en pleno día y a cualquier hora, la población nos sentimos vulnerables: a todo mundo puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. La percepción de inseguridad por exceso de violencia abierta se ha tornado morada. Los números son brutales desde el 2014 a la fecha, los homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes (que constituye el indicador) pasó de 10 en el 2014 a más de 30 en el 2016; y este año rebasará con mucho esa cifra. La campaña que hizo el gobierno en el sentido de que era una ‘matanza entre ellos (los malos)’ quedó ya atrás. La afectación de la población abierta es evidente. Por ejemplo, una manera de saberlo es el aumento de otros delitos donde la gente normal es vulnerada, y así, por ejemplo, el abigeato en Zacatecas es de una tasa de 22, mientras que la nacional es de 5. O los secuestros, la tasa nacional es de 0.9 y la estatal de 2.3; distancias enormes que muestran a Zacatecas pintada de rojo. Así las cosas, cuando cruzamos esos diferentes tipos de delitos queda evidenciado que en los homicidios, en muy alto porcentaje, las víctimas son de la población normal que es hostigada por los criminales y no sólo son casos de matanza entre ellos.

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Será que el 78% de la población de Zacatecas es urbana que la frecuencia delictiva se concentra en la zona metropolitana, Fresnillo, Zacatecas y Guadalupe. Al igual que los problemas de logro educativo, es ahí mismo donde se aglomeran los malos resultados. Los diagnósticos sobre el tema señalan que es un problema que se concentra en un cierto sector de la población: los jóvenes. El 87% por ciento de los incidentes son cometidos por ellos. Y las causas son de sobra conocidas y estudiadas, entre las que están la falta de empleos y opciones educativas pertinentes. La pobreza cultural de los mismos que arrojan números preocupantes, por ejemplo, el hecho de que el 30% de los jóvenes zacatecanos no dedica tiempo a ninguna actividad cultural que vaya más allá de la escuela o el trabajo. Si sumamos a esto el número de deserciones o abandono escolar en el bachillerato, significa que hay un cúmulo de jóvenes en precarización económica, sin expectativas educativas y empobrecidos culturalmente. Ese cúmulo de jóvenes son los vulnerables frente al crimen que los recluta y los bestializa. ¿Hay alguna política o estrategia para localizar a esos jóvenes y ofrecerles alguna salida a su situación de vida precaria y lumpenización cultural? NO. No hay. Son alrededor de 130 mil jóvenes en este grupo de lumpenización precaria (LP), que se convierten en los potenciales candidatos para operar el crimen. Los jóvenes LP están abandonados, y son los que necesitan más atención.

Ahora bien, la respuesta policiaca al problema de la violencia es y seguirá siendo impotente. Ni las capacidades mínimas tiene el estado para operar un modelo policiaco para enfrentar la violencia. Por ejemplo, entre policía estatal y ministerial suman 1,262 efectivos. Aun sumando los 998 municipales (que suman 2,250) son insuficientes para operar con mínima eficacia. Son números ridículos para sostener un modelo policiaco de seguridad pública. Para tener el mínimo que recomienda la ONU, faltaría contratar a 3,742 policías adicionales. Pongamos por ejemplo al municipio de Guadalupe, con casi 190 mil habitantes y 156 policías.

En cambio, si el gobierno se viera no como el que tiene que resolver el problema de la violencia solo, sino coordinar una respuesta social al mismo, entonces se pueden hacer muchas cosas. Si los 3,742 lugares que faltan en la policía, se usan para contratar activadores sociales entonces se pueden atender cientos de polígonos para localizar a los jóvenes LP, vulnerables con la delincuencia, y trabajar con ellos a partir de un buen modelo de intervención. En ese modelo se puede incluir actividades de cohesión social y estrategias de inteligencia social que localice las viviendas que son usadas como centros de operación de los grupos delincuenciales. Con eso hay forma de desmontar las actividades de esos grupos, al mismo tiempo que se elaboran las bases para evitar que los mismos sean alimentados con nuevos integrantes. El trabajo reticular en los territorios y la ampliación de la participación metódica de la sociedad, puede traer resultados positivos en poco tiempo. En 2 años la realidad de la seguridad en la entidad puede ser otra. Veo las condiciones para emprender algo así: una sociedad con urgencia de hacer algo, academia dispuesta y algunos personajes en el gobierno con apertura. Valdrá la pena intentar otro camino.

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