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jueves, 18 abril, 2024
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Esther Seligson. Sueños, deseo, libertad

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 307 / Libros

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Una mujer sigue a un hombre por la ciudad. Lo vio, en un principio, delante de ella, en unas escaleras eléctricas que avanzan hacia arriba. Ya es tarde, quizás las quince horas de una temporada en la que el clima se vuelve estival. Pero lo sigue.

¿Quién es este hombre? “Si me adelanto —leemos en “El buboso”, el relato que en el 96 Esther Seligson publicara inserto en el libro Hebras— lo perderé de vista y sencillamente no podré voltearme y verlo de frente con descaro”.

¿Quién es? “Pordiosero no es”. Lo sabe la narradora omnisciente, misma que lo sigue y observa, y es que él acaba de arrojarle “unos centavos sin detenerse apenas” a “un chico muy joven, desaliñado”, que invade el espacio con una “guitarra mal rasgueada”.

¿Quién es? “¿Será Borges? Ni sé por qué se me ocurre”, se cuestiona la mujer, ya cerca de llegar, siempre atrás del hombre, a “otra escalera eléctrica que por suerte funciona”.

¿Quién es?

Arcanos como éste se multiplican en la obra narrativa de Seligson (1941-2010), autora a la que lectores y críticos incluyen en el listado de los escritores mexicanos de culto. Para fortuna de todos, tanto como para recrearnos en la comprobación de esta aseveración, acaba de publicarse (Malpaso) una cuidada selección de sus creaciones breves, Cuentos reunidos, con prólogo de Sandra Lorenzano y selección y epílogo de Geney Beltrán Félix.

Una escritora —estudiosa de la astrología, el tarot y la cábala— que independientemente de la práctica de los géneros literarios, novela, poesía, ensayo, aforismo, consiguió la concepción de un mundo. El mundo de “los sueños, el deseo y la búsqueda insaciable de una libertad que, aun sabiéndose herida, no abandona la marcha [que] marcan sus letras”, a decir de Lorenzano.

Orgullosa de sus condiciones de errancia y peregrina, en tanto a su pertenencia a la cultura judaica y de provenir de una madre rusa y un padre polaco, Seligson comenzó su carrera literaria desde muy joven, logrando publicar en diversos suplementos culturales. Su interés por la literatura la llevó también a la academia, el teatro y la traducción. Baste decir que fue la primera que en México trasladó la obra de Emil Cioran. (Otras de sus presencias fueron Lévinas, Jankélevitch, Pessoa, Rilke, Yourcenar y Jabes).

La escritura de Seligson, no siempre agrupada editorialmente de manera correcta y justa para su dimensión, “nace siempre de la más profunda de las búsquedas, conjugando el rigor intelectual con una anhelante necesidad de caminos y hallazgos espirituales”, acota Lorenzano.

“Esto se percibe en todos y cada uno de los cuentos de esta antología —precisa la prologuista—. En ella podemos ver la coherencia de su recorrido creativo y vital, sus deslumbramientos poéticos y filosóficos, sus pasiones espirituales. Lo lírico y lo narrativo se alimentan aquí del amor a las palabras, con las que recupera un intimismo denso y rico. Lo emocional es la materia esencial de los relatos, recuperado fundamentalmente por medio de los sentidos”.

 

Talante experimental

“Atípica”, dice Beltrán Félix, la obra de Seligson —habrá que anotarlo desde ahora— no parece de sencilla lectura ni comprensión. Sus riesgos (“talante experimental”) son mayores; también con ello los disfrutes y entendimientos que se producen en el lector.

Renuente a la convicción aristotélica que pide organicidad a la creación artística, en buena parte de sus textos la autora actúa con insumisión ante aquello que considera usual o imprescindible en cierta franja más hospitalariamente recibida por el mercado, como el desarrollo de una historia, la construcción dramática y la psicología del personaje”.

“A menudo no hay drama en su ficción —escribe Beltrán Félix—: los hechos usualmente ya han ocurrido, y lo que se registra es la forma en la que la consciencia y la sensibilidad los reviven, explican o reconstruyen”.

Observadas de manera panorámica, las narraciones de Seligson (buena parte incluidas en este nuevo libro) posibilitan el apunte de pautas preestablecidas: estructura libre, oblicua o irregular. Y que siguiendo al seleccionador “pareciera el resultado de una transmutación en palabras de lo que surge a través de asociaciones libres en la deriva del pensamiento, propio de quien ejercía la escritura con la compulsión de un proceso vivo, una deriva permanente que podría ir, partiendo de un impulso de introspección o autoexamen, hacia las escalas de la memoria, la imaginación —en el doble sentido de fantasía y producción de imágenes— y la reflexión”.

Dichas al periodista Miguel Ángel Quemáin (citadas por Lorenzano) las palabras de Seligson autodefinen su oficio: “Mi literatura siempre era un diálogo con mis propios sentimientos, con mis propias sensaciones, y dirigido generalmente a un interlocutor… Siempre me decía: cuándo voy a llegar a escribir algo que no sea a partir del dolor, a partir de la experiencia personal”.

Ahí, quizá, el justo encuentro entre escritor y lector, entre palabra y apropiación de ella.

 

Quien

“Alcanzamos un ancho camellón con prados, toldos, mesitas y sillas bajo frondosas acacias —prosigue el relato “El buboso” —. Ahora sí, digo, si se sienta me le pongo enfrente (…)”.

El quien —en sustitución del quién.

Los dos enigmáticos: como toda la obra de Seligson.

 

 

Domadora de la naturaleza

Esther Seligson fue definitiva, difícil, rotunda. Parecía un derviche, una domadora de la naturaleza. Era un ser singular que hacia surgir el agua del desierto. Pedía al lector un esfuerzo, pretendía crear un lector sabio como ella, que la atendiera y se identificara con sus pasiones. De que las palabras son una “tabla de salvación”, Esther dio prueba a lo largo de su vida.

Elena Poniatowska

 

 

Obra (cuento)

Tras la ventana un árbol (1969).

Luz de dos (1978).

De sueños, presagios y otras voces (1978).

Sed de mar (1987).

Indicios y quimeras (1988).

Isomorfismos (1991).

Hebras (1996).

Toda la luz (2006).

Cicatrices (2009).

Escritos a mano (2011).

“El profesor Nicodemo Laussel” (inédito).

 

****

 

Esther Seligson, Cuentos reunidos, Malpaso, Barcelona, 2017, 400 pp.

* @mauflos

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-307

 

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