El Colegio de Bachilleres del Estado de Zacatecas a 30 años de su fundación está pasando por la peor crisis de su historia, en el año de 1987 con bombo y platillo se lanzan las campanas al vuelo anunciando la creación de un subsistema más en este estado, quienes vimos nacer al Cobaez somos testigos de cómo paulatinamente fue creciendo, cómo de cinco planteles con los que inició, hoy llega a 40, de cómo inició con escasos 280 o 300 alumnos a poco más de 15,000 con los que cuenta actualmente. Este subsistema atiende al 31% del total de la matrícula existente en el estado.
Quienes en aquel entonces iniciamos laborando en esta noble institución, nos poníamos a tono con ella, contaba con un escaso presupuesto a grado tal que hasta tres meses durábamos sin recibir sueldo alguno. Tanto personal docente así como administrativo y de apoyo no perdíamos el ánimo por nuestra labor, cumplíamos de manera ordinaria e incluso, extraordinaria, los docentes hacíamos labores de limpieza porque así lo requerían los planteles, convivíamos con los alumnos de manera tal que, sin conocer lo que teóricamente era el trabajo colaborativo o cooperativo, se obtenían resultados satisfactorios; trabajábamos los contenidos de asignatura a nuestro mejor entender, desconociendo lo que eran las estrategias didácticas y todo lo que de ellas se derivaba.
Los convivios navideños que antaño se realizaban entre los trabajadores, eran verdaderos espacios de sana convivencia, de algarabía y retozo, por un momento nos olvidábamos sobre cuál era nuestro estatus laboral y las funciones para las cuales habíamos sido contratados. Conforme fue creciendo en cantidad tanto de trabajadores así como de alumnos, los proceso de interacción se hicieron más complejos, incluso, más problemáticos; aquellas sanas convivencias se convirtieron en espacios de lucha, rencor, indiferencia y discrepancia ideológica. A poco más de 15 años de haberse fundado el Cobaez, surgen indicios de organización sindical, haciendo uso de esa libertad de organización que la Constitución consagra, se formó un sindicato, mismo que se abanderó como defensor de los derechos de los trabajadores.
Lamentablemente nació una organización sindical con una idea torcida acerca de lo que implicaba luchar por los derechos de los trabajadores, consideraron al sindicato como propio de quienes lo dirigían y, negociaban no pensando en los trabajadores sino en ellos mismos; esto trajo como consecuencia que los conflictos laborales se agudizaran, los trabajadores tenían dos enemigos: el patrón y los dirigentes sindicales, esta situación derivó en relaciones laborales hostiles tanto que el sindicato se convirtió en patrón y sometió a trabajadores así como a la autoridad misma. En sí, sindicato y autoridades en turno, tomaban decisiones que no eran otra cosa que un culto a la corrupción, al autoritarismo, a la irracionalidad y a la manifestación de actitudes discriminatorias; hoy día estamos viviendo las consecuencias de todo este estado de cosas.
Para el año 2010, el Cobaez vivía en la opulencia económica, era una mina la que unos cuantos mineros la administraron, por supuesto explotándola a grado tal que con el pasar del tiempo, la agotaron, así fue como quedó minada la economía de este subsistema. Paulatinamente las deudas fueron en aumento, hoy día, el Colegio se declara insolvente económicamente para cubrir los adeudos que tiene para con los diferentes dependencias.
Considero que este es el subsistema que más directores generales ha tenido y que por causas diversas se han visto en la necesidad de renunciar, creo que esto obedece precisamente a que en su momento, era atractivo para los que incluso se peleaban por querer dirigir al Cobaez. Debo aseverar que en el subsistema existen trabajadores preocupados y empeñados en que se salga de esta crisis, han dado indicios para organizarse e incluso conformarse como frente de lucha para afrontar las problemáticas; ojalá y si lo logran, no claudiquen, como a la fecha se ha hecho notorio este fenómeno.
La última administración del Cobaez, recién concluyó, quien la encabezaba inició sus funciones en el mes de marzo de 2016, a su llegada, discursivamente se oía promisoria su postura, esta administración vivió dos etapas; la primera se caracterizó por promover el diseño de proyectos que, se decía, le darían consistencia y solidez al subsistema, incluso se llegó a pensar que estas acciones sacarían de la crisis tanto administrativa como financiera en la que se encontraba, la segunda etapa fue la que causó mayor revuelo, inconformidad, desconfianza, enojo y hasta repudio; el Director General en turno, prometió a la junta directiva ahorrar economías, la estrategia que utilizó para cumplir con dicho ahorro, fue la de quitar toda una serie de prestaciones consideradas en el contrato colectivo, el grado de afectación fue tal que a algunos trabajadores les mermó el 56% de sus percepciones que en ese momento recibían.
Hoy día, el Colegio de Bachilleres sigue viviendo momentos de incertidumbre, estamos expectantes sobre quién tomará las riendas de él, al respecto, la pregunta obligada sería; ¿el nuevo Director General traerá el compromiso de transformarlo en un nuevo Cobaez? ■
