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viernes, 19 abril, 2024
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La tolerancia de la intolerancia y el extraño mundo de lo absurdo

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Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 305 / Opinión

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Ese mundo de los años ochenta y los noventa, cuando parecía que se iban a dejar atrás todas las diferencias con la caída del muro de Berlín, el nacimiento de la Perestroika, el apartheid y todos esos esfuerzos de una sociedad primermundista por romper las barreras raciales, culturales y económicas, se fue al traste con la relativización del mundo contemporáneo.

Todo empezó cuando los medios de comunicación comenzaron a meter poco a poco en sus transmisiones, pequeñas transgresiones, como el uso de malas palabras, insultos a la religión, sexo explícito, burla a los políticos; y aquello que parecía plena libertad de expresión se convirtió en una tolerancia ilimitada que creció de manera alarmante con el nacimiento del internet.

Pese a los esfuerzos de las autoridades por controlar lo que se transmite ya no sólo en televisión sino en la red, uno puede, sin importar su edad, género o especie, encontrar toneladas de información con contenido ofensivo y denigrante para ciertos grupos, así como una desinformación sobre varios aspectos, como teorías que afirman que la tierra no es redonda o que los extraterrestres son los humanos del futuro, entre otras maravillas.

El resultado es que los pocos seres humanos que se esfuerzan por darle un sentido pleno al mundo y que son tolerantes dado su esfuerzo por comprender la diversidad, tienen que tolerar un mundo de cosas absurdas y excentricidades que plantean quienes crean la moda o las élites de la vanguardia en los medios de comunicación.

Vemos entonces cómo los héroes de los medios son los antihéroes, donde los criminales se convierten en protagonistas, donde los artistas cantan cosas denigrantes y presumen el uso de drogas, donde se atacan los valores y al sistema sin sentido crítico ni sentido común. La inteligencia, el saber y la filosofía parecen extinguirse o difuminarse.

Poco a poco, la sociedad va cambiando, aquéllos que eran tolerantes con los intolerantes, se ven opacados por éstos últimos y se invierten papeles. Movimientos que defendían derechos se vuelven extremistas. Sociedades sin rumbo encuentran en los nuevos dictadores una esperanza ante los malos gobiernos. Los maestros son atacados por un sistema supuestamente cada vez más incluyente pero que se convierte en el verdugo intolerante de un maestro asfixiado por la burocracia, cuando lo único que quería era enseñar y contagiar un poco de su pasión por la materia a sus pupilos.

Pareciera un mundo de locos, o al revés, pero creo que quienes estiran los hilos saben perfectamente qué es lo que quieren, y quizá fueron asesorados por especialistas en Un mundo feliz o 1984, haciendo que la sociedad viva una mentira convencida de que está dentro de una realidad, la cual, si no es soportable, puede ser abatida fácilmente con el consumo de drogas legales como el azúcar, el fútbol, la música mala, el alcohol y la sobreinformación. ¿Será acaso que estamos en plena decadencia?, ¿o será que fijamos un nuevo rumbo como comunidad global?

 

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