Cuando creemos que lo hemos visto todo sucede algo peor que nos confirma que en nuestro mundo aún no hemos aprendido el valor de la paz y las terribles consecuencias de la violencia. A lo largo y ancho del mundo suceden tragedias que nos conmocionan, sucesos tristes y dolorosos que nos interpelan e invietan a preguntarnos qué estamos haciendo, por qué el ser humano sigue siendo un lobo para sus hermanos.
Toda persona es única y valiosa, toda vida humana debe ser siempre protegida y preservada. Nadie, en ningún lugar de este mundo debiera vivir con miedo, la muerte del inocente será siempre atroz e irracional. Cientos de voces inocentes siguen clamando justicia y la sangre derramada de las víctimas es un reproche a nuestros sistemas políticos fallidos, a la corrupción que nos corroe, a la avaricia del mercado y a la indiferencia de muchos de nosotros. La paz es fruto de la justicia y ésta es tarea de todos.
Nos duelen los 14 murtos y el centenar de heridos de Barcelona, resultado de un atentado terrorista. Acción terrible e irracional que busca mermar a los gobiernos y ciudadanos mediante el miedo y el dolor. 14 personas, 14 vidas arrebatadas por el odio, 14 historias, 14 familias que lloran la ausencia y el sinsentido. Miles de voces en todo el mundo se alzaron para condenar los hechos y mostrar solidaridad con el pueblo español. El corazón del hombre está hecho para la paz.
Pero nos duelen también los 26 cuerpos encontrados en fosas clandestinas en Valparaíso. Las historias que hasta hace poco escuchábamos de Guerrero y Michoacán, ahora las estamos viviendo en Zacatecas. Desde hace días es noticia el hallazgo de fosas clandestinas en el municipio de Valparaíso, al día de hoy se contabilizan 26 cuerpos encontrados. Estos cementerios clandestinos sólo vienen a dejar al descubierto la situación de crisis que estamos viviendo, la violencia desatada que ha sumido en el miedo y la desesperación a cientos de familias zacatecanas.
Pero no son sólo 26 cuerpos, se trata de 26 personas que fueron privadas de la vida, personas que murieron en circunstancias dolorosas, que fueron levantados, secuestrados, torturados. 26 personas que tenían una vida, una familia, que dejaron esposa, hijos, padres, hermanos. Por lo menos ahora estas familias recibirán el cuerpo de su familiar y podrán depositarlo dignamente en la tierra y sabrán que ahí reposan sus restos, que ahí podrán acudir a poner un adorno de flores. No lloraran más por la angustia de no saber si el hijo, el esposo, el hermano vive o muere.
Hace algunos días el gobernador del Estado presentó su programa de seguridad, evento que se vio opacado porque horas antes Juan José Ríos Gutiérrez, coordinador operativo en la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Zacatecas había sufrido un atentado, del que afortunadamente salió ileso. Opacado porque apenas cinco días antes había sido asesinado el director de la policía del municipio de Nochistlán; opacado ahora por la aparición de estas fosas clandestinas en Valparaíso.
Claro que es buena noticia saber que el gobierno tiene una estrategia de seguridad, es su obligación garantizar la paz y tranquilidad de los ciudadanos, faltaba más. No deben esperar felicitaciones por cumplir con lo que es su obligación constitucional. Es claro también que no es tarea fácil ni de corto plazo; los objetivos deseados llevan tiempo y esfuerzo, lo sabemos bien.
La paz que queremos es tarea de todos, es fruto del esfuerzo de cada uno en el ámbito en el que nos desenvolvemos. La paz a la que aspiramos se gesta en el seno familiar, crece y se robustece en las instituciones educativas, se contagia en las calles, se transmite en los medios de comunicación, se expresa en la cultura y en el arte, se garantiza en las leyes. Existe en los ciudadanos un profundo y legítimo deseo de paz, el corazón humano está hecho para la paz y no para la violencia, trabajemos juntos para construirla y hacerla un bien perenne en el presente y en el futuro de la humanidad.
