Priístas de todo el país acudieron a la Asamblea Nacional de su partido en la Ciudad de México, lo hicieron sabiendo que todas las encuestas los colocan con un pie fuera de los pinos.
Adentro de la asamblea el mensaje fue claro: Peña Nieto decidirá el nombre del candidato tricolor y nadie podrá evitarlo, afuera sus militantes mandaron un mensaje de unidad al grito de ¡Priístas unidos, jamás serán vencidos!
A primera vista el mensaje parece el correcto porque lo dieron todos juntos, sin embargo, cuando se analiza el mensaje con más detenimiento, podemos observar que hay un error de fondo.
El PRI es el partido más odiado de México, en los últimos años ha perdido las gubernaturas de Durango, Chihuahua, Nuevo León, Nayarit, Aguascalientes, Veracruz, Michoacán y hace un año perdió casi un millón de votos en el Estado de México frente a una humilde maestra de primaria y un partido de reciente creación.
Todas esas gubernaturas y esos millones de votos no los perdieron por fracturas internas, los priistas perdieron esos gobiernos por los escándalos de corrupción y los malos resultados en el ejercicio del poder.
Los priístas están perdiendo votos porque aumentaron la violencia, endeudaron a sus estados y privilegiaron sus intereses personales por encima de los intereses de la ciudadanía, en Chihuahua el PRI fue unido a la contienda y a pesar de la unidad tricolor, Javier Corral les ganó por amplio margen, los mismo pasó en Veracruz y en Aguascalientes; En el Estado de México se vieron más unidos que nunca y con todo y su unidad perdieron casi un millón de votos.
En resumidas cuentas, el problema del PRI no es la división de sus militantes, es que a la hora de gobernar se despachan con la cuchara grande y los ciudadanos ya no están dispuestos a permitirlo.
Se equivocan los priistas cuando comunican que ¡unidos jamás serán vencidos! Porque justamente unidos y bien apilados en el basurero político es donde los quieren muchos ciudadanos, en todo caso, deberían de mandar un mensaje de cambio, de combate real y eficiente contra la corrupción, deberían desmarcarse de Gobernadores, Ex Gobernadores y funcionarios corruptos que hoy militan en sus filas y reciben protección de todos los niveles de Gobierno.
Además de la miopía, este mensaje equivocado también refleja el cinismo de muchos priistas que, a pesar del evidente fracaso de sus gobiernos, deciden voltear para otro lado y con desvergüenza le dicen a la ciudadanía que con unidad seguirán entregando resultados ¿de qué resultados hablan?
¿Cómo le hacen esos priistas para no ver la violencia que arrasa pueblos y ciudades? ¿Cómo le hacen para no sentir que se hunde el estómago de coraje cuando ven a un tránsito abusivo extorsionando a un humilde campesino? ¿Cómo le hacen para no ver las miles de casitas de cartón de la periferia y para no apretar los dientes con los miles de baches que inundan calles y caminos?
¿Dónde compran tanto cinismo? ¿Con ese grito de unidad pretenden que la gente se olvide de la deuda de los Moreira, de los diezmo de los Alonso, del Banco de Duarte en Chihuahua y de las quimioterapias falsas del otro Duarte en Veracruz, de los terrenos a precio de remate que se auto vendieron los Borge en Quintana Roo, de los socavones de Ruiz Esparza, de las reuniones entre la Tuta y el hijo del Gobernador Justo Vallejo en Michoacán, de Peña Nieto y su casa blanca, de los maestros golpeados y asesinados y de 60 millones de pobres que son extorsionados con su voto a cambio de una despensa.
Ese grito desesperado de unidad no es la respuesta que los ciudadanos esperan de un priismo que todos los días se hunde más en la corrupción y en el descredito de gobiernos ineficientes, el priismo no quiere entender que México ya cambió y es cosa de tiempo para que el Gobierno también tenga que cambiar.
Si continúan por ese camino, ¡los Priístas unidos! ¡En el 2018 serán vencidos!
