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jueves, 25 abril, 2024
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¿A quién favorece la crisis en Venezuela? (o el silencio de los otros millones venezolanos)

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

La crisis en Venezuela es de unas proporciones que difícilmente nos podemos imaginar y el papel que las autoridades mexicanas han jugado en ésta, llevan demasiado lejos dos actitudes indeseables en el manejo de la política exterior: la sumisión al gobierno de Estados Unidos y la injerencia en los conflictos internos de Venezuela, cuya solución debe depender exclusivamente de los ciudadanos de ese país sudamericano.

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Para muchos, son claros los intentos del secretario de Relaciones Exteriores mexicano por llevar a México a encabezar la política injerencista latinoamericana que le reditué dividendos al gobierno mexicano con EU que los fortalezca de cara al proceso electoral del 2018, y las instituciones mexicanas han olvidado que carecen de facultades para emitir juicios sobre el desempeño de gobernantes y funcionarios de otros países y de actuar en consecuencia, así como para descalificar acciones institucionales de otras naciones, como lo es la convocatoria de Caracas a una Asamblea Constituyente.

Existe en México, como en los países alineados a la propaganda antichavista, una alarmante parcialidad de la información que nos llega sobre la crisis de Venezuela, una distorsión que recorre todos los medios para demonizar a un gobierno legítimamente electo, atizar el incendio social y político, y legitimar una intervención extranjera de consecuencias incalculables.

El gobierno de la revolución bolivariana es democráticamente legítimo. A lo largo de muchas elecciones, durante los últimos 20 años, nunca ha dado señales de no respetar los resultados. La Revolución Bolivariana ha dado un paso que no han dado los gobiernos de izquierda emanados de las urnas en toda Latinoamérica, pues todos ellos trataron de construir el cambio, parados sobre las viejas estructuras corruptas construidas de la derecha. Así, el gobierno venezolano se atrevió a cambiar las estructuras que sostienen los privilegios para los grupos oligárquicos y ahí estalló la violencia.

¿Cómo poder regresar por sus privilegios si las herramientas que permitían la distribución inequitativa del poder y la riqueza no existen? Venezuela dio un paso democrático a favor de las mayorías que agrede a los intereses de los que más tienen y eso no se puede permitir, por eso la reacción internacional no se ha dejado de sentir y ahí los medios de comunicación de los grandes capitales han tenido un papel fundamental.

La cobertura internacional de las protestas antigubernamentales ha sido abiertamente sesgada y a favor de la oposición. Ni siquiera han intentado mostrar la realidad venezolana de forma balanceada. Las únicas voces representadas en los principales medios internacionales son antigubernamentales y hasta los mismos reporteros no esconden su postura crítica contra el Gobierno de Maduro. Es como si no existieran los millones de personas que siguen creyendo en el proyecto chavista, lo cual es un grave error.

Los grandes medios internacionales desestiman y censuran este importante sector, invisibilizando e ignorando su existencia. A cambio, las manifestaciones violentas han sido tratadas como “pacíficas” y “democráticas” en casi todos los medios internacionales.

En México, importantes medios de comunicación de influencia nacional como Radio Fórmula han “glamorizado” y tratado la imagen de los jóvenes encapuchados con bombas molotov en mano con romanticismo, como si fueran los ‘freedom fighters’ (luchadores por la libertad) del siglo XXI. Si transportáramos esos manifestantes a las calles de cualquier lugar de México con sus armas letales caseras y su discurso golpista, serían inmediatamente calificados de terroristas, y la reacción del Estado sería sin piedad.

Para comprender por qué probablemente no habrá salida no violenta a la crisis de Venezuela, conviene saber lo que está en juego en el plano geoestratégico global. Lo que está en juego son las mayores reservas de petróleo del mundo existentes en Venezuela. Posee tal vez las más grandes reservas petroleras del mundo y está a pocos kilómetros de la frontera estadounidense. Washington considera los recursos estratégicos de Venezuela como parte de sus intereses, porque están en su zona de influencia y los perciben como necesarios para su seguridad nacional.

Desde antes del golpe de Estado contra el presidente Chávez en 2002, los principales medios internacionales han compartido una agenda de “cambio de régimen” en Venezuela y han moldeado la opinión pública internacional para justificarlo. Y cuando sucedió ese golpe contra Chávez, medios como ‘The New York Times’, ‘Washington Post’, ‘The Wall Street Journal’ y otros aplaudieron esa grave erosión de la democracia en Venezuela, simplemente porque Chávez era inconveniente para los intereses de Washington. No tenía nada que ver con la protección de la democracia y el orden constitucional. El interés de Estados Unidos nunca es la protección de los derechos del pueblo, es el control de los recursos estratégicos.

Cualquier país, por democrático que sea, que tenga este recurso estratégico y no lo haga accesible a las multinacionales petroleras, en su mayoría norteamericanas, se pone en el punto de mira de una intervención imperial.

Por esta razón Irak fue invadido y Oriente Medio y Libia arrasados (en este último caso, con la complicidad activa de la Francia de Sarkozy). Por el mismo motivo, hubo injerencia, hoy documentada, en la crisis brasileña, pues la explotación de los yacimientos petrolíferos presal (que se hallan bajo un campo de sal) estaba en manos de los brasileños. Por la misma razón, Irán volvió a estar en peligro. De igual modo, la revolución bolivariana tiene que caer sin haber tenido la oportunidad de corregir democráticamente los graves errores que sus dirigentes cometieron en los últimos años.

Sin injerencia externa, Venezuela sabría encontrar una solución no violenta y democrática. ■

 

 

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