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viernes, 29 marzo, 2024
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La reforestación y las formas de crecimiento urbano en Zacatecas

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Por: La Jornada Zacatecas •

Contar con árboles tiene innegables ventajas de protección de suelo, evita que la lluvia o el aire se lleven los nutrientes de la tierra, permite mantener la salud del aire que respiramos y muchas otras ventajas vitales. En el actual polígono metropolitano había un paisaje natural lleno de Pirules, huizaches y mezquites, que aparte de dar todas las ventajas que señalamos, indican la existencia de agua subterránea. Pero con la apertura de terrenos para uso urbano sin planeación y sin estudios de ordenamiento territorial, se destruyeron cantidades enormes de recursos forestales. Esta destrucción masiva de flora se dio, de manera especial, en el municipio de Guadalupe. Una vez que se modificó la Ley Agraria a consecuencia de la reforma al artículo 27 de la constitución en 1992, los ejidos pudieron vender sus terrenos de cultivo y agostadero para cambiarles el uso de suelo y dedicarlos a desarrollar asentamientos urbanos. Con el crecimiento exponencial de la mancha urbana de Guadalupe los solares adquirieron mucho plusvalor, lo cual despertó la ambición de los ejidatarios de vender sus propiedades a desarrolladores urbanos. Así las cosas, el resultado fue ecológicamente desastroso: hectáreas completas de palma, mezquite y demás flora fue destruida, y el suelo convertido en carpeta de cemento. Lo cual impactó al acuífero de Bañuelos, que ahora mismo está en la extinción.

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Lo que narramos arriba es el cambio de paisaje natural por causa del proceso de urbanización sin planeación y sin criterios de impacto ecológico. Pero antes, también hubo otro cambio, cuando se abrieron las tierras al cultivo bajo el modelo tecnificado, lo que significó destruir la flora existente. Ahora sabemos que pudieron crearse zonas de cultivo agrícola sin necesidad de tamaña destrucción, sólo con tener un modelo agrícola distinto, conservando hileras de árboles y arbustos entre cada 7 surcos, con la ventaja adicional de tener barreras protectoras del propio suelo. El resultado de ese modelo torpe de producción de frijol (sobre todo) fue la acelerada desertificación que sufrió el estado en toda la zona frijolera con polo en Sombrerete.

Como podemos observar, la falta de planeación con criterios ecológicos en la producción agrícola y el crecimiento urbano ha traído como consecuencia la deforestación en el estado. Ahora que sufrimos las consecuencias negativas de ese comportamiento tenemos el deber de impulsar estrategias que aminoren, o en alguna medida, den marcha atrás a dichos efectos. Reforestar no solamente las zonas urbanas, sino los agostaderos, terrenos agrícolas y las propias zonas de bosques. Pero sobre todo establecer rigurosos estudios de ordenamiento del territorio y legalizar criterios para el crecimiento de la mancha urbana. Sin planeación democrática terminaremos siendo víctimas de las decisiones ciegas y orientadas por ambiciones y oportunidades de coyuntura. Los recursos forestales no sólo son pulmones, sino recargadores de agua y factores de todo el equilibrio ecológico del territorio. Cultivar eso, es cuidar la vida de todos.

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