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miércoles, 24 abril, 2024
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2018: la (falsa) salida

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Por: Carlos E. Torres Muñoz •

Los ha alcanzado la fecha, estamos a punto de iniciar el proceso electoral más amplio de nuestra historia, derivado de las reformas constitucionales para empatar los comicios locales con los federales, la de 2018 será una elección sin precedentes. La atención está puesta, sin embargo en la competencia por la Presidencia de la República. En este sentido es ya necesario ir aportando al debate, desde la particular trinchera que cada quien ocupe. La mía, lo digo con franqueza, es el de la socialdemocracia y el liberalismo igualitario, ambas ideologías progresistas, en el sentido clásico no conservador. Es decir, soy de izquierda, pero no soy nacionalista-revolucionario, y siendo liberal, no lo soy neoliberal.

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En este sentido es que, considerándome (y poniendo a prueba) mi progresismo, no coincido e incluso me confronto con la propuesta de quién se vende electoralmente en este país como el camino progresista, es decir: López Obrador.

He comprado su libro 2018 la salida: decadencia y renacimiento de México, y he iniciado el recorrido de lectura que me lleva a confirmar lo que vengo diciendo. A continuación, comparto algunas las notas en este sentido:

Es evidente que vive en una melancolía por la docena trágica (sexenios de Echeverría y López Portillo), en los que un abuso de las capacidades del Estado, se llevó a su propio desmantelamiento, contra el bienestar de todos.

De pronto, y de un plumazo, ha eximido de corrupción a todo lo que sucedió antes de 1982. Sí, ni el abuso del “nepotismo orgulloso”, y ni siquiera el alemanismo, merecen para López Obrador, una condena siquiera equiparable, por ejemplo a la de Miguel de la Madrid.

En la página 22, expone una gráfica que pertenece al respetado académico Gerardo Esquivel, lo que cuando menos me lleva a algunas dudas: en ésta, el índice de Gini, medido desde 1984 sube a partir de ese año y comienza a bajar en 1998, teniendo su repunte en 1994 y el sexenio entero de Carlos Salinas, sin embargo, está reconocido que justo en ese gobierno fue cuando más recursos se inyectaron al sector social, a través del programa Solidaridad, que de naturaleza asistencialista, muy parecido, en el fondo, a la política que propone AMLO, luego entonces ¿No demuestra esto que esa política no necesariamente tiene una correlación con la disminución de la desigualdad? Por cierto, los niveles más bajos, en esta gráfica los alcanza el Gobierno de ¡Felipe Calderón!

Si bien es cierto que ha quedado demostrado que el mercado no resultó ser mejor que el Estado para el manejo y rectoría del tema económico, esto no necesariamente nos lleva a la solución anterior, y es aquí donde, desde mi punto de vista, López Obrador, evidencia que vive en un pasado que no solo no va a volver, sino que los intentos por retornar a él, a través de una visión autoritaria, podría llevar a un desencuentro y ruptura aún peor que la que vivimos en la actualidad: la solución no es más el soliloquio estatal, menos aún desde la cúspide de la pirámide de un Poder Ejecutivo, desgastado en lo institucional y desacreditado en lo social; la respuestas están hoy en la colaboración y coordinación, entre mercado, estado y sociedad civil; pero el líder de Morena, no solo no entiende esto o lo niega, sino que insiste en que la solución está en él, como inspiración resolutoria de nuestra historia nacional.

Tan aguda es su melancolía por el pasado, que estuvo a punto de decir que en la Colonia vivíamos mejor. “Por lo menos se construían edificios”, dice en la página 24.

Hay un razonamiento que cita de un general en las páginas 28 y 29, el cual transcribo: “Lo mejor que puede esperarse, en general, no es un gobernador que no se enriquezca del presupuesto, pues casi todos lo hacen, sino uno que mientras roba haga algo por su estado. La mayoría toma todo lo que puede y no deja nada”; siendo así deja muchas dudas sobre su supuesta intolerancia a la corrupción y al dejar pasar dicha reflexión sin más comentario al respecto, pareciera coincidir en que, no se puede esperar que nuestros gobernantes sean corruptos, sino que cuando menos nos dejen algo de lo que se llevan.

Debo aceptar que estas notas son apenas de las primeras 37 páginas de su libro, pero para empezar, el sabor de boca es el mismo que tenía antes de él: es un pasado que vistiéndose de futuro, nos quiere llevar cincuenta años atrás, solo por llamarse a sí mismo progresismo.

 

@CarlosETorres_

www.deliberemos.blogspot.mx

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