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jueves, 28 marzo, 2024
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Homenaje a Javier Valdez a dos meses de su asesinato

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Por: La Jornada •

Culiacán, Sin. Al cumplirse dos meses del asesinato de Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa y fundador del semanario Ríodoce, periodistas y activistas clausuraron de forma simbólica la fiscalía general del estado, la cual, acusaron, no ha dado a conocer los avances de las investigaciones.

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La mañana de ayer los manifestantes se dieron cita en las instalaciones de la fiscalía estatal –situada en el desarrollo urbano de Tres Ríos, en Culiacán–, con cartulinas, mantas y un ataúd, que colocaron fuera del edificio, donde por unos minutos impidieron el paso a los trabajadores.

«Malayerba nunca muere”, Justicia para Javier Valdez, No palabrería, señor fiscal, ¡exigimos resultados!, se leía en las mantas y cartulinas. Alejandro Sicarios Rivas, presidente de la Asociación de Periodistas 7 de Junio de Sinaloa, señaló que se continuará con las manifestaciones hasta obtener avances en las indagatorias.

Denunció que ni los familiares ni los compañeros de Javier en el semanario han tenido acceso a los avances de esta investigación, lo que demuestra que pese al compromiso enunciado por las autoridades federales y estatales a fin de dilucidar el crimen, no existe voluntad para cumplirlo.

En tanto, en Mazatlán, ante la entrada de la unidad administrativa, donde se localizan las oficinas de la vicefiscalía general, reporteros y ciudadanos exigieron justicia y el esclarecimiento del asesinato de Javier Valdez Cárdenas. Miembros del colectivo Periodistas por la Libertad de Expresión protestaron contra el homicidio, perpetrado el 15 de mayo.

En los cristales de la entrada principal del inmueble, los manifestantes colocaron carteles con la imagen de Javier Valdez y exigieron que las autoridades ofrezcan avances para esclarecer el crimen.

Alma Soto, integrante del colectivo, señaló que estas acciones forman parte de la jornada de protesta que encabezan en toda la entidad e informó que en Culiacán se realizó un ayuno el pasado viernes.

Recuerdan en Casa Lamm la vida y obra del corresponsal de La Jornada en esa entidad

Fernando Camacho Servín

Amigos, colegas y familiares de Javier Valdez, corresponsal de La Jornada en Sinaloa asesinado el 15 de mayo, se reunieron en Casa Lamm para homenajear la obra y la vida del periodista, a quien todos recuerdan con cariño como El Bato, quien no se rindió a pesar del miedo y la apatía.

En una sala atestada de aquellos que lo conocieron en persona y lo añoran, así como de quienes no lo conocieron pero quieren hacerlo por medio de sus letras, Carlos Lauría, coordinador del programa de las Américas del Comité para la Protección de Periodistas, recordó el momento en que anunció a Valdez que se hizo acreedor al reconocimiento que cada año otorga ese organismo.

Con voz entrecortada por la emoción, Lauría contó que el fundador del semanario Ríodoce pensaba que era una broma y desconfió de la llamada, hasta que confirmó que era verdad. Unos días después, Valdez provocó una ovación de pie en un hotel de Nueva York, al agradecer el premio y definir su trabajo y su vida.

He contado la tragedia que vive México y que debe avergonzarnos, porque la niñez recordará éste como un tiempo de guerra. Somos homicidas de nuestro propio futuro. He preferido darle nombre y rostro a las víctimas en lugar de contar los muertos y reducirlos a números. Así volvió a sonar la voz del periodista en el video que reseña la entrega del galardón, en medio del público que primero enmudeció y luego estalló en aplausos.

Así se mata en Sinaloa

Griselda Triana, viuda de Javier, agradeció a los organizadores del homenaje y destacó la ironía de la vitalidad y el empuje de alguien a quien le fue arrebatada la vida de la manera más cruel, más cobarde, a pleno mediodía. Así se mata en Sinaloa y en muchos estados de la República Mexicana.

Con entereza, pero también con rabia, la mujer enfatizó que es imposible no sentir frustración ante el hecho de que a dos meses del asesinato no hay la más mínima señal de respuestas. Cualquier familiar merece saber la verdad, saber por qué lo mataron.

A continuación, o0cho colegas y amigos de Valdez recordaron a El Bato en todos las facetas de su vida: sus risotadas, su forma de respirar y sudar la nota, su valor para seguir viviendo en una ciudad, un estado y un país donde los periodistas son asesinados y acallados con total impunidad.

Con anécdotas, confesiones y remembranzas, todos coincidieron en un punto común: la obra de Javier es, en sí misma, un homenaje a todos los peridistas que sobreviven a las amenazas, a los silenciados, a quienes enfrentan el peligro de forma silenciosa, a quienes sufren pesadillas e insomnio por contar la violencia que sufre el país.

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