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miércoles, 17 abril, 2024
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Habemus Modelo educativo

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Todo modelo educativo, y no estamos descubriendo aquí el agua tibia, persigue propósitos además de pedagógicos y de formación del sujeto y de los futuros ciudadanos, fines políticos. El Modelo educativo que arrancará al finalizar el gobierno de Peña Nieto pretende formar a los nuevos mexicanos que se busca insertar en el actual mundo de la posmodernidad globalizada. El “aprender a aprender” divisa con la que se presenta es la reivindicación de la propuesta Delors que en las últimas dos décadas se trata de aplicar en el mundo. Por supuesto ahí donde encuentra las condiciones propicias.

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Desde el periodo borbónico que preparó las condiciones de la independencia y surgimiento de la nueva nación, México ha experimentado casi en ninguno con éxito, diferentes experiencias de modelo educativo. Con el establecimiento del régimen de las intendencias en el último tercio del siglo de las luces cuando estos territorios eran todavía un reino del imperio español, se buscó instruir a las masas populares a través de una educación ilustrada que consistía en dotarlas de las luces del conocimiento a partir de las primeras letras. Los municipios deberían hacerse cargo de esta instrucción, pero por las condiciones económicas reinantes fueron pocos los que pudieron proporcionar instruir a la niñez y juventud. Retomando el espíritu de la Constitución de Cádiz y durante buena parte del siglo 19, se buscó que la educación proporcionada por el Estado fuera pública, universal, uniforme, gratuita y obligatoria. Al dejar de ser súbditos se pretendía formar a los nuevos ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones a través de la moral o educación cívica, amén de ser útiles para el trabajo. Estas buenas intenciones se cumplieron en muy baja escala.

Con la revolución mexicana terminó llegó a su fin el proceso de la municipalización de la instrucción de la primera enseñanza. El estado centralizó los asuntos educativos y de la mano de Vasconcelos tomando como guía la filosofía racionalista por una parte y la educación para el trabajo plasmado en el pragmatismo de John Dewey, se impulsó la escuela rural mexica bajo la mística de buscar hacer del maestro un apóstol misionero bajo cuyos hombros descansaba la integración de las razas y etnias por medio del castellano y la civilización de los mexicanos. Además del alfabeto se buscaba educar al pueblo para que explotara y aprovechara mejor los medios de producción y mejorara su economía. El reto era enorme, pero la historia registra esta experiencia, con todo y su relatividad, entre las más exitosas aplicadas en nuestro país. Luego vendría dentro de la misma mística de la escuela rural mexicana, el ensayo cardenista de la educación socialista mediante el cual ni accedimos al socialismo ni superamos la miseria y el subdesarrollo. El socialismo guadalupano resultó frustrado. Con la educación socialista se buscó quitarle como lo habían intentado nuestros liberales decimonónicos, influencia al clero en la educación. Este quizá haya sido uno de sus logros parciales. En cambio, al no tener consenso, la educación socialista enfrentó y dividió a amplios sectores de la población. Esa discordia se buscó superarla con la escuela o pedagogía del amor con la que arrancó la nueva era nacionalista de la posguerra.

A grandes trancos grosso modo, los años de la crisis que le sucedieron al desarrollo estabilizador o “milagro mexicano”, corresponden las diferentes versiones de políticas más que modelos educativos inauguraron los neoliberales tecnócratas con Salinas a la cabeza. Le llaman modernización educativa. Modernización que abarca todos los órdenes, tampoco ha logrado sacar del hoyo en que se encuentra la educación. Esto es justamente lo que pretende el modelo diseñado en la administración de Peña Nieto. Mismo que descansa en cinco grandes ejes cuyo propósito persiguen hacer de los niños mexicanos futuros sujetos exitosos del siglo 21.

Tales ejes son:1) currículo. Aquí se busca darle continuidad y progresión a lo que se va aprendiendo en los diferentes niveles. Lo que significa no olvidar lo que se aprendió y conocer cosas nuevas. Esto es el aprendizaje significativo de Ausubel en el que el estudiante relaciona la información nueva con la que ya sabía y termina afianzando el conocimiento. Todo lo anterior bajo un enfoque humanista centrado en los aprendizajes que contribuyan al desarrollo integral de los estudiantes. Las escuelas tendrán un margen de relativa autonomía para proponer contenidos acordes a su entorno. 2) La escuela como centro del SEM. Los establecimientos educativos serán el núcleo y centro sobre el que descansará el sistema y estará enfocada al logro de los aprendizajes de los educandos. Se pretende “gradualmente” transitar de un sistema escolar vertical (autoritario) a uno horizontal (democrático). Para lo cual las escuelas gozaran de un mayor margen de autonomía de gestión. 3) Formación y desarrollo profesional docente. El carácter laboral con el que dio inicio la reforma educativa no podría estar ajeno en los ejes formativos del modelo. Este eje concibe al docente como un profesional abocado al aprendizaje de los estudiantes. Por lo mismo debe ser un sujeto comprometido con su materia de trabajo. El servicio profesional docente habrá de verse como un sistema de superación de los profesores basado en criterios meritocráticos. Las evaluaciones permanentes de los docentes habrán de tomarse como parte de su formación continua “pertinente y de calidad”. 4) Inclusión y equidad. Este eje propone una educación para todos sin importar raza, lengua, credo u origen étnico desde su ingreso, permanencia y egreso de los niños y jóvenes mexicanos. Este será por encima de todos, el gran desafió. Ninguno como este depende para su éxito de la buena marcha de la economía. 5) Gobernanza del sistema educativo. Este que es el último de los ejes aborda los mecanismos para una “gobernanza efectiva”, misma en la que estarán involucrados los diferentes actores y sectores del contrato educativo.

Mas allá de principismos e ideologías, en ocasiones no exentas de prejuicios, el nuevo modelo merece darle el beneficio de la duda. Los modelos educativos se esbozan como utopías, corresponde a quienes los aplican y a las condiciones del tiempo histórico en que se implementa su éxito o fracaso.

Vencida prácticamente la resistencia a ser evaluados de los maestros de Oaxaca, Chiapas y Michoacán en porcentajes que van del 90 al 99 por ciento de los convocados, el modelo educativo 2017, se pude decir, tiene vía libre para su implementación. Solo queda estar a la espera de sus frutos.

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