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martes, 23 abril, 2024
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Un novelista (viajero) llamado Guillermo Fadanelli

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 301 / Libros

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Dos nuevos títulos del escritor mexicano Guillermo Fadanelli (1960) están ya en librerías: El billar de los suizos. Memorias atendidas y Al final del periférico, crónicas de viaje y novela, que sumados al extendido listado de obra inacabada, empezada hace unos veinticinco años, lo apuntalan como una de las presencias más destacadas de las letras mexicanas contemporáneas.

Pasan los años y Fadanelli sigue dándonos gratas sorpresas. Tanto a los lectores que apenas lo descubren como a los fieles que le siguen la pista. La narrativa del autor, que no titubea en practicar los distintos géneros, permanece fresca, propositiva y de no sencilla clasificación. La suya es una prosa cargada de creíbles vivencias, tan a la mano de todos, pero también de reflexiones que se hospedan en lugares un poco más oscuros.

De entre las muchas cuestiones que habrá de acentuar en su narrativa, está esa manera en la que logra hilar los cabos relegados por la normalidad, la vida diaria, el lugar común, lo políticamente correcto y la hipocresía.

En El billar de los suizos… Fadanelli pasa de turista a viajero; en Al final… de nostálgico a memorioso.

Sin más: juzgue el lector.

(Y pues córrale a la librería por las llaves del universo fadanelliano. Un sitio festivamente habitable donde, entre a muchos más, nos encontraremos a nosotros mismos).

 

El billar de los suizos…

Se trata de 26 crónicas de viaje y una presentación que, ya en forma de libro, satisfacen la necesidad del autor de “reunir mis crónicas de viaje con el propósito de inventar que en verdad tuve un pasado y que los continuos viajes que realicé durante un cuarto de siglo, no fueron más que estaciones de un tren que ya no posee un destino”.

“Si el paseo es agradable”, abunda Fadanelli, “entonces el destino resulta secundario”. La mejor de las fórmulas para trascender de turista a viajero, acota quien escribe aquí.

“Uno se conoce a sí mismo cuando viaja a un lugar o a una ciudad extraña, pero mentiría, porque no creo que exista ese tan celebrado uno mismo y, en cambio, sí una reunión de personas que se encuentran en el tiempo dentro de un cuerpo que tarde o temprano reanudará la marcha y no volverá”.

¿Cuántas personas somos en realidad? ¿Cuántas?

Recuérdense a Jekyll y Hyde.

Que a dónde viajó Fadanelli…

A Leukerbard (un pequeño pueblo de Suiza), La Habana, Berlín, Montevideo, Buenos Aires, Madrid, Florencia, Zaragoza, Lyon, París, Nantes, Esmirna, Lisboa, Oaxaca y más.

Ciudades de muchas particularidades.

Ciudad es, dice Fadanelli, un “conjunto de casas y plazas pobladas de humanos y uno que otro animal”. Aunque también nos confiese su debilidad por visitar zoológicos y cementerios, cuando los hay, y de muchas citas (convincentes) emplazadas tanto en los viajes como en el libro, de las que se da un ejemplo aquí.

Lo que más me gusta de una mujer desnuda son sus ojos: Kingsley Amis (“mujeres que se vuelven misteriosas en cuanto se desnudan. Y así hay ciudades”, acota el autor).

Nuestro destino es el fracaso: Stevenson.

Abomino de la vida nueva y del lugar desconocido. Ya vi todo lo que nunca había visto. Ya vi todo lo que todavía no vi: Fernando Pessoa.

Las ciudades llevan siempre la batuta de la imaginación humana: Walter Benjamin.

Miró hacia los Alpes por la ventanilla y comentó: si estas montañas fueran obra de los suizos serían más planas: personaje de Paul Theroux.

Hoy se viaja demasiado. La gente parte en bandadas hacia tierras extrañas, sin temor, como si fueran legítimos propietarios: Robert Walser.

Quien haya respirado el polvo de los caminos de México ya no encontrará paz en ningún otro pueblo: Pino Cacucci.

Las metáforas comunes son las mejores, porque son las únicas verdaderas: Borges.

Para que el suceso más trivial se convierta en aventura sólo es suficiente contarlo. El hombre es un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas… y trata de vivir su vida como si la contara: Sartre.

Es cierto porque es absurdo: Tertuliano.

 

Al final del periférico…

Tuvo el ¿tino? Fadanelli de publicar esta novela por aquellos días en la que nos encontramos en el diario con la siguiente noticia: Terror en Monterrey: alumno balea a maestra y compañeros, antes de suicidarse. Si bien la historia que se contiene en ella nos hable de las andanzas de un grupo de adolescentes, recién habitantes de un barrio capitalino, otrora a las afueras de la gran Ciudad de México: Cuemanco.

Tejida a base de los recuerdos del narrador, recuerdos “que no tienen ni cola ni cabeza; son alucinaciones que provocan sentimientos y euforias repentinas”, la novela va logrando una larga lista de instantáneas citadinas en torno a unos niños marcados por la violencia, pero también por el castigo. Los niños, quienes “a lo largo de su infancia son más castigados que ningún otro ser sobre la tierra”.

Ahí, en una zona aún no aplastada por el vértigo de la monstruosidad urbana, ocurrirán los sucesos que irá descubriendo el lector, producto de la memoria y la elaboración literaria de un Fadanelli, quizás dos, que ahora descubre lo intentado desde entonces:

“Reunir en una obra todo el sentido y la emoción de haber vivido durante un instante, y retener, por medio de la literatura, aquel momento en la memoria”.

Novela que habla de niños, y vuelve a ellos, y que con la destreza narrativa de su autor nos coloca al lado de esos personajes irresponsables. No es la adolescencia, se pregunta Fadanelli, “pura y absoluta responsabilidad de los padres”.

“Una pistola en manos de un adolescente no parece tener otro destino que la muerte trágica e insulsa de algún otro ser desafortunado: las armas no las carga el diablo, como suele decirse, sino los niños. Los niños se empujan entre sí, en cualquier edad, quieren hacerse espacio, jugar a ser los más fuertes, arrebatarle la comida a los vecinos y levantar la barbilla en franco alarde de victoria.

“Sean boxeadores o matemáticos, los niños gustan de las demostraciones: se matan entre sí con tal de demostrar una teoría, un cuento, lo que sea”.

De este calibre el principio de novela fadanelliana.

Y qué final…

 

***

Guillermo Fadanelli, El billar de los suizos. Memorias atendidas, Cal y Arena,

México, 2017, 134 pp.

——Al final del periférico, Random House, México, 2017, 188 pp.

*[email protected]

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