23.6 C
Zacatecas
viernes, 19 abril, 2024
spot_img

Sergio Garval. «En México es tiempo de asumir posturas»

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 301 / Artes plásticas

- Publicidad -

 

Nació en Guadalajara en 1968. Es egresado de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. En 1994 obtuvo una beca del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco. En 1999 cursó una residencia de estudio en la School of Visual Arts de Nueva York. En 2003 obtuvo una beca de Jóvenes Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y miembro del Sistema Nacional de Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de 2007 al 2010.

Su primera exposición individual fue Pasajeros en la Galería Jorge Martínez de la Universidad de Guadalajara en 1994, y desde allí ha participado en más de 40 exposiciones individuales y más de 150 colectivas en galerías y museos de México, Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Asia, entre los que destacan: el Museo Raúl Anguiano en Guadalajara, Museo de Arte Contemporáneo de Morelia, la Casa Museo Diego Rivera de Guanajuato, en la galería de la Secretaría de Hacienda; en Zacatecas en los museos Francisco Goitia y Pedro Coronel y más recientemente en el Extemplo de San Agustín, recinto en donde actualmente exhibe Los caprichos de Caín, exposición que permanecerá hasta octubre en ese lugar. A propósito de esta última exposición, platicamos con Sergio Garval en Zacatecas.

 

 

Jánea Estrada: “Soy un hombre, nada extraño me es ajeno”, pensé en este proverbio la primera vez que vi tu obra y sigo pensando en que tienes una gran inclinación hacia lo humanista…

Sergio Garval: Sí, desde la juventud tengo ese interés, mis lecturas y contactos son orientados a lo humano. Siempre he tratado de entender qué es lo que somos y la relación entre nosotros mismos. Quiénes somos partiendo de nuestra realidad y sus contextos históricos; pero también me interesa analizar al individuo dentro de su colectividad. El ser humano está en una búsqueda permanente; seguimos teniendo más preguntas que respuestas en este proceso de sabernos: tenemos dudas existenciales, por qué estoy aquí, cuál es mi misión… y en esta travesía por encontrar respuestas hay muchas confrontaciones que generan claro oscuros que como artista me interesa abordar, desarrollar, estudiar, profundizar en ellos, porque finalmente son mis búsquedas, mis fragilidades.

 

JEL: ¿En esas búsquedas, en esas confrontaciones, hay temor también?

SG: Después de esta exploración, el temor ha sido a través del tiempo, y cada vez soy más conciente, sobre mi exposición como individuo en mis obras, porque de alguna manera también me expongo yo… Soy parte de lo que pinto, de lo que hago, soy parte de esas fragilidades, dudas, miedos, incertidumbres, de búsquedas estéticas… de arte. El arte es eso, búsqueda, me reconforta, es una catarsis que en sus procesos y en la conclusión de cada una de sus obras me aporta, me da certidumbres. En mi obra hay reflejos, si no necesariamente autobiográficos, de mi manera de leer el mundo…

 

JEL: A propósito de confrontaciones, veo en tu obra que abordas y analizas el sentido tragi-cómico de la vida; es como si nos presentaras una especie de imágenes de una obra teatral que tú estás construyendo a partir del caos…

SG: Hay lecturas diferentes, pero tú lo percibiste muy bien, hay quien sólo ve tragedia, yo por el contrario lo veo hasta con ironía, por eso no me pesa tanto, la carga no es tan densa… porque hay mucho sentido del humor negro, en realidad son absurdos. Por ejemplo, a pesar de que en mi obra hay cuestionamientos sobre el poder, sobre los medios de comunicación, el consumismo, la religión… también tenemos los absurdos de la descontextualización de personajes, los llevo a escenarios que no son los suyos y eso nos hace entender lo que somos, nuestra fragilidad.

 

JEL: Observo que tiendes a poner a tus personajes en un nivel superior dentro de la composición: de la misma forma que hay un sobreviviente de un tsunami sobre un carro, hay un obispo sobre un carrito de mercado…

SG: Sí, y lo veo en dos líneas. La primera en términos de composición, porque así funcionan las piezas; por otra parte, muchas de mis series son como islotes y los seres humanos quedan siempre en la parte más alta, porque en una inundación, por ejemplo, tú tratas de subir para salvarte…

 

JE: ¿La intención es colocar a lo humano “sobre” todo?

SG: Sí, creo que lo hago inconscientemente… Mira, donde está más explícito es en el cuadro del tsunami, ante una eventualidad como ésa, el ser humano trata de subir el lugar en el que se encuentre más seguro: “desde arriba estoy seguro pero puedo ver lo que viene, tengo margen de poderlo controlar”.

 

JE: Ahí veo parte del drama, el ser humano puede o no generar el caos, pero lo pones en un lugar en donde él tome la decisión, genere la estrategia, para salvarse…

SG: Sí, somos los responsables de salvarnos o dejarnos llevar por las eventualidades, pero en cierta forma también hay que ver hasta qué punto estamos condicionados por nuestro entorno. Hay situaciones en las que nos podemos salvar, pero otras en las que no podemos controlar nuestro destino…

 

JEL: Eso me remite a la pintura barroca, que tenía también una intención didáctica para el espectador, pero en tu obra hay también otras intenciones…

SG: Así es, mi obra tiene más bien una intención testimonial. Trato de no asumir una postura moral, panfletaria o dogmática. Más allá del bien y del mal, pretendo decir “esto es lo que yo veo, ahí está”.

 

JEL: Toda obra es hija de su tiempo…

SG: Debería, pero no necesariamente, pero no necesariamente todos las artistas pretenden o aspiran a que así sea. Ése es el cuestionamiento o la confrontación que yo veo con los creadores de este país, que a veces no asumen o no tienen la consciencia de que toda obra creada tiene que ser coherente, acorde y consecuente a su historia…

 

JEL: Al asumir una postura ante el mundo en que te tocó vivir, quiéraslo o no, política, estás asumiendo una posición revolucionaria porque hay en ella una intención de crítica pero también de cambio social, de sacudir las estructuras…

SG: Lo que yo reflejo no sé si está bien o mal, pero lo que sí te puedo decir es que lo hago con verdad. En mi obra siempre aspiro a lo genuino y a que tenga dignidad. Creo que el artista es un ente que comunica; asumido así, como comunicador, tiene que asumir posturas intelectuales. Me parece que la postura intelectual no es un lujo, es una obligación no sólo para aquellas personas relacionadas con el proceso de conocimiento, es una obligación para todos. El gran problema es que nos referimos al término de “intelectual” con pincitas, pero no es más que el ejercicio del pensamiento crítico. Yo como artista tengo la responsabilidad de, a través de mis procesos de confrontaciones reflexivas, de asumir una postura con fortaleza, ante los acontecimientos que estamos viviendo, porque los artistas no solamente somos creadores de imágenes, somos comunicadores de ideas, no podemos desvincularnos de nuestra realidad, y más cuando nuestra realidad nos desborda. En México estamos viviendo una catarsis en todos los ámbitos, por lo mismo no podemos crear como en otras latitudes, tenemos que ser consecuentes con lo que vivimos: los mexicanos estamos viviendo una disfuncionalidad social de un tiempo para acá y me parece que tenemos que generar un testimonio.

 

JEL: ¿A qué le atribuyes esta disfuncionalidad social?

SG: Creo que en principio a una falta de educación y cultura, valores; estamos enfocados a cuestiones más banales y eso genera que estemos transitando por esta vida con vacíos muy grandes. El arte, la educación y la cultura nos aportan, nos fortalecen, su ausencia nos limita. El arte y la cultura nos permiten generar empatías con el otro, con el entorno, pero también propician el entendimiento de la verdadera importancia de las cosas.

 

JEL: ¿Qué se debería hacer para fomentar el arte, la cultura y la educación en la sociedad?

SG: Se trata de voluntad, de querer hacerlo. Pero me parece que no hay un interés real… Los políticos, no son líderes, éstos provienen de un sistema que no fomenta la educación reflexiva, son parte del problema y son los que generan las leyes… Por supuesto estamos generalizando, pero si tenemos un presidente que no ha leído, si no sabe decirte ni de qué se tratan tres libros, imagínate qué tan grave es el asunto…

 

JEL: Y a propósito de eso ¿tú qué lees?

SG: Me gusta leer, la lectura es mi gran compañía, soy una persona curiosa, me gusta la novela, sobre todo aquélla que te relata entre líneas lo importante, que no es explícita; la poesía me gusta mucho también. Vargas Llosa me gusta mucho, acabo de leer de él Lituma en los Andes –una obra muy de él, muy libre- y la otra llamada El sueño del celta –que trata de un personaje irlandés y de una travesía por el estado congolés; estoy ahora leyendo a Stendhall, Rojo y negro, que te habla de la condición del individuo y los absurdos de la sociedad, cómo nos manejamos con careta, cómo se busca el vivir realidades paralelas para complacer a lo convencional. Las grandes verdades del mundo y del ser humano se leen entre líneas. Eso podemos verlo en la literatura de Homero, Víctor Hugo, Balzac… García Márquez, Carlos Fuentes y a través, por ejemplo, de la poesía de Pablo Neruda, Quevedo, Bukowski –con su poesía descarnada, a veces-, Oliverio Girondo –cuyos poemas tienen mucha musicalidad-

 

JEL: Mencionaste de estos libros y escritores características que yo encuentro en tu obra: tiene la capacidad de relatar mensajes entre líneas, generar la reflexión sobre lo humano y la sociedad y hay en ella musicalidad.

SG: Sí, hay mucha música; yo establezco también una relación entre lo que hago y la poesía; a nivel estético tienes que aventurarte y tienes que recorrer cada una de las partes de la obra, porque en algunas hay sonidos estridentes y en otras hay silencios remanentes. La idea es que mi obra le comparta al espectador esos contrapesos.

 

JEL: ¿Si tu obra fuera música de qué tipo sería?

SG: Sería una música intensa, una música de mezclas raras, no pasiva… una música con temperamento. Creo que por eso me gustan el jazz y el blues, porque tienen esa nostalgia y ese peso emocional, son profundos, ahondan en lo espiritual. Tal vez tendría algo de rock, me gusta el rock clásico como el de Pink Floyd, Led Zeppelin, los clásicos; y también me gusta Mozart y Beethoven.

 

JEL: Hay quienes han identificado influencias en tu lenguaje plástico de Bacon y Freud; yo veo muchos vasos comunicantes entre la literatura y la música con tu trabajo. Contemplo Los Caprichos de Caín y escucho una sinfonía que refleja la relación contigo y con el mundo. Para finalizar, dime, por qué hacer pintura y escultura en en esta época en la que hacer video, instalación y performance, expresiones más relacionadas con el llamado arte contemporáneo, podría ser más afín a los movimientos de mercado del arte…

SG: No creo en los cánones de moda, creo que regirte por la moda es uno de los grandes peligros y desaciertos del medio; tratamos de condicionarnos mucho de acuerdo a lo que está vigente. Yo respeto a mucho a quienes se dedican a hacer esas expresiones artísticas. Pero también creo que el artista tiene que reconocer su voz, eso es lo que lo que lo hace ser: el cómo y a través de qué se expresa. En ese sentido yo creo que el artista tiene que encontrar su autenticidad, con honestidad… saber quién es, cuáles son sus inquietudes y qué es lo que quiere expresar. A los jóvenes les recomiendo que se escuchen y en algún momento que se vean en el espejo hasta poder decir: ése soy yo, con todas las carencias, pero también con aciertos y virtudes… y respetar a ese individuo; desgraciadamente vivimos un tiempo de toda esta alienación, en el que el sistema de producción neoliberal y el mercado, tratan de homogenizar todo. En ese sentido lo más cómodo es subirte a la cresta de la ola de la vanguardia o de la moda. Pero yo creo que lo más importante es reconocer cada quien sus necesidades y posibilidades expresivas y asumir una postura honesta con ellas. Yo desde muy joven sentí mucho placer con el dibujo, por el conocimiento de la anatomía, de la composición, de los escorzos, del espacio, el conocimiento por el color, los matices, las texturas, el manejo de las pinceladas, la pintura, la materia… los mundos que puedes abordar desde el formato bidimensional y tridimensional… pero también el contacto con los materiales es muy importante para mí porque puedo tocarlos, sentirlos, modificarlos y transformarlos. Yo trato de ser un creador que se expresa a través de ciertas herramientas; no pretendo ser un experto teórico que sepa la extensa variedad de términos relacionados con el grabado, la pintura, la escultura, el arte, las técnicas. De alguna manera me acerco a estas disciplinas, a ciertas técnicas que me permiten expresar mi mundo iconográfico… se me dan la pintura, el grabado y la escultura con ciertos márgenes y son lo que me place, por eso lo hago.

 

JEL: ¿Qué te hace acercarte a una obra de arte?

SG: A mí me gusta pensar que la obra de un creador, de un artista, tiene que ser inteligente. Me acerco a lo que refleja inteligencia a nivel estético, pero también placer. Yo soy un individuo de placer, soy un sibarita en ese sentido; me gusta disfrutar los colores, los sabores, las formas, todo lo bueno de la vida. Los seres humanos somos entes racionales, intelectuales, pero también somos emocionales. Sigo sintiendo placer con el manejo de los materiales y todos esos registros del proceso me hacen acercarme, lo conceptual está implícito pero no es lo más importante. La belleza ahí está, pero me interesa más la que te confronta.

 

JEL: Entonces estás hablando de lo sublime, lo que no necesariamente es bello pero te confronta, te emociona, te sacude…

SG: Sí, y en conexión con el arte atemporal, me refiero a las obras de los grandes maestros de las cuales no necesitas una explicación textual para comprender y sentir lo que experimentas cuando las ves. Yo no tengo problema con los artistas conceptuales o contemporáneos; es más, yo soy también contemporáneo porque estoy creando hoy y el origen de mis procesos siempre es conceptual, pero después viene la cuestión plástica y estética… que yo haya decidido emplear técnicas tradicionales es porque es el medio que más disfruto y el que mejor se me da. La libertad está en el intelecto; por eso me gustan las obras que no tienen que ser explicadas por medio de un texto. El tiempo decide qué es lo que permanece… de ahí su atemporalidad.

 

La exposición Los caprichos de Caín, permanecerá en exhibición en el Extemplo de San Agustín hasta el mes de octubre. Visítela, se puede generar un diálogo muy interesante con respecto a la obra ahí expuesta: son 30 pinturas, 3 dibujos y 5 esculturas, realizadas por este artista que pretende sacudir, pero también despertar emociones y confrontaciones intelectuales con lo establecido. Gracias a Sergio Garval, por la entrevista, por las largas charlas sostenidas durante este fin de semana, coincidimos: en México, es tiempo de asumir posturas y tenemos que hacer un esfuerzo mayor por difundir el arte, la cultura y la educación antes de que este barco termine por hundirse.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-301

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -