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viernes, 19 abril, 2024
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José Luis Cuevas, una figura predominante en la cultura mexicana, señala Sergio Garval

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Por: ALMA RÍOS •

■ Su muerte abre un nuevo capítulo: analizar el movimiento de la Ruptura, dice artista

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■ Es importante la libertad del arte pero no debe perderse el contenido intelectual, comenta

La muerte de José Luis Cuevas, ocurrida esta semana, abrió un capítulo nuevo en la historia del país y del arte en particular para analizar al movimiento de la Ruptura. Su importancia y aportaciones, como lo fue la libertad que significó ante la escuela del muralismo mexicano que se había convertido en dogma, pero también “me parece que quedó debiéndole a un momento muy importante de México, de índole social, los años 60”, dijo Sergio Garval.

Cuevas “era una figura predominante en la cultura mexicana y me parece que pudo haber asumido un liderazgo intelectual y social”, agregó el artista visual jalisciense que estuvo en Zacatecas para inaugurar en el Antiguo Ex Templo de San Agustín su exposición Los caprichos de Caín, en la que reúne obras realizadas durante los últimos 15 años, predominantemente óleos, también algunas acuarelas y esculturas.

En su opinión, la generación de la Ruptura dejó una deuda al no heredar un testimonio histórico de su momento; fue además complaciente con el poder y con el arte abstracto estadounidense, convirtiéndose en su versión mexicana, de la que aclara, no demerita en calidad. No obstante sus obras fueron reflejo del arte de Merce Cunningham, Jaspers Johns y Robert Rauschernberg.

Hay que tener en cuenta, dijo, que la realidad latinoamericana no es la realidad estadounidense ni la europea.

 

 

“Nosotros vivimos momentos ante los que no se pueden asumir actitudes de indiferencia. Nuestros acontecimientos históricos nos obligan a asumir una postura definida y contundente”.

Para Garval es importante la libertad del arte pero cree que no debe perderse el contenido intelectual del mismo.

“No se trata de generar un dogma ni de ser panfletarios”, pero la labor natural de un creador es el pensamiento y la reflexión, ya que es desde el cuestionamiento de la realidad que se genera el proceso creativo.

El artista entonces, no puede abstraerse de los acontecimientos del entorno que son la parte esencial de la creación, dijo.

José Luis Cuevas fue un gran dibujante, “un creador de obras intimistas”, pero desafortunadamente dejó un vacío testimonial de su momento histórico, opinó.

Habla así del compromiso del artista ya no con su comunidad o su sociedad, sino precisó, “con el humanismo”.

 

Los caprichos de Caín

Caín inquieta a Sergio Garval. El asesino de Abel ha prevalecido a través del tiempo, sostuvo, convirtiéndonos en sus hijos, en su descendencia. “Día con día seguimos asesinando a Abel, sigue cayendo permanentemente” mientras el asesino “se justifica, se regocija y usufructúa el crimen que hacemos de diferentes maneras y con diferentes razones”.

Desde una postura crítica de la realidad que tamiza a través del arte, Garval desvela en cuadros de gran formato “la mano invisible de Caín”. Las confrontaciones entre los seres humanos que generan los abusos de poder, la omnipresencia y omnipotencia de los poderes fácticos, “los poderes reales”: el consumismo, las ideologías, la política, que se ejercen contra aquellas personas que no tienen posibilidades de contraponerse, dijo.

“El tema es más vigente que nunca”. Caín, el fraticida, tiene hoy más presencia que en cualquier otra época.

Aunque pudiera pensarse en una evolución humanista en muchos órdenes de la vida social, en realidad sólo han cambiado las formas del abuso, de la conquista y de la prepotencia, para hacer subsistir la depredación del hombre por el hombre, camuflada por una superestructura creada para eso y en la que la educación que se imparte busca evitar que las personas piensen, reflexionen; busca su alienación, haciéndoles creer a la par que gozan de libertad, propuso.

 

 

En esta libertad “libertad dirigida”, los acontecimientos actuales son el reflejo de una confrontación ya insostenible y provocada por el neoliberalismo que ha logrado radicalizar a la sociedad con una inequitativa distribución de la riqueza, y con la injusticia, “que es lo más importante”.

Solamente quienes gozan de los privilegios de la civilización pueden pagarse los benefactores, pero son una mínima parte de las personas que viven en el mundo, expuso.

Son visiones apocalípticas las del arte de Sergio Garval, la devastación en medio de la abundancia; viajeros que ya no irán a ninguna parte, acumuladores de cosas que no podrán disfrutarlas, desarmados por una realidad que los avasalla, carros de supermercado que llevan sobre sí caricaturescos personajes.

El punto central de su obra, dijo, tiene que ver con los acontecimientos históricos actuales, en medio de los cuales “la función del artista” es aportar al proceso de comunicación y generar un testimonio a través de su visión para dejar constancia de ellos.

Sergio Garval expone los claroscuros del ser humano, sus búsquedas existenciales que tienen como motor aspectos materiales, intelectuales y espirituales, “dentro de la vorágine en la cual estamos viviendo”.

México está viviendo un momento catárquico que deviene de una inercia y de la cual Garval no puede desvincularse, “siento una necesidad” de generar una confrontación de esa realidad y desde el arte, con el espectador, “para generar una reflexión, un acto de pensamiento”.

En este momento en que Noam Chomsky asevera que la humanidad se encuentra como nunca en el umbral de su autodestrucción,  Garval propone al arte como una de las salidas a la esperanza, por su capacidad para generar la catarsis y “limpiar los espíritus”.

El arte sirve para saber “donde estamos parados, el gran peligro que estamos viviendo”. Al que nos han llevado una actitud egoísta, a veces ignorante, o peor, indiferente, “de no querer asumir una conciencia de tu momento”.

El artista visual cree en la conciencia y en el arte para provocarla. Actualmente dijo, esta serie de disciplinas han generado un “boom que no habían tenido nunca, los artistas parece que fueran rockstars” y eso debe aprovecharse.

Quienes tienen la fortuna de estar colocados en un lugar desde el que pueda oírse su voz, deben hacerla valer “para que nos ayude a mejorar como individuos. Y no generar una actitud individualista”.

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