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jueves, 18 abril, 2024
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Alternar partidos no cambia la realidad nacional: perspectivas al 2018

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

La efervescencia que causa el proceso electoral del año que entra y que ya inicia, es por la expectativa de provocar un giro en la realidad del país que ahora mismo se cae a pedazos. Así las cosas, la pregunta correcta no es, ¿quién de los aspirantes debe ganar?, sino ¿qué debe ocurrir para que la realidad nacional modifique su rostro? Y en el contexto de “aquello de debe ocurrir para cambiar la realidad nacional”, ¿qué aportación le toca a los partidos políticos? Esa idea que dice que el cambio de partido era la premisa esencial para el cambio de la realidad social, es una quimera que ahora nadie sensato cree. Y curiosamente los partidos siguen recurriendo a ese sofisma, al grado de que caen en el ridículo en sus spots publicitarios, anunciando que para el 2018 todo puede mejorar si votamos por ellos. En verdad, los mensajes de la clase política pasan de lo risible a lo irritante. Fox -esa criatura anti-natura salida de las novelas de Ibargüengoitia- prometió que resolvería problemas históricos en 15 minutos y sus apasionados acólitos aplaudían hasta sangrar; y el resultado fue un grotesco gobierno que nos llevó al decrecimiento. La esperanza de la alternancia se fue por el tubo del caño, y sus productos aun enferman la vida política del país. El señor Calderón no sólo convirtió los charcos de sangre en verdaderas orgias del horror, sino que descompuso el tejido social del país y los problemas sociales comenzaron a ser de cohesión. Algo más grave. Y no olvidemos el regreso del PRI: Peña Nieto es ahora mismo una calamidad, y escuchamos al presidente nacional de este partido afirmar que si los mexicanos queremos bienestar votemos por ellos. Entre la risa y la rabia, deseamos que ese personaje sufra las consecuencias del rayo flamíjero de la realidad: ¿cómo se atreve a decirnos que votemos por el sucesor de Peña porque eso ‘garantiza’ el bienestar del país? En suma, el cambio de partido no significa el cambio de la realidad nacional.

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Una idea mejor ha resultado no centrarse en determinar quién gobierna, sino en modificar el proceso mismo del gobernar. Ya sea con un partido u otro, incidir en mejorar las capacidades de los gobiernos en atender los problemas públicos y en hacer de las políticas algo más efectivo. Si el objetivo es intervenir la realidad para aminorar los problemas de la sociedad, no importa quién esté en el puesto, sino cómo se gobierne. Y ya vimos que quién esté no es determinante del tipo de ejercicio gubernamental. Es cosa de ver el paso de la izquierda por los gobiernos de Zacatecas: verdaderos fracasos. Y esa estrategia concentra las energías en los problemas mismos y permite no perder atención en procesos electorales quiméricos. Sin embargo, esta idea también tiene sus límites. Las definiciones estratégicas del portador del poder estatal pueden echar por tierra el esfuerzo de impulsar soluciones a los problemas por vía de la policy (de las políticas públicas); observamos una destrucción de las políticas por vía de la política a secas (politics). Así las cosas, por tanto también es importante quién esté en la conducción del Estado: alguien que no estorbe a los diseños creativos y dirigidos a los problemas mismos. Peña es un buen ejemplo de eso: destruye buenas iniciativas. Por ejemplo, el impuesto ecológico salido de Zacatecas fue destruido por el gobierno de este hijo de Atlacomulco.

Así, las condiciones que debemos reunir son cierta clase de políticos que permitan crear procesos de innovación, y un ejército de personajes de la sociedad civil y la academia que puedan plantear soluciones que impacten en la realidad. Recordemos que en los pocos avances que ha habido en la lucha contra la corrupción ha surgido de un sujeto social constituido desde una especial triple hélice: la academia comprometida, la sociedad civil con sentido de ciudadanía y la prensa libre. Así las cosas, debemos preguntarnos, ¿hay una opción de la clase política con la posibilidad de-dejar-hacer- a-la-triple-hélice? Pues eso lo veremos (tal vez) en el transcurrir de las próximas semanas. Pero no es seguro que surja. En el caso de la coalición de PAN-PRD no creo que tengan el menos interés en los problemas nacionales, actúan con criterios muy pragmáticos donde los programas (hipótesis de solución de los problemas) se fueron a la basura. Vienen del Pacto por México y la aritmética electoral como criterio absoluto. Y en dicha aritmética fundamentan los pactos con el Peñismo. La opción de Morena suena a posibilidad, pero hay dudas que carcomen mi cabeza: ¿el verticalismo del líder permitirá actuar a esta triple hélice?, ¿en su programa contemplan giros importantes como una reforma hacendaria seria y cosas así, o estará llena de lugares comunes? Porque hasta ahora he constatado muchos gritos de euforia por su líder supremo, pero no he visto declaraciones programáticas serias. Pero no cierro la posibilidad de que ocurra en los próximos meses. Pero me provoca desconfianza la falta de crítica interna en ese partido. De hecho, hay una condena a la crítica que se hace al interior, hay un ambiente de cultivo de acólitos aplaudidores. Y a mí me da más confianza la reunión de ciudadanos poseedores de sus capacidades críticas en pleno: gente que construye un proyecto y no que adora un líder. Sin embargo, tienen el beneficio de la duda. Esperemos que el futuro nos alcance y resuelva estas dudas. Peo si no llega nada bueno, estaremos a un paso de la barbarie. ■

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