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viernes, 19 abril, 2024
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Una tragedia llamada PRI

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Por: Ernesto González Romo •

Era tiempo comenzar desde cero. Se quitó el sombrero, se puso una cachucha y se recargó en aquel viejo caribe que era una pésima compañía en la carretera, pero era mejor aquella carcancha que andar a pie.

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Compró un terreno en la colonia, no tenía escrituras, pero se lo dieron en cómodas mensualidades, puso unos bloques apilados, unas láminas sueltas en el techo y se apresuró a mudar a la familia a su nuevo hogar, alejados de sus labores de tierra colorada.

Al día siguiente apareció el líder la colonia, se burló de los nuevos vecinos diciéndoles que en la ciudad no había víboras ni ratas de campo pero había especies urbanas más peligrosas como los municipales que detenían a todo aquel que pudiera pagar una multa de 200 pesos.

Rápidamente le explicó que necesitaba su credencial para “anotarlo” en las listas y pudiera recibir los apoyos del PRI, le dijo que les entregarían unos bultos de cemento, pero era necesario hacer una marcha para que los funcionarios del Gobierno pudieran justificar los apoyos.

Aquel campesino convertido en citadino mandó a volar al generoso dinosaurio, porque desde niño lo educaron para ser libre, así que se olvidó de los bultos de cemento regalados y junto a su familia se dedicó a trabajar.

En pocos años la suerte le había cambiado, dejó su cachucha y se compró una bonita texana, cambió el viejo caribe por camioneta familiar y decidió invertir sus ahorros para construir una casa digna para su familia.

Apenas había comenzado la construcción cuando el mismo líder dadivoso le dio el pitazo a la presidencia y a partir de ese momento comenzó un desfile de funcionarios corruptos que exigían miles de requisitos para no clausurar la obra, pero se conformaban con una mordida de quinientos pesos para hacerse de la vista gorda.

¿Por qué el mismo PRI que antes le regalaba cemento, ahora se había vuelto una carga?

Porque el PRI sobrevive con la ignorancia y la pobreza de la gente, por eso ayudan a los pobres a mantenerse pobres y le hacen la vida cansada a los ciudadanos que intentan superarse. Con un bulto de cemento o con una despensa nadie se supera pero con esas dádivas el PRI mantiene a la gente cautiva, básicamente convierten a los ciudadanos en adictos a las limosnas.

Por eso el PRI sigue obteniendo una gran cantidad de votos en las áreas rurales y semi urbanas, donde la miseria y la costumbre permite que los candidatos “totalmente palacio” del PRI siguen cautivando a las mujeres y asombrando a los hombres sin malicia.

Los dinosaurios dependen de hombres débiles que sueñen con un gobierno que los mantenga, pero sufren cuando tienen que convencer a personas independientes que saben que los sueños se construyen con trabajo y disciplina.

A pesar de todas las trabas aquel campesino convertido en citadino, logró acuñar un patrimonio y su familia comenzó a disfrutar de los resultados de los años de trabajo, tristemente vivían en México, donde el PRI y su modelo clientelar han aumentado la pobreza y la violencia.

Al hijo de aquel hombre lo intentaron secuestrar, pero él también fue educado para ser libre, forcejeó con sus captores y resistió todos los golpes, sacó fuerzas de donde no había y cuando empezaba a correr lejos del peligro, una ráfaga lo mató por espalda y le arrancó las ganas de vivir a toda su familia.

El triste campesino convertido en citadino sabe que es tiempo de volver a empezar, lo hace con el luto en el alma y lejos de esta tierra colorada donde gracias al PRI no hay suerte para el hombre honrado.

Para mi familia, su tragedia es un recuerdo permanente de que debemos cambiar, porque tantos pobres y tantos muertos no pueden quedar impunes, no podemos seguir viviendo en esta tragedia llamada PRI. ■

 

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