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miércoles, 17 abril, 2024
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Los Vikingos del Norte, de la “mordida al bistec” y el trago a la caguama al “experimento” consolidado

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Por: ARACELI RODARTE SOLÓRZANO •

  • Autodenominado como “un mash-up ranchero”, el grupo mostró su nivel creativo mediante un ritmo entre folk, norteño y rock adaptado a covers
  • Tocamos covers de acuerdo a lo que está de moda y “tratamos de echarlo a perder”, sostuvieron
  • La música “no es algo que te tengan que explicar o aprendas en una escuela. Se vive, como el amor; incluso, es algo mejor que el amor, porque no se acaba”

Tras imaginarse dándole una enorme mordida al bistec y tomándole a la caguama, cinco músicos de Chihuahua decidieron llamarse Los Vikingos del Norte y tocar lo que ellos mismos denominan “un mash-up ranchero”.

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“Una vez escuchamos un comentario que decía ‘en el norte termina la cultura y empieza la carne asada. Somos muy fiesteros, o tal vez no somos tan cultos como en el centro del país”. Así lo expresaron en entrevista exclusiva, luego de haberse presentado en la ciudad de Zacatecas, hace unas semanas y por segunda ocasión.

Con vestimenta norteña, en parte, Los Vikingos del Norte brindaron esa noche en Zacatecas piezas populares, desde folk y norteño hasta rock; un ritmo pegajoso. El acordeón y la voz de Miguel Sosa, la tuba de Fernando Torres, la guitarra y voz de Julián Vega, la batería de Guillermo Galván y el bajo de Dock Rodríguez dieron al público zacatecano el resultado de “un experimento” que inició en 2011 en una reunión de amigos en una casa de estudiantes donde se alojaba Julián, cuando todos cursaban música.

La variedad de géneros que brindó esta banda en esta capital se convirtió en un solo estilo de música. Se trató de covers, sí, pero con adaptaciones tan originales que pronto se ganaron los aplausos de los asistentes, emoción externada, más aun, mediante el coro “Olé, olé, olé, olé, Viki-ingos”, y es que Gimme the power y Rastaman-Dita, de Molotov, y uno de los principales éxitos de Red Hot Chili Peppers, también formaron parte del menú musical de la noche, piezas con la misma energía pero con un estilo norteño y más variantes. Al respecto, comentaron que en los covers de rock invierten más tiempo de hasta algunas semanas, dependiendo “del proceso creativo”.

Otras composiciones que ofrecieron fueron corridos tradicionales de Los Tigres del Norte, piezas que, por ejemplo, más tarde adaptaría, también a su estilo, La Lupita; también, Hey baby ¿qué pasó?, de The Texas Tornados, y la canciones Laurita Garza y Tragos de amargo licor, esta última de Ramón Ayala. Y en cuanto a la selección de estos estilos, mencionaron que “más que alusión a un grupo o un artista en concreto, lo hacemos porque nos gusta la mexicanidad, y obvio, ese tipo de corridos son parte de nuestra cultura”.

Los Vikingos del Norte nació porque “alguien tenía el gusto culposo por la música regional. Le pedimos a Miguel que llevara consigo el acordeón, y fue como comenzamos a tocar rock con norteño, para cotorrear, hasta que nos presentamos en un bar de Chihuahua, donde fuimos bien recibidos, lo cual nos alentó para armar el proyecto en forma”.

Uno de ellos, de Fresnillo, Zacatecas; otro, de Hermosillo, Sonora, y el resto, del estado de Chihuahua, cargan sobre sí diversos estilos musicales; sin embargo, eso no les impide realizar en conjunto las adaptaciones de los covers que eligen de acuerdo a lo que esté de moda y, dijeron, “tratamos de echarlo a perder. Buscamos algo que esté fresco, para molestar o picar donde sabemos que puede originar ruido. Amamos nuestro instrumento y tocamos porque nos divertimos”.

Todos los integrantes de Vikingos del Norte tocaban música clásica, y ellos sostienen que si alguien busca estudiar o aprender música, tiene que vivirla, desde tararearla e imitarla, hasta seguir su ritmo, practicarla y tocarla, sin la necesidad exclusiva de estudiarla en una escuela, pues aunque la teoría es indispensable, lo es más vivir este arte; “no es algo que te tengan que explicar o aprendas en una escuela, sino que se vive, como el amor, incluso, es algo mejor que el amor, porque no se acaba”.

El grupo ya había visitado Zacatecas en abril, y en este lapso recorrió Durango, Coahuila, Nayarit, Tamaulipas, Querétaro, Ciudad de México, Jalisco y el mismo Chihuahua, y, dijo, pese a que salir es cansado y a veces hasta frustrante, “tiene algo muy padre, que es conocer gente. Es darte cuenta que en cada lugar que visitas es lo mismo pero diferente”, incluso la forma de bailar entre un público y otro, “aunque al final son las mismas personas buscando las mismas formas de expresión, queriendo decir lo mismo o buscando las mismas oportunidades. Nos encanta el intercambio que se da cuando comenzamos a tocar y cómo reacciona la gente”.

Fue así como en su visita a Zacatecas se sintió una gran conexión entre estos músicos y el público. En sus palabras, “realmente vibramos y nos emocionamos con la gente”. Y aconsejaron a lectores y seguidores de La Jornada Zacatecas que disfruten la vida, “el tiempo, el rato de ocio que tengan; avienten la cerveza y sean ustedes, aunque sea en ese rato, porque el tiempo es lo más valioso que tenemos”.

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