Hoy por hoy el tema de las migraciones cobra fuerza en el ámbito internacional. Desde hace algunos años el conflicto armado en Siria ha dejado un saldo de más de 20 millones de personas desplazadas, por otro lado están los cientos y cientos de hombres, mujeres y niños que día con día intentan llegar a Europa provenientes de países africanos, muchos de los cuales perecen en el intento.
Pero el fenómeno de la migración no está lejos de nosotros, Zacatecas es un estado binacional, las migraciones son un tema cotidiano para miles de familias zacatecanas. No hay datos totalmente ciertos, pero se estima que más de un millón y medio de zacatecanos viven en Estados Unidos. En una de esas y resulta que hay más zacatecanos en Estados Unidos que en Zacatecas.
Esta realidad refleja el retraso y marginación que desde siempre han caracterizado a nuestro Estado, incapaz de brindar oportunidades de estudio y trabajo a sus ciudadanos. Nuestra economía no podría sostenerse si no fuera por las remesas que año con año llegan a Zacatecas provenientes de nuestros paisanos migrantes, más de 700 millones de dólares, unos dos millones cada día. Pueblos enteros basan su precaria economía en estos recursos.
Y qué decir del aporte de los clubes de zacatecanos que con inmenso sacrificio realizan en beneficio de muchos municipios, remodelando plazas e iglesias, construyendo bibliotecas, perforando pozos, pavimentando calles, etc. Muchos de nuestros municipios se han transformado y embellecido gracias a la ayuda de nuestros migrantes. Y no es que a ellos les sobre el dinero, los mueve el amor por su tierra y trabajan con mucho sacrificio para ver realizados esos proyectos.
Zacatecas tiene una deuda histórica con sus migrantes. Ningún esfuerzo ha sido suficiente para mostrar real y efectivamente la solidaridad con su situación. Especialmente la situación de quienes han sido víctimas de las deportaciones y de los miles y miles que viven ahora mismo con el temor de serlo. Cada día llegan a Zacatecas personas que han sido deportadas, para muchos de ellos ha significado el final de toda una vida de lucha y esfuerzo.
Pero hay signos de esperanza, pequeñas grandes acciones que nos recuerdan que aún hay mucho por hacer y que todo esfuerzo en pro de los migrantes es bienvenido. El centro de movilidad humana “Sembrando esperanza” se alza como una muestra de que es posible unir esfuerzos en pro de una causa común, dejando de lado ideologías, posiciones políticas o creencias. Se trata de un ambicioso proyecto emprendido por la Diócesis de Zacatecas en colaboración con académicos de la UAZ e innumerables instituciones nacionales e internacionales.
Será un espacio de descanso y ayuda para los migrantes de paso, pero será también un lugar a donde nuestros migrantes en retorno puedan llegar y recibir la ayuda que les permita reincorporarse a la vida social y laboral del Estado. Y aunque el proyecto aun va en sus primeras etapas, eso no impide que ya se esté trabajando. Diariamente reparten comida en los principales hospitales públicos de Zacatecas y Guadalupe, en donde hay muchos migrantes internos, gente de los pueblos que temporalmente migran a la ciudad en busca de la salud de sus familiares. Para muchos de ellos estas comidas significan simple y sencillamente la supervivencia.
A esta noble labor se han sumado grupos de las parroquias y de la sociedad civil unidos sólo con el afán de ayudar. Los trabajos en la casa del migrante “Sembrando esperanza” continúan y la ayuda es hoy más que nunca necesaria. Es cierto que en nuestra sociedad hay muchos signos de muerte y tiniebla, pero en medio de esa oscuridad de vez en vez se encienden pequeñas luces. Esta casa es una de ellas. Proyectos como este nos hacen sacar lo mejor que hay en nosotros, nos llevan a olvidar nuestras pequeñas diferencias y nos permiten fijar la mirada en nuestras grandes coincidencias.
