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jueves, 28 marzo, 2024
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Notas sobre obesidad

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Aunque el problema del sobrepeso es básicamente un problema de ingesta inapropiada que nada tiene que ver ni con la metafísica, ni los designios divinos ni broncas salvajes de la personalidad ni la genética ni pasiones ocultas, sino que es una simple y vulgar relación entre un entorno que facilita la sobre exposición de productos ingeribles y no sólo de mala calidad, sino que altamente nocivos, como la comida que oscila entre la alimentación rápida y la que se denomina chatarra, sin olvidar la que podría ser más sana, la comida en casa con todas sus tentaciones en cantidad y calidad y la comida tradicional que se encuentra en las calles y aquellas de gastronomía educada. En todos los lugares y desde todos los estratos, la tentación está ahí, arrastrando a los amantes del disfrute culinario, sin importar su procedencia. Aún así, la mayoría de las personas se niegan a hacer cualquier cambio en sus hábitos que altere su zona de disfrute; la ingesta es primero, la panza después. El artículo previo a este se invitaba a experimentar con la cuarta Erre (R), es decir, a Rehusar la vida sedentaria, a Rehusar la vida de confort improductivo y a Rehusar el consumo de productos innecesarios, junto a los que son razonables o indispensables para una supervivencia feliz y grata, plena de salud.

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Sería muy sano combinar los asuntos que tienen que ver con los bombardeos mediáticos que inducen a los consumos, dados la presentación externa y la disponibilidad de la comida, todo es importante, pero es importante destacar que la fuerza mediática puede ser contrarrestada con un entrenamiento que ayude a desaprender malos hábitos de ingesta y aprender algunos hábitos buenos que los sustituyan. Es común que aparezcan cientos de ofertas para remediar este problema, pero evidentemente no han podido demostrar sus supuestos.

Tampoco es sano justificar las debilidades como un asunto que debe arrastrarse como algo heredado a través del aprendizaje en una familia que exagera el consumo de estos productos. El cambio de hábitos es determinante, pero esto solo puede lograrse si se es capaz de modificar el ambiente donde tales hábitos se presentan. Cambia el ambiente y cambiarás la conducta. No existen evidencias que comprueben que si una familia es obesa, todos sus miembros estén condenados a serlo. Así como se copian los malos hábitos, también puede utilizarse la imitación para aprender secuelas de comportamiento que sean complacientes para la salud. ¿Habría que hacer una revolución para aprender a decir NO a  lo que es nocivo para la salud? Lo anterior parece fácil, pero no lo es; tampoco es tan difícil. Todos los esfuerzos que se inviertan en este proyecto serán recompensantes por todos los logros evidentes que pueden alcanzarse en un período relativamente corto. Todo es cuestión de proponérselo.

Normalmente, este tipo de problemas son derivados de un mal manejo de la vida cotidiana; sin quererlo, el devenir atrapa a cualquiera y le impone usos y costumbres que consciente o inconscientemente lo llevan a hilar una serie de hábitos y los razonamientos que de ello se derivan y terminan transformándose en lo que se denomina círculos viciosos. Lo más sano es identificar esta serie de eventos: si esto afecta a algún miembro de la familia lo más sano sería identificar cada parte de la cadena que lo sostiene ahí, y actuar en consecuencia. Primero hay que romper el círculo, rompiendo alguno de sus eslabones y segundo, sustituir los malos episodios por otros que aporten beneficios en sentido contrario. Entonces, podrán darse pasos importantes que ayuden a contrarrestar este fenómeno y se empiece a desvanecer este problema de salud pública. Pero las instituciones de salud pública y privada también tienen sus círculos viciosos.

El círculo que ahora ocupa este mensaje incluye algunos episodios entre los que se cuentan los siguientes: los problemas emocionales que provoca la “necesidad de comida”; luego la inusitada disponibilidad de todo tipo de alimentos y bebidas que conduce al consumo excesivo; aunado al sedentarismo propio de los tiempos de los medios de comunicación y la tecnología digital; todo lo anterior conduce inexorablemente al fenómeno que expone este análisis. Es posible que si se rompe uno o dos de estos eslabones del círculo vicioso, el problema principal, la obesidad, desaparecerá más temprano que tarde.

Se sugiere atacar este problema a través de un programa multidisciplinario que incluya, principalmente, la asistencia profesional de un equipo integrado por especialistas en problemas de nutrición, asistencia médica, psicoterapia y acondicionamiento físico, principalmente. Lo único que hay que hacer, es intentarlo. Para tal efecto, se pueden diseñar mecanismos de intervención en forma individual o a través de Grupos de Apoyo.

Sólo hay que intentarlo.

Consulte en el lugar correcto.

 

[email protected]

492 109 4668

*Psicólogo

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