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jueves, 28 marzo, 2024
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Las tres huelgas que llegan a 10 años

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Por: Óscar Alzaga •

La huelga de Cananea del 1 de junio de 1906 fue precursora de la Revolución de 1910 y de los derechos del trabajo en el artículo 123 de la Constitución de 1917. Ya que esos derechos estaban prohibidos por la dictadura porfirista y su reclamo era motivo de represión, deportación o muerte. No obstante, la masacre de Cananea a la postre contribuyó a la caída de la dictadura y al reconocimiento de los nuevos derechos en la Carta Magna. La sangre derramada se hizo Historia.

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Las huelgas de Taxco, Sombrerete y Cananea iniciadas el 30 de julio de 2007, para exigir la seguridad en las minas, el reconocimiento de la representación sindical y cumplir violaciones cometidas por la empresa, en respuesta ésta pidió la inexistencia de las huelgas, que la Junta Federal le obsequió, pero las perdió la empresa y la Junta en el amparo: dos veces en Taxco y Sombrerete y tres veces en Cananea, donde pidió además el uso de la fuerza militar para desalojar a los mineros por la inexistencia, un desalojo que también el gobierno obsequió al patrón, pero ambos perdieron ante los amparos del Sindicato.

Entonces, la empresa, durante las huelgas, acudió a otras vías con mentiras: demandó 2 veces la terminación de las relaciones de trabajo por un supuesto agotamiento de las minas de Taxco, y perdió los juicios; en Sombrerete, a través de la CROC, demandó la titularidad del contrato colectivo, y pese al apoyo de la Junta Federal y de la empresa, la CROC perdió el recuento con el Sindicato Minero. Llegó a demandar la inconstitucionalidad de la imputabilidad de la huelga, como derecho también patronal. No obstante, ambas huelgas siguen activas, con la mayoría de los obreros y resisten los ataques y aún la violencia de Grupo México y el segundo oligarca del país, Germán Larrea.

En Cananea se llegó al extremo de que al no poder acabar con la huelga, la empresa acudió en plena huelga a una demanda novedosa: terminar las relaciones de trabajo individuales y colectivas “por causas de fuerza mayor”, se apoyó en una inspección que pidió a la Secretaría de Economía a través de la Dirección de Minas, que declaró que por las pésimas condiciones de la mina era imposible seguir las relaciones de trabajo “por causas de fuerza mayor”. Pero la inspección contenía un error: no se realizó en la mina, declaró lo que no le constaba. Para la Junta Federal fue suficiente la prueba para proceder en 15 horas ¡tiempo record mundial! a desahogar completo el juicio laboral, con todo y laudo (prefabricado), a favor de la empresa. El Sindicato acudió a todas las instancias jurisdiccionales y en todas encontró la negativa a la justicia. Casualmente, se nombró al abogado de la empresa, ni más ni menos, secretario de Gobernación, a Fernando Gómez Mont, quien al dejar el cargo, volvió a servir a Grupo México.

Y la empresa reabrió la mina en 2011 al poco tiempo de cerrar, pero con nombre nuevo, otros obreros, otro sindicato (CTM) y contrato colectivo. Por la magia oficial desaparecieron las “causas de fuerza mayor”. La Junta Federal declaró que la huelga de Cananea sin obreros, había concluido. Notificó al Sindicato el 11 de julio de 2011, el día del minero.

El Estado ponía fin a la huelga, al trabajo, al contrato colectivo y al Sindicato. Parecía que volvíamos al pasado, a la dictadura o más lejos: al origen de la simulación oficial, a aquella ley española medieval, que aún sobrevive en México: “obedézcase, pero no se cumpla” Cerraba así las puertas de la justicia a los mineros de Cananea. Pero los mineros de la sección 65, dirigidos por Napoleón Gómez Urrutia, decidieron seguir la huelga con ánimo y dignidad, en asamblea acordaron acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con su petición y denuncia, el 4 de enero de 2012.

A la petición se agregaron nuevos hechos, como el estudio comparativo de los contratos colectivos: del Sindicato Minero de 2007 y de la CTM de 2011, de contenido muy diferente, el nuevo reduce los salarios: de 650 pesos diarios a 150 y las prestaciones, permite la libre explotación del trabajo sin intervención sindical, al convenir que “en las labores de la mina no intervendrá el Sindicato”, solo a través de la oficina. Se agregó la información del derrame de 40 millones de litros de tóxicos en el río Sonora el 6 de agosto de 2014, por irresponsabilidad de Grupo México, ya que las normas en materia ambiental y ecológica son preventivas y la empresa no las cumplió, lo que hace un homicidio industrial. Se informó de los enfermos y muertos mineros y de sus familiares durante casi 10 años de huelga, por el retiro que hizo la empresa del hospital, los médicos y medicinas, que estaban pactados con el Sindicato Minero.

Por fin, el 28 de noviembre de 2016, la CIDH pidió al Estado mexicano informar sobre la petición del Sindicato, lamentablemente lo hizo con mentiras, al afirmar que el Sindicato no interpuso el recurso de revisión en México antes de acudir a la CIDH, y que no agotó las liquidaciones de los obreros y pidió a la CIDH negar la admisibilidad al Sindicato. Puras afirmaciones sin pruebas. La respuesta del Sindicato fue precisa: agotó todos los recursos jurisdiccionales internos y exhibió pruebas.

Resulta lamentable que ante los organismos internacionales se mienta a nombre del Estado mexicano, para proteger al millonario Germán Larrea y al gobierno de Calderón que cometió todo tipo de violaciones a los derechos humanos nacionales e internacionales. Por eso, no dudamos que la CIDH dará la admisibilidad al Sindicato Minero, y pasará a la etapa de estudio del fondo, para acreditar: si en México se respetó el debido proceso, si las pruebas de la empresa fueron legales, si la autoridad actuó de forma imparcial y si la terminación de las relaciones de trabajo fue legal, igual que concluir la huelga de Cananea. Acudir a los tribunales internacionales cuando nos cierran las puertas de la justicia en México, es un derecho. Y un deber de los sindicalistas y ciudadanos internacionales del siglo XXI, así lo dice la Constitución. Hace muchas décadas que los patrones son internacionalistas, para defender sus intereses. Sin duda, la lucha de Cananea de hoy, abre nuevas alternativas, como lo hizo hace 111 años.

En Taxco, la empresa intentó un engaño ladino: prometer a los obreros de la sección darles todo, colmarlos de dádivas, a cambio sólo de dejar al Sindicato Minero, el titular del contrato colectivo, para dejarlos como el perro de las dos tortas: una vez que abandonen al Sindicato. En Sombrerete, una vez más, Germán Larrea intenta demandar la titularidad del contrato colectivo usando un sindicato patronal, con toda clase de trampas e infundios, que lo hace en verdad merecedor de la muy degradada en este sexenio medalla “Belisario Domínguez”.

Lo mejor de las tres huelgas no son solo los 10 años, sino el ánimo y la dignidad con que llegan, algo totalmente fuera de lo común en México y el sindicalismo oficial. En las tres huelgas la mayoría sigue en pie de lucha y con la solidaridad de otros mineros y la internacional.

 

*Abogado del Sindicato Nacional Minero.

 

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