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viernes, 29 marzo, 2024
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Notas sobre obesidad

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Cuando se analizan fenómenos que tienen que ver con el exceso de consumo o peor aún, el consumo innecesario y todavía peor, el consumo irresponsable aparecen pautas de comportamiento que poco tienen que ver con las formas de ser que pudieran considerarse como “normales”, así entre comillas, puesto que en un país de influencia capitalista y en lo que crédulamente se apuesta por la muerte del esa forma extraña de proponer política económica dinosáurica  llamada neoliberalismo y del gigantesco godzilazo del capitalismo compulsivo. Una de las gracias más bien logradas de estos reptiles es hacer sentir a la comunidad internacional en constante ayuno y necesidad, la cual solo puede satisfacerse a través del consumo sin límite de cualquier mortal. Y no importa que no se cuente con los medios, el sistema hace sentir a todo mundo que es necesario emplear de cuanto medio se disponga para mantener en ejercicio el movimiento del mercado.

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Las débiles voluntades de una sociedad como la del país que habitamos siempre están alertas para abordar los movimientos de vanguardia consumistas; es inexplicable observar la cantidad de personas haciendo compras inútiles o inapropiadas  y peor aún consumiendo indiscriminadamente cada nuevo producto que invade el mercado, ya sea una línea de autos, de casas, ropa, tecnología electrodoméstica, líneas de muebles y la tecnología para la información y la comunicación, las famosas TICs. En la mayoría de las líneas de la producción de lo mencionado, el placer de su disfrute se diluye muy rápidamente ante la aparición de nuevas generaciones y formas de deleite hedonista que desaparece la víspera ante las implacables campañas de publicidad que inducen a la mayor parte de la humanidad a adquirir productos que no siempre son necesarios para el disfrute de la vida, lo cuestionable es que ante la incapacidad de explorar todas las posibilidades de satisfacción que pueden aportar los productos rechazados, se queda con cierta sensación de frustración, de lamento ante una limitada inversión y de pérdida ante la adquisición de bienes y eventos que no son de la última generación.

En este fenómeno de provocación para el consumo, destacan la comida y la bebida. Hoy día se está lejos de la austeridad alimenticia generalizada de la población en el mundo. En México, la ingesta de productos que nos son recomendados para mantener una salud razonable, son los más demandados; desde la comida denominada chatarra, líneas de comida rápida, antojitos callejeros, las colaciones, la repostería y productos de exquisito sabor y presentaciones impecables hacen que la ingesta de gastronomía sofisticada sea una de las nuevas tareas para comensales de cualquier origen. Ni que decir de las bebidas. Desde hace muchos años se mantiene el dudoso honor de ser el país que más consume refrescos embotellados, en especial aquellos de color negro que tanto daño hacen a cualquier organismo que los consume. Los buenos hábitos de ingesta, por más que se promueven animando a la población a desarrollarlos, siempre se quedan chatos y en ridículo ante los embates publicitarios y la convicción de la sociedad de que no pasa nada y que en todo caso ya habrá tiempo para corregir los daños que pueda causar una mala educación en la práctica de la ingesta alimentaria.

Existen varios factores que pueden ayudar a arrojar luz sobre este problema de la humanidad, la sobreingesta de productos que conducen a la obesidad y a todos los problemas colaterales que ésta lleva implícitos: los de aspecto médico, principalmente, los que se relacionan con la estética y los valores que de ahí se derivan, la falta de control de quienes lo dejan llegar a la hora de decidir sobre las características del consumo tanto cualitativa como cuantitativamente, para luego entrar a aspectos sociales que tienen que ver con la posición social y las posibilidades de movilización para dejar como detonante aquellas consecuencias que tienen que ver con lo que se ha dado en llamar lo psicológico: ¿Qué factores determinan que aparezcan pautas de comportamiento atípico en las formas finales de ingesta, que son las que conducen a la implacable aparición del sobrepeso y luego a la obesidad? El placer inmediato conduce inexorablemente al pesado problema en el mediano y el largo plazo. Comienzan a aparecer entonces algunas formas de razonamiento que acompañan a los pasos previos y posteriores a los episodios de ingesta inadecuada que luego se aparecen paralelamente a los episodios físicos en un proceso de descontrol en ascenso que da pauta a la aparición de los círculos viciosos. Hay muchas formas de interpretar este fenómeno, pero al fin de cuentas es consecuencia de formas físicas de ingesta. Si el problema proviene del acto de ingerir comida, entonces es necesario diseñar mecanismos que animen a la gente a prescindir de malos hábitos de consumo, identificar cuáles son los momentos que facilitan un consumo inadecuado y encontrar formas sublimes de gratificación en los momentos en que se sea capaz de decir que no. De utilizar la cuarta Erre de los buenos hábitos para una vida sostenible: a Rehusar la vida sedentaria, a Rehusar la vida de confort improductivo y a Rehusar el consumo de productos que no son necesarios, razonables o indispensables para una supervivencia feliz y gratificante, plena de salud a prueba de años acumulados, con la gracia extrema de poder lucir una grasita necesaria, no más.

Felicidades a los 40 millones de aficionados Chivas.

Condolencias a los habitantes de la nación Wixárica por el lamentable asesinato de dos de sus líderes. n

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