■ Detención de culpables sólo ocurre cuando las víctimas son hijos de influyentes
■ Familiares, amigos y vecinos dieron el último adiós a Johan, menor de 5 años asesinado en un tiroteo en el El Ete,
El dolor y la indignación unieron a los habitantes del barrio del Ete y de la colonia Pánfilo Natera. La reunión fue en la iglesia del Perpetuo Socorro, donde se dio el último adiós a Johan, menor de 5 años que fue víctima de la violencia que azota a los zacatecanos día a día.
Johan se encontraba la tarde del martes afuera de una tienda de abarrotes en el barrio de El Ete, en la calle Ferrocarril, junto a un familiar, cuando un grupo de hombres armados abrió fuego en contra del niño y otros dos hombres que estaban en el negocio.
Una bala en su cráneo le arrebató la vida. Una bala ya no le permitió volver a los brazos de sus seres queridos, que lo esperaban en casa. Entre algunos vecinos hay indignación, pues se dice que el menor no murió a causa de una bala perdida, sino que el ataque hacia él fue directo.
“A los pobres son a los que matan, a los pobres son a los que pueden asesinar sin que se detenga a los culpables”, dijo una vecina que conoció a Johan y a su familia. Y señala que la detención de los culpables solamente ocurre cuando las víctimas son hijos de políticos o funcionarios influyentes.
“Si hubiera ocurrido lo mismo con un político, las autoridades y el gobierno sí actuarían, pero los que siempre ponen los muertos son los pobres. Ahora se van contra los niños, eso es lamentable. Y los de gobierno dicen que si no cumplen se van, pero no lo van a hacer, no les conviene”, afirma.
Durante la misa reinó el silencio en las calles de la colonia Pánfilo Natera. El templo fue insuficiente para albergar a familiares, compañeros, vecinos, amigos del pequeño, y las calles aledañas se cerraron por un momento.
Acudió la alcaldesa de la capital, Judit Magdalena Guerrero López, a dar el pésame a los deudos. Aunque opina la mujer que esto no sirve de nada, ya que se quiere justicia y que esta situación no vuelva a ocurrir. “¿Que sabe de ese dolor si no tiene hijos?”, dijo la mujer.
Después de la misa de cuerpo presente, el pequeño féretro recorrió las calles que lo vieron crecer. De ahí, salió una caravana que ocupó un carril del bulevar, rumbo a lo que sería su última morada, en el panteón Jardines del Recuerdo, en la comunidad La Escondida, e la capital del estado.
