¿Qué significa ser madres en el segundo país más letal del mundo, sólo por debajo de Siria? El maternaje en un contexto de violencia, en el cual la seguridad de los hijos se encuentra en estado continuo de vulnerabilidad, implica para las madres vivir la ansiedad perpetua. Veamos el caso de las jovencitas desaparecidas por efecto de la trata: un buen día la chica que salió a la escuela y se le esperaba a comer, se tarda, se llega la noche y no llega, amanece y no aparece frente a la puerta de la casa, sus cosas están encima de su cama y escritorio, la madre observa las playeras, los cuadernos y libros están quietos en el librero esperando que la chica ausente los tome, la madre los ve y siente el vacío: la angustia como en una olla exprés se mueve dentro del cuerpo de la madre. Se llega otro día y otro y otro más. Nada. ¿Sabemos o nos damos cuenta que la desaparición de esa jovencita ha destruido la biografía, el significado de la vida a 15 o 20 personas que estaban alrededor de ella? Los jóvenes involucrados o victimas del crimen organizado también: padres, tíos, hermanos, sobrinos, y la madre pierden el sentido de la vida.
23 mil muertos sólo el año pasado por motivo de la violencia, y este año pinta para más. ¿Y los 30 mil desaparecidos? Hay algunos que pudieron al menos elaborar el duelo, ¿pero los que han quedado en el aire de la incertidumbre? Todas las madres de este país suspiran cada que sus hijos salen a la calle, siempre existe la posibilidad de que no regresen y no volverlos a ver jamás. ¿Caemos en la cuenta de lo que significa no tener la seguridad del regreso de los hijos? Los 43 normalistas desparecidos se han convertido en la representación de los miles que están en el anonimato y sufren la misa condición. Y su representación es completa: también muestran el trato que el grueso de las víctimas han recibido por parte del Estado. Han sido ignorados, tratados con letargo, su derecho a la verdad nunca se ha cumplido y, al final del día, hostilizados por continuar reclamando su derecho a la justicia elemental. Por ello, son re-victimizados: por los delincuentes y luego por la autoridad.
¿Cómo celebrar el rol de madre en esta circunstancia? por un lado regocijarnos como todos los años, porque el maternaje es festejable por sí mismo; pero por otro, la mejor manera de conferir un homenaje, es hacer de la función maternal un gozo y no una tortura. Así las cosas, con la disolución actual del Estado, o la extinción del poder público encargado de garantizar la seguridad de nuestras personas, la función de madre se convierte en un alto riesgo biográfico. Día a día sobrellevan la vida de una familia, que la contingencia de las circunstancias puede convertir en un abismo.
