Allá en el siglo XIII, Tomás de Aquino daba algunas reglas o consejos de prudencia o sabiduría práctica, sobre temas de ética y política, los cuales se popularizaron como ‘la preferencia del mal menor’. Elegir o discernir entre algo malo y algo bueno, es muy sencillo, pero elegir entre cosas que son combinadas no es tan sencillo. Justo es lo que tenemos ahora en la elección que deben hacer los partidos de izquierda en el proceso electoral del Estado de México.
Durante mucho tiempo se le criticó la líder de Morena su negativa a hacer alianzas, cuando todo mundo sabe que son esenciales para poder competir a la hegemonía del PRI. Ahora parece que va modificando su posición y rectifica. Sin embargo, también se conoce la actitud autoritaria de AMLO dentro de su partido. Poco escucha. No se diga en las decisiones internas de Morena: su palabra es ley, lo cual ha debilitado la vida institucional de ese partido. Sin embargo, igualmente es conocido que es el líder político que tiene un programa comprometido con la igualdad social y contra la corrupción. Dos aspectos no cuestionados con seriedad por nadie: tiene interés genuino en disminuir la desigualdad y en eliminar la corrupción. Así las cosas, tenemos por un lado su carácter autoritario (que no es agradable a nadie), y por otro es un político con muestras de honestidad e intereses sociales genuinos. Si esto es así, ¿Cuál es el interés del pueblo de México? Su autoritarismo lo sufren sus aliados o subordinados políticos, no la población en general, y sus políticas benefician a la población total. Por ello, si el interés es el país, el conjunto de grupos políticos deben poner en práctica el mal menor que arriba mencionamos, o el proyecto político de las izquierdas en su conjunto.
La manera utilizada para llamar a la unidad de las izquierdas no fue diplomáticamente la mejor: fue sin tiento y hasta con poco respeto. Sin embargo, lo que nos interesa a la gente es que ocurra. Las susceptibilidades de los políticos, la verdad, son cosa secundaria. Como están las cosas en el país, nos interesa que lleguen a acuerdos esenciales para el rumbo de la patria, y después (muy después) que lo hagan con formas adecuadas. Entre las fracciones de la izquierda, dado su tradicional sectarismo, es comprensible que tengan problemas de trato. La pregunta es, ¿los conflictos de relación y otras cosas similares tienen más peso que la posibilidad de darle un rumbo distinto al país? ¿Cuáles son los criterios de decisión de los políticos que tienen el poder para resolver? La calidad de estos políticos se observa en la calidad de sus decisiones. La unidad de las izquierdas es un tema de interés nacional: la posibilidad de cambiar la orientación del país. Los males existen (sin duda), pero son menores a esta gran prioridad.
