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jueves, 28 marzo, 2024
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Promoción y mediación lectoras

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 291 / Promoción de la lectura

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Previo al Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor aparecían en Facebook infinidad de invitaciones para celebrar dicho acontecimiento. El domingo 23 de abril, los festivales, ferias, conferencias, presentaciones de libros y un sinfín de actividades en las cuales ese cuerpo de folios encuadernados fue objeto de homenajes, apologías, discursos reivindicadores, loas y alabanzas. Lo anterior me llevo a revisar perfiles para conocer cómo se asumen quienes se dedican a la promoción del libro, la lectura, formación de lectores, etcétera. Es decir, ¿existen vestigios de que quien comparte una cita de Cortázar realmente lo ha leído?

Si consideramos, para fines de estudio, a las redes sociales más populares como radiografías de los individuos y de la sociedad, tendremos en ellas un termómetro del aspecto a seguir. De esta manera las publicaciones que compartimos, los comentarios que realizamos, nos han exhibido como una sociedad discriminatoria, misógina y carente de argumentos para el debate. También es posible ponderar el tipo, la frecuencia y calidad lectora de quienes hacen del acto lector una actividad inherente a su vida diaria. En amplios sectores de la población mexicana existe una positiva valoración en torno al libro y la lectura, al grado de que quien manifieste abiertamente que no lee es blanco de críticas y señalamientos mordaces.

Hay quienes desde su perfil de Facebook comunican cuál es el libro que están leyendo. No es tan común como el conocer otro tipo de actividad que están realizando (ver la película, serie televisiva o encuentro deportivo, visitar algún lugar, etc.). Otros suman a lo anterior la pertenencia a grupos de lectura, responden desde su experiencia lectora preguntas como ¿Qué libro me recomiendas?, participan en juegos de nombrar un título literario que coincida con la inicial de su nombre, etc.

Otros más comparten citas, algunos de publicaciones o fotografías elaboradas por otros miembros de la red social; algunos más, acompañan un pensamiento, una frase, una idea, un párrafo de algún texto de su agrado y la acompañan con una imagen que buscaron en Google. Unos se exhiben cuando en medio de aquella frase entrañable se les escapó un error ortográfico. Desde luego que puede ser un accidente… que se repite en ocho de cada diez publicaciones. Hay quienes cuidan esos detalles, pero cada día las frases son de fuentes tan diversas que surge la duda: ¿leyeron la obra o un compendio de frases célebres?, incluso una agenda 2017.

¿Qué hay en común en todos estos casos? A primera vista, la desvinculación del quien comparte algo relativo a la lectura y el libro, con fines de interesar al otro (a menos que tengan contacto por Messenger u otro medio directo y personal). Ello deja de lado la posibilidad de saber qué sucedió en su proceso lector. Es decir, si buscó la obra, si la leyó, si cumplió sus expectativas. Estas acciones son propias del mediador. Hay una mirada humana que se impone a la perspectiva clientelar de cifras, números y metas cuantitativas.

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