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jueves, 28 marzo, 2024
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Límites del índice de marginación del Conapo

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Por: JUAN MANUEL PADILLA •

Durante la segunda parte del siglo XX la imagen del indicador del ingreso per cápita para medir el desarrollo de un país se fue deteriorando,  conforme ganaba terreno la propuesta de medirlo con una visión más amplia, dada la constatación que el crecimiento económico es insuficiente para elevar la calidad de vida de una población.

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Al respecto destaca el índice de desarrollo humano (IDH), propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), hacia 1990, y que incluye en su medición la salud, educación e ingreso.

Sabemos que la crisis de la deuda externa de los 80  aumentó la inequidad y la pobreza, y con ello la necesidad de su medición. En México la principal medición ha sido el índice de marginación (IM), desarrollado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) en 1993, considerando la propuesta  de la Coplamar de 1982. Este documento  tras una breve introducción acerca del deterioro gradual del método  tradicional de medición del crecimiento económico, presenta cuatro límites del IM.

En materia de medición de pobreza en México cabe recordar la creación del Consejo Nacional para la evaluación de la política social (Coneval) en 2004, el cual se encarga de medir la pobreza, reconociendo a partir de 2007 que la pobreza es multidimensional, desarrollando una metodología para su medición. Además se han propuesto otros índices, como el de bienestar por el Inegi, y el de “masas carenciales”. En seguida se hacen algunas referencias sobre el IM.

El IM es una medida sintética que permite diferenciar entidades federativas, municipios y localidades, según el impacto global de las carencias que padece la población. Este índice se calcula a partir de los datos de los Censos de población1 y vivienda desde 1990 y se desagrega en cuatro niveles: para entidades federativas, municipios, localidades y Agebs. El IM estatal o municipal considera cuatro dimensiones: educación, vivienda, ingreso y población rural. A partir de aquí se generan los nueve indicadores socioeconómicos de marginación: población analfabeta; población sin primaria concluida; viviendas particulares habitadas sin energía eléctrica; sin drenaje ni servicio sanitario; sin agua entubada; con piso de tierra; población ocupada con ingresos bajos; y población residente menor de 5 mil habitantes. Para generar una medida resumen de estos se ha aplicado el análisis de los componentes principales (ACP). Una primera tarea de este es elegir el número de componentes principales que serán usados para explicar el fenómeno analizado.

En el caso del IM se ha seleccionado el primer componente, lo cual es una primera limitación, porque la valoración del nivel de carencias que diferencia a los municipios se ha hecho con parte de la información disponible. Únicamente se ha usado  un poco más de la mitad de la información de los indicadores de marginación para el establecimiento de cinco grados de privación: bajo, muy bajo, medio, alto y muy alto. Y para hacer lo anterior hay alternativas multivariadas más eficientes  desde el punto de vista matemático, por ejemplo el análisis de conglomerados, a decir de algunos especialistas.

Una segunda limitación se deriva de que el IM le da al primer componente, el educativo, le da más peso a los indicadores de educación, seguido por el nivel de vivienda con piso de tierra, y de los ingresos. A los que se les da menos importancia para definir la magnitud de la marginación son las viviendas sin drenaje y/o servicio sanitario, sin agua entubada, y la población rural. El impacto que ha tenido la definición del IM solo con el primer componente principal para la orientación de política pública ha sido fuerte, toda vez que con el paso del tiempo varios programas públicos se han orientado  exclusivamente a municipios localidades de alta o muy alta marginación.

Una tercera limitación del IM es que no permite evaluar  los cambios en la marginación a lo largo del tiempo, toda vez que está medido en una escala de intervalo, por lo que las comparaciones que se presentan con base en esa metodología solamente son válidas en términos relativos, pero no absolutos. La implicación práctica es que no pueden ser comparados de forma directa los cambios observados en los índices de marginación de una unidad geográfica particular en dos momentos en el tiempo. Por ejemplo, para el municipio de Zacatecas los valores que tuvo el IM en los años 2005, 2010 y 2015 son -1.8301, -1.820 y -1.785 , respectivamente, sin cambio significativo, pero no quiere decir que la marginación no haya disminuido, lo cual puede constatarse si miramos la reducción del valor de todos los indicadores. Cabe decir que el uso del primer componente principal para definir índices es frecuente; véase, por ejemplo, el índice de rezago social del Coneval, por la ventaja que tiene de facilitar su construcción al ser un procedimiento matemático directo, con las desventajas ya mencionadas. Lo anterior contrasta con otras propuestas académicas o institucionales, como el IDH o el de vulnerabilidad social,  donde de acuerdo a consideraciones socioeconómicas, se define la ponderación o importancia que tendrán los diferentes indicadores de desarrollo o carencias.

Una última crítica al IM es respecto de los criterios de estratificación de los municipios, la cual es una cuestión central de los objetivos del IM, ya que existen  programas públicos dirigidos a municipios con muy alta marginación: tales criterios se derivan de la técnica empleada, la de Dalenius. Algunos especialistas afirman que hay otras metodologías que permiten establecer con mayor precisión a los estratos para asegurar el cumplimiento de los objetivos metodológicos y de planeación considerados en el IM.

En una próxima colaboración se comentarán algunas propuestas que se han hecho para mejorar el IM. ■

 

*Universidad Autónoma de Zacatecas

 

 

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