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viernes, 29 marzo, 2024
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El exigente oficio de construir un partido

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Por: QUITO DEL REAL •

■ El son del corazón

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Me gustaría saber qué es lo que pasa por la mente de los miembros de base del  Morena, acerca del método decidido por Andrés Manuel para construir el partido.

Han pasado muchos meses desde que el movimiento aparecido en el año 2006 estrenó nombre nuevo, donde no quedaron huellas del slogan clasista “Primero los Pobres” y, semántica aparte, se adoptó finalmente uno de musicalidad racial. Pero muy en el fondo, la construcción del partido, la forma de concebirlo, construirlo y adaptarlo, es un tema guardado entre los activos personales del líder.

Al definirse como un partido de carácter popular, nacionalista y de masas, de izquierda y lejano de las tesis liquidadoras de la socialdemocracia, el Morena crece sensiblemente como un dichoso augurio para cambiar al decrépito régimen actual, pero deja una ventana abierta a los descuidos y a la coronación de una versión tribal, mágica y religiosa del líder omnipresente.

Morena es un logro de los mexicanos y, como tal, debemos defenderlo contra los falsarios y traidores. Por ello, nos gustaría saber más acerca de su trama interna, pero sus militantes no ofrecen, hasta el día de hoy, una discusión abierta que revele los diversos puntos de opinión, si existen, acerca de la idea cardinal de López Obrador sobre su partido político.

¿Desea un partido fuerte y perdurable? ¿Qué tipo de militantes demanda el Morena para lograr una estructura que no sólo gane comicios, sino que defienda su poder ante los embates de los enemigos internos y exógenos, presumiblemente de conspiradores y golpistas patrocinados por la derecha y los intereses financieros internacionales? ¿Qué debe hacerse para que esta organización no sea estación de paso y recurso del oportunismo de los pillos que hoy deambulan ostensiblemente en su interior con piel de cordero?

¿Se autorizará a las masas etéreas definir, sin doctrina ni disciplina, los aspectos cotidianos de la vida partidaria?

Las interrogantes son inocentes pero humanas. Cualquier miembro morenista debería responder a ellas con claridad y atingencia y, sin embargo, aún los intelectuales del partido carecen de interés  para atenderlas. Por su parte, el órgano central del Morena, Regeneración, una publicación fallida, impresa sólo para llenar el expediente, se limita a recortar y pegar información editorial y notas periodísticas de los diarios nacionales. No tiene información proveniente de los asuntos partidarios o de la reflexión interna.  Es un fraude proveniente de un concepto morenista poco puntual de construir el partido, que será notable a la hora de los acontecimientos  políticos más agudos.

 

*****

Es posible que muchos ciudadanos, veteranos del 2006, hoy reconocidos como militantes probados, hayan explorado en las interrogantes descritas con anterioridad, pero no asumen una postura sobresaliente que cuestione a su dirección nacional. Creo que esa es la falla más grave del nuevo partido: sus miembros carecen, quizá rehúyen, de las armas de la crítica interna y el debate, y lo que es más grave: no desean tocar, ni con el pétalo de una rosa, a su máximo dirigente. Esta actitud proyecta, muy temprano, la justificación de la verticalidad y el mando monolítico, la represión interna y el silencio contra la disidencia.

Morena puede ganar el Estado de México y las elecciones presidenciales, pero eso no se expresará cualitativamente en favor del desarrollo de un partido que se comprometió a revertir la historia asesina del México posrevolucionario, y decidido a cancelar la trayectoria político-criminal del PRI-PAN-PRD.

Ciertamente, el triunfo será celebrado, pero puede ser un retroceso riesgoso: no conseguirá conmover, más allá de la algarabía coyuntural, la conciencia profunda de las masas, ni dará brillo al concepto de pensamiento libre y soberano. No infundirá en los trabajadores la conciencia de su poder, ni los elevará en su proyecto de independencia de clase y de autogestión.

El partido Morena no coadyuva  en la revolución cultural que precisa el país para revertir su dramática agonía. No tiene elementos para emprender la larga marcha de la transformación democrática ciudadana, donde la movilización permanente requiere de dirigentes firmes, claros y honestos, y de una organización política definida por la claridad y profundidad de sus ideas y principios, y por su destacada solidez.

Ahora los nuevos vientos los llevan a ganar elecciones y a sentirse imbatibles en la punta de las encuestas. Un discurso triunfalista empapa las conversaciones y los discursos de la militancia; parece inevitable el triunfo de Morena y arrollador su paso por las urnas de julio del 17 y julio del 18. Pero existen interrogantes no despreciables, cuyas respuestas nos podrían ilustrar acerca de la precaria autocrítica con que este partido emprende su despliegue triunfador y las pocas luces con que desprecia todo señalamiento que exhiba algo de su liviandad y desnudez.

 

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¿A quién se le ocurrió que la candidata del Morena en Las Choapas, para la presidencia municipal, debería ser Eva Cadena Sandoval? Al Peje, podemos responder con certeza, porque él es el que manda y todo lo decide.

Pues bien, el daño está a la vista. Existe la percepción de que los comentarios de Andrés Manuel no son satisfactorios, porque no explica el por qué de su decisión. Es claro, seleccionó a la dama sólo porque ella tenía el dinero para hacer su campaña, pero no por su visión progresista de interpretar la realidad nacional.

En compensación, dice que los 500 mil pesos procedentes de la gran impostura de Eva serán regalados. Pero esta es una salida que se antoja risible. ¿Por qué no seleccionó a un ciudadano de a pie, a un trabajador o a un campesino? Porque no tienen dinero.

Aunque este es un escándalo menor que no trascenderá contra la honorabilidad del Peje a la hora de las elecciones, es un round perdido nomás por bajar la guardia. Sería deseable que la propia militancia se convirtiera en escrutadora de sus candidatos.

Aún hay tiempo para enmendar este tipo de conflictos, pero el procedimiento improvisado de definir candidatos y atraer a personajes diversos con sucias historias, es testimonio que revela la calidad de los cacharros oxidados con que Andrés Manuel responde a su construcción partidaria. O quizá a él estas cosas no le interesan. ■

 

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