3.4 C
Zacatecas
jueves, 28 marzo, 2024
spot_img

¿Somos o no somos?

Más Leídas

- Publicidad -

Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 290 / Río de palabras

- Publicidad -

En un entramado lugar de mi mente existe un concepto de mí mismo, una idea que se transforma en actos, apariencias y pensamientos, más allá del lenguaje, que me permite entenderme con el mundo que me rodea. Existen imágenes, experiencias, recuerdos y sentimientos que han ido definiendo lo que soy en este momento. Lo que soy para mí no es lo mismo que soy para otros. No me preocupa, porque seguramente ellos tampoco son para ellos lo que son para mí. Es una entramada red de relaciones donde cada quien da sentido a lo que es y lo que hace.

Parece no ser algo difícil de entender. Pero es difícil darse cuenta de lo que uno es. Sobre todo cuando lo que le define a uno está lejos de ser un mismo quien lo defina. Existe un mundo lleno de mensajes, que a lo largo del tiempo han definido al ser humano, y que le ha permitido construir lo que ha sido como especie. En diferentes momentos, el mundo ha exigido a cada ser humano un comportamiento distinto que le ha concedido adaptarse a las circunstancias y seguir adelante como especie.

Entre los millones de seres humanos que han nacido y vivido a lo largo del tiempo en el mundo, probablemente pocos se han hecho preguntas acerca de sí mismos: quiénes son y para qué están vivos. La respuesta no es fácil porque probablemente no hay tal, y sí la hay quizá sea más simple de lo que parece. El hombre quiere encontrar esa respuesta en el cosmos. Sublima el mundo que le rodea, da el rol de madre a la tierra, a la naturaleza, busca en las estrellas fuerzas divinas que den sentido a la existencia. Quizá esto sea así porque es en el universo donde está nuestro primordial origen, en el polvo estelar.

Entonces un día abro los ojos y no soy consciente ni siquiera de lo que soy. Totalmente indefenso y dependiente de esas personas que me alimentan, me cuidan y me protegen. Esas voces, los tonos en que se expresan, junto con las manos que me tocan y las formas en que lo hacen, van llenando el interior de ese envase que soy, y poco a poco el organismo que represento va evolucionando. Cada momento y cada experiencia es archivada, de manera voluntaria e involuntaria.

Esa información va tomando la apariencia de mi nombre y entonces Carlos se convierte en alguien, con deseos, con apetitos y voluntad. Contracorriente y pese a lo hostil del mundo que me rodea, me aferro a esa identidad, llena de contrariedades, de pesares, alegrías y satisfacciones, miedos y goces y forjo en mi mente un concepto de lo que soy.

Pero nunca acabo de conocerme. La vida está llena de cambios, de personas diferentes y distintas situaciones. Lo que fui hace cuarenta años parece haber quedado muy lejos, pero en la memoria de mi identidad, son cimientos que rigen mi conducta. Por eso contemplo el mundo y no puedo hacer más que ver con asombro lo que los demás hacen consigo mismos. Cómo cada ser de esta especie a la que pertenezco se aferra a la frágil y fugaz vida. Cómo, a veces, sin importar el tiempo pasado, podemos reconocer a aquél que conocimos desde hace años, y cómo, a veces, es imposible reconocerlo, como si en algún momento de su vida haya decidido hacer borrar lo que fue para transformarse en alguien distinto y darse otra oportunidad para seguir siendo.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -