Editorial gualdreño 290
Las actividades culturales no paran; después del festival se han ido generando nuevos eventos y ojalá que así siga todo el año. El pasado jueves 20 se inauguró la exposición de la artista griega Lisa Sotilis en el Centro Cultural Palacio de Gobierno. La exposición consta de una serie de pinturas figurativas al óleo y de una colección de joyas escultóricas que ha realizado con materiales como el oro, el platino y piedras preciosas. Vale la pena conocer la obra de esta artista, quien además de haberse dedicado al diseño de este tipo de joyas, ha sido una promotora del arte en distintas partes del mundo.
Es difícil resumir en unas cuantas palabras la semblanza de Lisa Sotilis, pero digamos que se trata de una artista que desde muy niña ha vivido apasionada del color y las formas que encuentra en la naturaleza. Nacida en Atenas tuvo de entrada una gran ventaja: el entorno físico, custodio de un patrimonio cultural y artístico de la Grecia clásica; y quizá lo más importante, el contexto histórico familiar, que propició en ella que estuviera rodeada de arte durante su infancia y prácticamente durante toda su vida.
Lisa es parte de una generación de artistas que sigue brillando con luz propia y cuyas aportaciones a la historia del arte son altamente significativas; marcaron, rompieron con lo establecido y la segunda mitad del siglo XX hoy puede leerse también a partir de sus creaciones. Entre esos artistas destaca René Magritte y Giorgio de Chirico, dos personajes clave en el panorama artístico europeo del siglo pasado; con el primero Lisa entabló una amistad muy cercana; con Chirico, además de amistad hubo una relación estrecha de trabajo: Lisa Sotilis fue la única asistente del artista griego fundador del movimiento artístico escuela metafísica y quien fuera asimismo una de las referencias más importantes para los artistas surrealistas.
La cercanía que tuvo con estos artistas, integrantes de un grupo llamado artistas o genios rebeldes, propició a su vez que el panorama de Lisa Sotilis se abriera todavía más y surgiera su labor como promotora cultural. A la artista griega le interesaron desde entonces no sólo la autenticidad y la honestidad de los artistas, sino también las estrategias con las que sus obras pueden promocionarse.
Lisa es una eterna enamorada de la belleza, y cómo no serlo, nació en un lugar de musas y después, durante su adolescencia se mudó a Italia; es en Milán el lugar donde radica ahora y desde ahí viajó a Nueva York en donde exhibió una de sus primeras colecciones de joyas. Su incursión en el mundo del arte neoyorquino fue exitosa desde el primer día; tan es así, que de ahí surgieron otros proyectos como el de trabajar con la casa Cartier. Ella, rodeada de arte, de artistas, de belleza, es una mujer con las ideas muy firmes, con una portentosa imaginación y con una férrea disposición a que lo que todo lo que imagina se haga realidad.
Eso me recuerda a Pedro Coronel, quien ansiaba tocar las obras de arte que más le tocaban el alma, pero no estaba permitido; por eso decidió adquirirlas, para poder sentir con sus manos las texturas, los materiales, el color de lo que más le gustaba, de ahí su colección acumulada a lo largo de los años y que decidió compartir con nosotros. Por su parte, Lisa ansiaba que alguien pudiera realizar los diseños de joyas que ella imaginaba, pero nadie mejor que ella para moldear sus sueños, de ahí que decidió hacerlas con sus propias manos.
Sus creaciones parecen de otro tiempo; el vínculo que tiene con el pasado, con su pasado y el de sus ancestros es indisoluble. Una de sus piezas bien pudo haberla utilizado Hera; otra de ellas, Perséfone; y la más extravagante de todas, la que está diseñada en oro para cubrir una espalda desnuda, Afrodita. Y es que pareciera que Sotilis, con esa imaginación prodigiosa, diseña sus joyas escultóricas para diosas o para reinas. Arte, poder y belleza, son palabras ligadas inexorablemente a su labor creativa. Su exposición estará en exhibición alrededor de dos meses en Zacatecas, asista y dígame si coincide conmigo.
Tuve la oportunidad de platicar con ella después de su exposición; lo que pensé duraría tan solo unos minutos, se extendió a casi dos horas de charla, la entrevista será publicada en la siguiente edición. Ha sido, sin duda, una ocasión maravillosa para hablar no sólo con ella, sino con el Embajador de Grecia en México, el Sr. Petro Panayatopoulos, porque hablamos del arte, de la belleza, y de la serenidad en el alma. Nos vemos la siguiente semana.
Que disfrute su lectura.
