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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Festival Cultural Zacatecas Sostenible? (2)

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

En el análisis anterior -por el que se pide ¡perdón! por los errorosos horrores con (sic) ahí chorreados-, se mencionó la idea de darle un giro más allá de la cultura pública y el gusto por las bellas artes y sus manifestaciones diversas dentro del fluir de eventos en el Festival Cultural Zacatecas; se habló de concentrar la atención general hacia lo sostenible ambientalmente. Es decir, se sugiere diseñar un evento que invite a la gente al disfrute de todas las combinaciones posibles entre artistas, diletantes, el ambiente generado en la primavera zacatecana, la diversidad cultural de los visitantes, la participación de administradores públicos y sobre todo, la participación de la ciudadanía de todo el estado en un formato de convivencia armónica con la ciudad y su emanante espíritu que atrapa épocas ancestrales prestando un escenario único para el goce de cada actividad, de todo tipo. No es gratuito el status de Patrimonio de la Humanidad que ostenta con orgullo y que enorgullece a sus habitantes.

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Ha habido críticas ante lo aparentemente modesto del festival por no haber traído a los grandes monstruos que otras ocasiones atiborraron los espacios masivos de la ciudad, pero si se toma en consideración que el Estado está en bancarrota, todo se justifica. Si acaso se puede hacer la observación de que si el festival iba a presentar estos detalles de austeridad, se pudo haber volteado un poco más hacia el talento local y rifársela promoviendo a muchos artistas que no tienen la capacidad para pagar un aparato publicitario y autopromoverse. Así, si no se le va a dar gusto a todos los que tienen capacidad de crítica, si se le daría una gran satisfacción e impulso al talento zacatecano que tendría por fin un escaparate para proyectarse hasta donde lo permitan sus facultades. Pero esa es harina de otro costal. Malinche sigue recorriendo el Camino de Tierra Adentro. Y ni modo.

Se mencionó de otro aspecto importante a rescatar que es el equilibrio entre la cultura popular y la cultura clásica. No se puede pretender que solamente el arte culto o aburguesado sea el que predomine; existen los otros aspectos de la misma que bien llevados pueden alcanzar una identidad bien definida y que en teoría son aspectos demasiado humildes como para alcanzar la categoría de “arte bonito”; para no hacer una larga lista se pueden rescatar las propuestas urbanas de arte alternativo, la cultura popular rural que tiene que ver con tradiciones de las diferentes regiones del estado y aquellas que sobreviven de la cultura originaria. Se puede empezar a cultivar mucho de estas formas de manifestaciones largamente ignoradas y tenerlas a punto para los próximos festivales. Además de que se afianzaría lo local, se tendrían datos concretos sobre la posibilidad de expandir las fronteras culturales del estado, se ahorraría muchísimo en las contrataciones de artistas foráneos de medio pelo que bien fácil pueden ser sustituidos por los artistas zacatecanos. Sólo hay que convencerse de que se puede. En esta forma, podría decirse que tanto los zacatecanos como los visitantes tendrían la oportunidad de conocer mucho más de las raíces, los frutos y la proyección del arte y la cultura de estos rumbos.

Ahora bien, la idea de hacer un festival cultural sostenible tiene que ver con la otra parte de la cultura, la del respeto al entorno, tanto al citadino, que es la joya de la corona, como al de todos los sitios del estado que ofrecen los innumerables e inacabables atractivos. Puede invitarse a turismo de todo el mundo que de antemano sepa a lo que viene; que no sea la diversión hedonista extrema la que atraiga a los visitantes, sino más bien la que deriva del disfrute epicúreo de estar vivo en los entornos que ofrece la capital y todos sus municipios. Siguiendo el ejemplo que ya se vive en Susticacán, se pueden promover paquetes de turismo ambiental limpio. Hay muchas formas de hacerlo, corresponde a los que viven de esta actividad el diseño de nuevas fórmulas de atracción turísticas que sepan disminuir el consumo de energía fósil; del cuidado del agua; la omisión de ruidos innecesarios y volúmenes ofensivos; diseñar modelos para el disfrute de la Capital y los Pueblos con una carga vehicular reducida hasta mínimo el cincuenta por ciento de la que hoy día se observa; disminuir la generación de residuos sólidos; promover las caminatas, ejercicios y juegos sanos al aire libre sin descuidar desde luego los episodios festivos con la excelente gastronomía del estado y las bebidas tanto frescas como espirituosas que aquí se producen: el aguamiel, la cerveza, el vino y el mezcal.

Sería increíble legar un Festival Cultural basado en propuestas de desarrollo sostenible, con miles de personas desplazándose a través de la Bizarra Capital como modelo de lo que puede hacerse en otro enclaves, no solo del estado de Zacatecas, sino de la República y otros lugares que quieran seguir modelos similares de búsqueda de la sabiduría.

Además de que no costaría más de lo que se ejerce en tareas de limpieza por parte de la Dirección de Servicios Públicos Municipales, ¿Se imagina usted comenzar a entrenar seis meses antes por parte de todos para llegar bien afinados al festival? El objeto de iniciar una campaña de respeto a la ciudad no es para nada despreciable. Será siempre más grato disfrutar una ciudad limpia que no genera basura, basado en la conciencia activa e histórica de su gente y no en sanciones de orden público. En un respeto conjunto a la civilidad vial y a una facilitación de intercambios sociales activos y amenos en un período de convivencia armónica que responda a los propósitos de un Festival Cultural que se apega a los reclamos de la tierra. ■

 

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