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viernes, 29 marzo, 2024
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Violencia que se vive tiene una motivación económica: Enciso

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

■ No hay razón social o política tras esa situación, dice el académico

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■ El Estado es opaco y eso dificulta comprobar su complicidad con criminales, puntualiza

■ No se puede echar toda la culpa a los cárteles por la violencia, opina el historiador

■ Inseguridad y violencia no son equiparables a las que hubo en otros momentos históricos: Amaro

■ Además del narcotráfico, hay otros componentes y actores que antes no eran parte del fenómeno, dice

El historiador José Enciso Contreras afirmó que la violencia e inseguridad que existe en la actualidad, a diferencia de la que hubo en otros momentos históricos de México, no tiene una motivación política o social, lo que hace de esta coyuntura una situación compleja y complicada.

Comentó que la vida del México independiente y durante el periodo colonial, la inseguridad fue una constante y “los primeros que comenzaron a organizarse para enfrentarla fueron los ayuntamientos medievales que prevenían la inseguridad en los caminos a través de una policía”.

También se refirió al bandolerismo, fenómeno que aumentó en el siglo 19 conforme se profundizaba la crisis económica en el país, es decir, conforme al empeoramiento de las condiciones sociales, aumentaba la delincuencia.

En la etapa reciente del país ha habido altibajos. Sin embargo, ha sido común observar etapas permanentes de inseguridad en muchas ocasiones generadas por el propio sistema autoritario, expuso Enciso Contreras.

Se refirió al estudio titulado La Charola, de Sergio Aguayo, en el que el autor somete a juicio la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, cuyos “ominosos agentes de la Policía Política fueron los primeros que incursionaron y protegieron a lo que hay conocemos como los modernos cárteles de la droga”. Ello significa que la criminalidad es resultado colateral de la actividad estatal policiaca.

Explicó que el Estado mexicano es opaco y por lo tanto no se puede comprobar con evidencias la intromisión que ha tenido el Gobierno del Estado en las actividades de los grupos criminales, pero “se puede suponer, por el comportamiento de los cárteles, sobre todo en determinadas regiones”.

“Lo cierto es que los cárteles también tienen su propia dinámica y que no se mueven nada más al influjo de las políticas estatales. Tienen su dinámica y su independencia y eso se refleja en saldos de sangre lamentables”, agregó.

Enciso Contreras señaló que no se puede echar toda la culpa a los cárteles por la violencia o los fallecidos que se producen como resultado de sus enfrentamientos. Desde su punto de vista “esa es una táctica muy mala e irresponsable por parte del Estado, porque si bien son cadáveres como resultado de la confrontación entre cárteles, no hay que olvidar que esos cadáveres pertenecieron a ciudadanos con todos los derechos y obligaciones que eso implica”.

Es decir, el hecho que estén involucrados en la delincuencia organizada no los desciudadaniza ni deshumaniza, por lo que deben ser tomados en cuenta como un saldo negativo de la equivocada política en materia de seguridad.

Sobre la cantidad de muertos y desaparecidos que se han contabilizado en la actualidad, respecto a los que hubo en otros momentos históricos como la Revolución Mexicana o la Cristiada, precisó que “toda revolución no puede compararse con la delincuencia, porque una revolución es un proceso radical de cambio profundo en las estructuras y en las formas de vida”.

La Cristiada, “una revuelta un poco loca”, también se derivó de un problema social que llevó consigo a actos delincuenciales, pero tampoco se compara a lo que ocurre en la actualidad, porque no hay una motivación social o política detrás de la violencia y la inseguridad que prevalece y por lo tanto debe ser catalogada como delincuencia.

En el periodo de la Guerra Sucia, por su parte, Enciso Contreras comentó que ello ocurrió en el contexto de un Estado autoritario que ejerció niveles inauditos de violencia y que pretendió combatir a sectores violentos que tenían una finalidad política, de manera que ese caso tampoco es equiparable al momento actual.

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