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jueves, 28 marzo, 2024
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Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 289 / Río de palabras

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Antes ya había estado aquí. No se trata de un déjà vu. No, para nada es el caso. He estado antes en esta misma situación, contigo. Durante Semana Santa, los callejones de la ciudad se atiborran de gente buscando un rincón para el beso a hurtadillas, dicen que es de buena suerte, yo creo que sí. Aquí estamos otra vez. Tu presencia es mi regalo. Aquel día caminabas con las prisas que te caracterizan, me preguntaste por la calle del Olvido, soy pésimo con las referencias geográficas, así que te acompañé hasta dar con el sitio. Desde entonces seguimos juntos, aunque sé que no será por mucho tiempo, cada quien debe seguir su rumbo. Soy un jodido sentimental, te haré promesas que no sé si pueda cumplir: estaré contigo siempre porque sí, porque no encontraré una mirada como la tuya, sí porque el cristalino de tus ojos me robó el primer aliento de esa tarde, sí porque la belleza no radica en tu rostro, tus labios o tu cuerpo sino en lo que me generas en conjunto cuando rozo tu mano por error o por mero pretexto de permanecer en ti, así, juntitos por mucho tiempo.

Estaré contigo, estaremos ambos porque las casualidades no existen, porque todo es efecto del deseo de una noche cuando vi caer estrellas en el sueño. Te prometeré que voy a escribir nuestra historia en papel amate, te digo, soy un estúpido romántico. Me prometeré nunca olvidarte, si habito en tu memoria no estaré solo. Escribiré en las líneas de tu mano aquella frase que una noche susurré. Mira, aquí estamos de nuevo. Cuéntame por qué ya no respondías los mensajes, por qué dejó de ser importante los buenos días, los buenos deseos o la foto cuando despertabas justo a las seis de la mañana. Me vuelves loco cuando sonríes, cuando cubres los temores con silencios, cuando por ejemplo caminas hacia la ventana y me das la espalda para luego voltearte y sugerirme que te robe un beso.

Tengo una constante sensación de que nadie llega para quedarse. Estamos enganchados a vínculos instantáneos y amores fugaces. Espero que contigo no sea el caso, vamos a darle la oportunidad a la vida… otra vez, carajo. Es la lluvia que me pone así de emocional, no puedo evitar echarte de menos y todavía no me dices nada. No te calles, suelta de una vez las palabras y deja llorar el adiós. En la última carta que recibí me contabas de tu nueva empresa, parece que los hijos te van muy bien. La foto familiar es grandiosa.

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