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viernes, 29 marzo, 2024
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Crisis en la UAZ es por crecimiento no planificado y “grupocracia”: Burnes

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

■ También es por reconversión de política restrictiva dirigida a la universidad pública

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■ Se culpa por un lado a la propia UAZ, y por otra al Estado, pero faltan propuestas

La crisis financiera de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) obedece al crecimiento espontáneo y no planificado, la división en su interior generada por la grupocracia y una correlación de fuerzas político-social favorable a la reconversión de la política restrictiva dirigida a la universidad pública, afirmó el académico Arturo Burnes Ortiz.

La crisis en la UAZ no nació “como un rayo en cielo sereno” y entorno a ella prevalece el maniqueísmo respecto a la interpretación que hay sobre ella, pues por una parte se dice que la culpa es de la propia institución (según los medios de comunicación y comentaristas ligados al conservadurismo zacatecano) y por otra parte se dice que la responsabilidad es del Estado (ello de parte de un sector contestatario), pero en ambas posturas no hay una propuesta.

Comentó que hay tres coyunturas decisivas que llevaron a la Universidad a esta crisis. Una en 1991 y 1992, cuando un conflicto colectivo de naturaleza económica provocó que el entonces rector Francisco Flores Sandoval reestructurara profundamente el Contrato Colectivo de Trabajo.

El segundo momento decisivo fue el convenio suscrito en octubre de 2004, mediante el cual también se modificó el Contrato Colectivo de Trabajo, y el tercero es el que ocurre en este momento y que desde su punto de vista es “una encrucijada en la historia de la UAZ”.

Burnes Ortiz indicó que “desde el punto de vista de la economía sería un momento de inflexión previo a la catástrofe a la necesaria reestructuración, pero nadie la ha planteado a pesar que es necesaria porque la resolución de la crisis debe ser desde la crítica y la autocrítica”.

Manifestó la necesidad de poner por delante la reafirmación de los valores y principios fundamentales de la universidad pública, aquella que postula la autonomía, la gratuidad de su oferta académica y sus servicios y su compromiso social, todos estos lesionados por las políticas y las reformas de corte neoliberal que se expresan en el descobijamiento financiero de todo el sistema de educación.

Eso se tradujo en un recorte del gasto destinado a las universidades públicas, y aunque en los últimos años el presupuesto para la educación superior pasó del 0.8 al 1.4 por ciento del PIB, “seguimos debajo de la media que los países de la OCDE”.

En el caso de la UAZ, sólo 58 por ciento de la planta académica cuenta con respaldo del presupuesto federal, pero desde 1994 no se ha aumentado en términos reales el subsidio para la Universidad y en cambio sí ha crecido su oferta educativa, por lo que la brecha entre lo soportado presupuestalmente y lo realmente ejercido en plazas, prestaciones y las derivadas del régimen de seguridad social, tiende a crecer de manera desproporcionada a los ingresos institucionales.

“El déficit creciente que de ello resulta deja a la UAZ en condiciones de gran vulnerabilidad y por eso es necesario hacer el matiz, dejando fuera el maniqueísmo, a tal grado que de ahí en adelante está agotada por las políticas restrictivas en el ámbito financiero y por las políticas de modernidad educativa”, expuso Burnes Ortiz.

Hay la paradoja, entonces, que a pesar de que la Universidad acceda a una reestructuración interna en los términos oficiales, no hay una recuperación real del presupuesto. Por tanto, el tránsito a una universidad estructurada cada vez más profundamente alineada a los parámetros oficiales y no de acuerdo al proyecto institucional.

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