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miércoles, 17 abril, 2024
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Leticia Sánchez Medel. Caminos de Guanajuato

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 288 / Libros

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No hay duda.

El Festival Internacional Cervantino es el escaparate artístico y cultural más importante de Latinoamérica.

Su celebración en el estado de Guanajuato, desde hace más de cuatro décadas, le imprime características originales y únicas para este tipo de actividades.

Algunas: tiene su origen en la universidad local, cuando el maestro Enrique Ruelas (1913-1987) descubrió en la Plaza de San Roque un escenario excepcional para la representación de los Entremeses Cervantinos.

Y tiene además un imán de alta fascinación para diferentes personas y colectivos.

Es decir para los políticos y gobiernos que lo patrocinan, también para la iniciativa privada; para los artistas nacionales e internacionales, compañías y grupos a los que anualmente convoca; para los públicos que asisten a él, especialmente el joven, aunque en muchos casos acuda únicamente al lugar y en la fecha, y no a sus ofertas de diverso género.

Para los periodistas que cubren sus actividades, igualmente, quienes durante tres largas semanas (en ocasiones más) dedican sus esfuerzos a informar, registrar, difundir, criticar, pensar…, no siempre en su totalidad, lamentablemente.

Como todo hecho a consignarse para transmitir a un público, el Festival Cervantino puede o no verse reflejado (bien, mal) en el mensaje final. Aunque no es el objetivo de estas líneas retomar aquello de emisores, receptores, mensajes, códigos, contextos y más.

Sí, en cambio, destacar la reciente publicación de un libro que refiere con tino a la relación entre Festival Internacional Cervantino y medios de información (testigos), autoría de Leticia Sánchez Medel y sello de la Secretaría de Cultura federal: Testigos del Cervantino.

Reportera cultural por más de veinte años (IMER, Reforma, Milenio), Sánchez Medel nos entrega “un libro de experiencias narradas por quienes han vivido y palpitado desde los escenarios y los foros de esta fiesta cultural”.

Libro donde, advierte la autora, la protagonista “es la memoria de aquéllos que, con su lanza y su corcel Rocinante, se han propuesto emular a Don Quijote de la Mancha al explorar los senderos de Guanajuato con el único sueño de cumplir sus hazañas: lograr los aplausos, los mejores relatos, las entrevistas exclusivas y las más sorprendentes crónicas”.

Para ello, la autora convocó a medio centenar de testigos que respondieron con “su visión”. Visión en el escenario; visión de puño y letra; visión sobre visión; visión de ayer; visión de los protagonistas.

Aunque como dice el refrán: “ni son todos los que están…, recuerda Sánchez Medel, haber obtenido el registro de los testigos incluidos “es el mejor regalo que cualquier persona interesada en la historia del Cervantino pueda tener entre sus manos”.

Aquí unas muestras de la visión (muy diversa) de los muchos testigos:

 

Carlos Ximénez: Obtuve mucho del Cervantino, a pesar de que en un principio no tenía interés por el desarrollo de una carrea vinculada con la cultura. Tenía 20 años y me inclinaba más por el deporte. Pero vivir cerca el FIC me enseñó a amar la cultura de México.

Roberto López Moreno: El Cervantino ha sido un motor fundamental para ponernos en contacto con la cultura del mundo. Han venido a México figuras principales que algo de enseñanza nos han dejado, tanto en los asuntos de la danza como del teatro y la música.

Patricia Vega: A la distancia, considero que este Festival debería ser elitista, no a nivel de público, sino de programación, que los artistas mexicanos sientan que ser programados en él es un honor, al igual que los extranjeros. Que sea un privilegio participar de esta experiencia cultural con una programación muy rigurosa, que las personas sepan que el FIC les ofrecerá una experiencia única, como me la ofreció a mí, en 1982.

Sergio Raúl López: Considero que un festival hecho con dinero de los contribuyentes debería educar, promover la asistencia del público y sensibilizar al espectador, pero el Cervantino está muy lejos de esos postulados. El FIC no se refleja en la ciudad, sigue siendo una imposición, se hace porque no se puede dejar de hacer.

Pablo Espinosa: He vivido 34 o 35 festivales, eso no me parece ninguna proeza, en realidad eso es una minucia. Lo importante es vivirlo como el paraíso que es. Si el trabajo que hacemos nos gusta y nos pagan por ver cuatro espectáculos de primer nivel en un día, no hay nada mejor que esa experiencia.

Guadalupe Pereyra: Llegar al Cervantino significó enfrentarme con mi ignorancia, porque si bien había terminado la carrera de periodismo y era lectora desde muy joven, había manifestaciones artísticas que se me escapaban por desconocimiento.

Juan Carlos Valdés: Es curioso, pero nunca pasamos de 15 periodistas en las conferencias de prensa matutinas, cuando el Festival tiene acreditados a más de 300 reporteros. ¿Por qué no buscarán a esos otros 250 o 270 para sus conferencias? Pero eso sí, son los primeros que tienen sus boletos apartados. Los críticos, ya se sabe, se cuecen aparte.

Ramón Vargas: Sinceramente, en el extranjero no hay mucha publicidad del FIC, algunos lo conocen, otros no. Hay que promoverlo en el mundo porque ya se ha vuelto una tradición. Bien valdría la pena hacerle más publicidad y difundir lo mejor que hacemos, no nada más los desastres y la violencia.

 

Manipulación, anecdotario, señorío

“Pero el Cervantino fue una escuela sólo para quienes desearon asumirlo como tal. La otra cara de la moneda también estaba dispuesta. En un medio tradicionalmente corrupto y signado por la manipulación informativa, un suceso como el festival no podía sino reproducir, aunque fuera bajo formas propias, lo que ya existía en la sociedad. Era, de paso, la confirmación hiriente de que la cultura no es una isla […].

No vale la pena, pienso, perderse en el anecdotario de las parrandas y de las correrías por las calles empinadas de Guanajuato y de sus mil reductos convertidos en recintos de cultura. En mi visión personal, cuentan las tabernas, las plazas, el mercado y los jardines, pero una cosa sobre todo: el señorío de su gente y la generosidad con que fui recibido. Son cosas que lo marcan a uno para siempre”.

Manuel Blanco (1943-1998), “Caminos de Guanajuato” (fragmento), Testigos del Cervantino.

Leticia Sánchez Medel, Testigos del Cervantino, Secretaría de Cultura, México, 2017, 224 pp.

 * [email protected]

 https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_288

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