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miércoles, 24 abril, 2024
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Swiss Army Man: una fábula multiusos de supervivencia

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. • Araceli Rodarte •

La Gualdra 287 / Cine

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Swiss Army Man no es una película para todos. Sus realizadores dejan eso muy

en claro en los primeros minutos de la cinta. Reflejo de esto también, las primeras

opiniones que la cinta generó en el Festival de Sundance del año pasado, donde

muchas personas la alabaron por su originalidad y su ingenioso guión, y tantas

otras abandonaron la sala a media película, incapaces de poder terminarla.

Hank (Paul Dano) se encuentra varado en una isla, sin modo de escapar y

jugueteando con la idea del suicido como única salida de dicho lugar. Cuando

finalmente decide hacerlo y momentos antes de llevar el acto a cabo, es testigo de

cómo la marea arrastra a la orilla de la playa un cadáver flatulento a quien

finalmente decide usar como jet sky, impulsado por sus flatulencias, para poder

salir de ahí.

Esta premisa tal vez muy descabellada (algunos pueden considerarla hasta

desagradable) ocurre apenas en los primeros minutos de la cinta y no se detiene

ahí. Hank descubre que el cadáver no se encuentra completamente inerte, pues

habla, tiene un nombre y muchas preguntas que hacerle.

Manny (Daniel Radcliffe) como se autonombra el cadáver, no recuerda

quién es ni de dónde viene, sólo sabe que tiene un interés innato por lo que lo

rodea, por las cosas que siente en su cuerpo (que van desde sudoración en la

frente hasta erecciones involuntarias) y de las cuales busca una explicación

tomando como referencia las experiencias pasadas de Hank, como un niño de 5

años haciéndole preguntas a su padre.

Es a través del viaje de estos personajes en su intento por volver a la

civilización, que los directores hacen un análisis de la sociedad actual, de las

reglas de etiqueta en relación con nuestras necesidades básicas y biológicas

como seres humanos, y otras tantas que han sido impuestas a través de las

modas, el paso de los años y la tecnología.

Ambos personajes hablan desde la masturbación y la funcionalidad de los

cementerios hasta del uso de celulares y plataformas digitales tales como Netflix,

por mencionar algunas. Estos diálogos por demás divertidos vienen recargados

con infinidad de pastiches como referencias al cine moderno y a la cultura pop.

La película se desarrolla en espacios abiertos y naturales, a través de

árboles en el bosque, caminos y zanjas, y que gracias al enérgico score que fue

compuesto para la cinta, ésta se encuentra llena de secuencias cargadas de

matices oníricos, luciendo visualmente como si cada toma fuera extraída

directamente de nuestros sueños más descabellados.

Si de algo se pueden jactar los realizadores Dan Kwan y Daniel Scheinert

es que su ópera prima Swiss Army Man (que en nuestro país fue distribuida el año

pasado con pocas copias como Un cadáver para sobrevivir) rompe de infinidad de

maneras con muchas de las convenciones que se pudieron encontrar en cualquier

argumento que fue producido en Hollywood el año pasado.

Son muchas las lecturas que se le pueden dar a la película, desde si es

escatológica hasta creativa o conmovedora. Lo que es un hecho es que todos los

involucrados en ella entienden el poder del cine para sorprendernos y

maravillarnos como un reflejo sincero de todo lo que nos rodea, siempre y cuando

estemos dispuestos a nutrir y mejorar esa capacidad de asombro, la misma de la

que goza el cadáver que protagoniza esta historia.

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