Editorial Gualdreño 287
En el mes de abril del año 1956, hace 61 años, el Dr. José Minero Roque, en
aquel entonces gobernador del Estado de Zacatecas, pronunció un discurso
memorable que posteriormente editó el Seminario de Cultura Mexicana titulado
como “La cultura y el pueblo zacatecano”. 1 En él, Minero Roque hace un análisis
sobre la necesidad de promover la cultura y las artes, actividad a la que dedicó
gran parte de sus esfuerzos durante el sexenio de 1950 a 1956 y que marcó el
inicio de una nueva época en la que se le dio una particular importancia a la
difusión de la cultura y las artes en nuestro Estado.
“Nuestro pueblo tiene derecho -decía don José Minero Roque- a que se le
develen los misterios del saber y a que se le brinden los goces de la belleza. Tiene
derecho a disfrutar de la cultura en todas sus manifestaciones”. Soñaba en aquel
entonces el gobernador que con el tiempo la cultura tendría un lugar
preponderante en la vida cotidiana de los zacatecanos; tuvieron que pasar más de
30 años para que su sueño comenzara a hacerse realidad, dado que tras de su
gestión, en la que promovió las artes como ningún otro gobernador en el pasado,
hubo una especie de pausa a las actividades que con gran éxito había promovido
a lo largo de su sexenio. Me refiero no sólo a la gran cantidad de exposiciones de
pintura que promovió durante esos años, en las que participaron los principales
exponentes de las artes plásticas en el país, sino a la abundante programación de
conciertos de música clásica, a las funciones de teatro y de danza, y al especial
empeño que puso para formar académicamente a los que tenían interés en
dedicarse profesionalmente a las bellas artes.
El Instituto Zacatecano de Bellas Artes es sólo uno de los ejemplos, pues
apoyó la iniciativa de un grupo de pintores aficionados –así se autonombraban
ellos-, entre los que se encontraba el Mtro. José Manuel Enciso, de traer a la
ciudad una escuela en la que pudieran aprender no sólo teoría e historia del arte,
sino nuevas técnicas que enriquecieran sus procesos creativos. A finales del 1955
comenzaron las actividades en el IZBA y al año siguiente, se formalizaron. Con
esto dio inicio una nueva época en la que los zacatecanos tuvieron la oportunidad
de participar en los talleres que ahí se impartían y empezó también a cambiar el
paradigma; el arte a partir de ese momento cobró una relevancia diferente, se
empezó a concebir la idea de que se podría ser profesional de las artes plásticas.
En el discurso “La cultura y el pueblo zacatecano”, Minero Roque pedía que
siguiéramos familiarizando a nuestro pueblo con las creaciones de nuestros
pintores, grabadores, escultores y arquitectos, y con las creaciones de músicos
locales y nacionales; el gobernador estaba a punto de terminar su sexenio y
dejaba a sus sucesores en el poder la encomienda de seguir promoviendo las
actividades culturales, pues consideraba también que “el hombre no sólo vive de
pan. Como ente compuesto de materia y espíritu, necesita de alimento y de salud
para el cuerpo; pero también necesita de alimento y salud para el espíritu,
principio y causa de nuestra excelsa naturaleza como seres humanos”. Para
Minero Roque, resultaba urgente cultivar el espíritu de los zacatecanos, “ya que el
espíritu es lo único que las hará libres y mejores”.
Treinta años después, fue el gobernador Genaro Borrego Estrada –cuyo
padre era contemporáneo a Minero Roque e integrante del Patronato Cultural de
Zacatecas- quien decidió dar continuidad a ese plan emprendido por el
gobernador originario de Nochistlán, Zacatecas, de promover decididamente la
cultura y las artes en nuestro Estado. En 1987 fue la primera edición del Festival
Cultural que se llevó a cabo, originalmente, durante la Semana Santa.
Justo es reconocer a los personajes de la vida política que contribuyeron a
que actualmente tengamos un desarrollo cultural como el que tenemos y al que sin
embargo le falta mucho todavía por consolidarse. Minero Roque primero, y
posteriormente Genaro Borrego Estrada, quien hizo las gestiones necesarias para
que, entre otras muchas cosas, surgiera el festival que este año celebra su edición
número 31.
A 61 años de la publicación del discurso de Minero Roque, considero
necesario hacer un alto en el camino y reflexionar sobre un hecho que es claro:
algo nos falta por hacer, dado que el aumento de las actividades artísticas y
culturales no ha sido suficiente para frenar los procesos de descomposición social
ni este clima de violencia que nos mantiene en una constante incertidumbre. Ése
será el tema de la siguiente semana.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín
1 Minero Roque, José, La cultura y el pueblo zacatecano, México, Seminario de Cultura Mexicana, 1956.