En el estado de Zacatecas hay muchas personas que viven al pie de la letra esta afirmación, pues si no salen cada día muy temprano a buscar el sustento simplemente no comen, gente que vive al día, que estira lo más que puede su salario, gente que trabaja mucho y que no siempre recibe el pago que le corresponde, gente que padece día con día el impacto del “gasolinazo” y que no porque no se manifieste en las calles o bloque carreteras significa que esté de acuerdo; gente para quienes la cuesta de enero se ha prolongado hasta marzo.
Pero hay otros, que viven como en una burbuja, protegidos de todo, aislados y bien cuidados, con salarios muy altos, bonos, compensaciones, recursos para asistencia legislativa y atención ciudadana, pero que su trabajo simplemente no se traduce en beneficio de aquellos que con su voto los llevaron a ocupar un asiento en el congreso o en una sala de cabildo. Recientemente circuló en medios locales el dato de que según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) la actual Legislatura es una de las menos productivas del país, la que menos trabaja pues, porque sesionan poco y no hay trabajo legislativo relevante y significativo.
Para nuestros legisladores, la mayoría de los cuales son gente sin experiencia que llegó a ese cargo por componendas políticas, pago de favores y cuotas de género, ocupar un asiento en el congreso es como pegarle al premio mayor de la lotería, significa gozar de múltiples beneficios económicos y políticos, hacerse de terrenos por aquí y por allá, abrir negocios familiares, beneficiar a sus allegados, etc., etc., la lista es larga.
Hace unos días empezó a circular en las redes sociales un video de una legisladora local presumiendo el haber impulsado una iniciativa en favor de los perros, para darle, según ella, voz a los que no la tienen. ¿De verdad será esa la necesidad más urgente entre la gente del distrito que representa? ¿No tendrá su distrito y el estado mismo necesidades más apremiantes? ¿No habrá entre la gente que votó por esta legisladora algunos que aún teniendo voz simplemente no son escuchados?
Claro que es importante proteger a los animales, cuidarlos y quererlos, pero ante una realidad como la nuestra, con los altos índices de pobreza y marginación que tenemos, con la violencia que se vive en nuestras calles, los secuestros, las extorciones, con los ciudadanos que son deportados y llegan a Zacatecas peor de como se fueron, con la descomposición social que vivimos y que se manifiesta en el tráfico y consumo de drogas en nuestras escuelas y en las calles, prostitución en las secundarias y preparatorias, deserción escolar, desempleo; ante un panorama así una iniciativa que busca proteger a los perros resulta superflua, vana, egoísta, indolente e insultante.
Es a estos legisladores a quienes les recordamos esta máxima bíblica: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. Ante la realidad social que vivimos lo mínimo que pueden hacer los integrantes del Poder Legislativo es dejar de comportarse como “estrellitas de cine”, dejar de sentirse intocables como si el ciudadano de a pie no los mereciera, dejar de usar a los más pobres como botín político y atreverse de una vez por todas a eliminar la política clientelar a base de dádivas.
Que dejen de ser indolentes ante una sociedad cansada y abrumada, que dejen de ser una carga para el estado, que trabajen por los ciudadanos y no por los intereses de su partido o grupo político, que dejen de pensar en cómo perpetuar sus beneficios y emprendan verdaderas leyes en favor de los campesinos, los comerciantes, los estudiantes y los niños, que empleen los recursos públicos para mejorar de verdad la situación de los que menos tienen y no sólo para entregar unas despensas y tomarse la foto para el “face”.
Pero mientras eso pasa ¿cuándo los ciudadanos seremos capaces de elegir mejor a nuestros representantes y una vez electos les exigiremos que cumplan sus promesas y trabajen de verdad por lo que a todos nos interesa y afecta? Mientras ese día no llegue la situación no cambiará y seguiremos siendo presa de una manada de chacales hambrientos de poder, capaces de cualquier cosa por tenerlo y prolongarlo. ■
